Capítulo XIII. Atacamos la casa presidencial

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Yibuti y yo viajamos cientos de kilómetros hasta llegar a la casa presidencial de Exiburn *tardamos tanto porque el planeta de Exiburn es treinta veces más grande que Rusia y se tarda cuatro días en atravesarlo*

La casa presidencial era muy bonita, con rosas y margaritas, un jardín muy extenso y en el centro una fuente de la que caía el líquido extraño rodeada por flores.

Yibuti y yo entramos lo más rápido posible.

Dentro de la casa presidencial...

Ki era el vicepresidente, y si Exiburn no estaba, él lo reemplazaba, pero solo era rango alto cuando cuando estaba dentro de la casa presidencial, fuera de ella se consideraba alguien común y corriente.

-¡Ki!- grité.

Buscamos por todas partes, hasta que lo encontramos en la biblioteca.

-¡Bingo!- dije yo con una sonrisa algo diabólica.

-Vaya Vaya- dijo Ki mientras se dirigía a nosotros.

Saqué el arma que traía y el apunté.

-Exiburn me ha contado de ustedes- dijo Ki con las manos en el bolsillo.

-Para ahí- dije apuntandole con el arma.

-No te preocupes, yo te devuelvo el favor- dijo.

Ki chasqueó sus dedos y empezaron a salir soldados con armas muy peligrosas.

-Yo tengo a cientos de soldados de mi parte- dijo.

Yibuti y yo solo retrocedimos y corrimos.

-¡Siganlos!- gritó Ki.

-¿Ahora que hacemos?- pregunté casi sin aire.

-¿Para que sacaste el arma?- me preguntó.

-¿Pero....me interrumpió Yibuti.

-¿Porque sacaste el arma?- preguntó de nuevo.

-Es que...- otra vez me interrumpió.

-¿Para que querías usar el arma?- preguntó por tercera vez.

-No sé- dije un poco cansado.

-Ok, ahora di lo que ibas a decir- dijo.

-¿Dónde nos iremos a esconder?- pregunté por fin.

-Yo tengo un lugar perfecto- dijo Yibuti.

Yibuti me llevó a una puerta algo rara.

-Métete- me dijo.

Y como no me metía, me jaló del brazo.

-Auch- exclamé.

Y nos metimos a un lugar aún más al fondo y no nos encontraron.

-Como sabias de ese lugar?- pregunté.

-Yo trabajé aquí- me respondió.

-¿QUÉ? ¿Tu fuiste parte del imperio maligno de Exiburn?- pregunté muy sorprendido.

-Así es- me respondió.

Yo solo no lo podía creer.

-Bueno, ya es hora de salir- dijo.

Ambos salimos y corrimos afuera de la casa, pero aún seguíamos adentro del residencial.

Continuará...

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