Capítulo XII. Mi Primera Meditación

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Cuando llegamos al planeta de Exiburn, aterrizamos muy rápido, era tanto polvo cósmico que no se podía ver nada.

-Ya paró. Hora de bajarse- dijo Yibuti con un tono serio.

Ambos nos bajamos y vimos lo que nos rodeaba. Exiburn nos asustó ya que empezó a aplaudir por atrás de nosotros de la nada.

-Muchas felicidades- dijo con una risa muy confiada y aplaudiendo.

Yibuti y yo solo lo mirábamos fijamente.

-Ya que pueden vencer cualquier cosa, vamos a ver si pueden vencer esto- dijo.

Sacó un control de la nada, pulsó el botón que poseía y de la tierra, empezaron a salir naves repletas de bombas nucleares cien veces más poderosas que la se Hiroshima.

-¡Corramos!- grité yo.

-No buen hombre, solo hay que sentarse y meditar- dijo Yibuti mientras se sentaba.

-¿Qué? ¿Sentarse? ¿Meditar? ¡No haré eso!- dije yo casi a gritos.

-Si no quieres salir lastimado ven- dijo Yibuti.

Lo más que yo le gritara, él seguía teniendo aún más paciencia.

-¡¿Porque tu paciencia nunca se acaba?!- grité demasiado estresado.

-Cuando yo era niño, mis padres no paraban de pelear y pelear, y así como tú yo me desesperaba; lloraba como si no hubiera un mañana y sufría mucho. Pero un día, mi abuela me agarró y me encerró en un cuarto con ella, me hizo meditar y yo también no soportaba, pero con el pasar del tiempo me acostumbré y aún recuerdo a mi abuelita que me inculcó tal valor- dijo mientras meditaba.

Yo solo suspiré y no tuve nada que decir. Pero ya no había casi tiempo, las naves de Exiburn venían muy cerca de nosotros. Claro, no nos quedaba de otras más que unirme a la meditación con Yibuti.

Cuando me puse a meditar con él, todo fue mucho más lento, y las naves desaparecieron de la nada. Yo me quedé boquiabierta.

-¿Lo ves? La meditación es la solución de todo- dijo Yibuti.

En la tierra...

Tras varios días en el hospital, lamentablemente mi madre murió debido a un derrame que le dio ante mi desaparición de la nada.

Todos me buscaban por tierra, agua y aire, muchos gobiernos se dieron la tarea, pero meses después, todos se olvidaron de mí y me dejaron de buscar.

-Diosito, te quiero pedir que mi hijo vuelva a mis manos- decía mi padre cuando iba a la iglesia cada día con las esperanzas de que yo apareciera.

De vuelta en el planeta de Exiburn...

Yibuti y yo nos montamos de nuevo a la nave y salimos de nuevo, para salir hacia la casa presidencial de Exiburn, para destruir precisamente.

Continuará...



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