5 |Despedida

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Dos meses después

Narra Paris

El verano estaba dando su fin, anochecía antes y los días eran más cortos. Era una lástima, tenía bajas expectativas con este verano. Pero nada que ver.

Duff y yo nos volvimos grandes amigos, era cómo un hermano mayor, aunque tenía la ilusión de que me viera de otra manera.

Éramos inseparables, pasaba los días con él en la playa y me enseño a manejar la tabla de surf. Yo sentía fascinación por él, una química innegable. Fuimos al parque de atracciones, hicimos fogatas y nos apuntamos a deportes acuáticos. Yo le enseñé algunos coreografías de mi academia y él me enseño los acordes para tocar la guitarra y el bajo.

Un día decidió invitar a un amigo suyo —el fabuloso Axl Rose— Ese chico era increíblemente atractivo, y Duff notó cómo mis ojos sólo se fijaban en él. Me dijo que no me ilusionará, ese chico sólo era un mujeriego.

—¿Recogiste ya tu maleta? —Pregunta mamá desde la cocina al mismo tiempo que papá aparece por la puerta con Sydney.

Guardé en mi pequeña mochila algunas revistas y cosas tiradas por la pequeña sala de estar.

—Nada más relajante que darse un baño en el mar antes de cinco horas de viaje —Ríe mi padre sin humor, yo sólo rodeo los ojos.

Echaba de menos al papá de antes. Despreocupado, humorístico y deportivo. Él adoraba el fútbol americano, fue un increíble entrenador en varios institutos. ¡Hasta le ficharon los Miami Hurricanes! El increíble equipo de mi futura Universidad —A la que Duff asistía y estudia el arte de las ciencias y música— Esa propuesta seguía en el aire y él no la había rechazo, pero él había estudiado Derecho, ya que mi abuelo se lo pidió. William —mi padre— es un abogado con gran prestigio, pero sé que su sueño es entrenar a futuras promesas atléticas.

Por eso quizás no le gusta la idea de qué mi sueño es actuar y bailar. No lo entiendo, si yo estuviera en su lugar dejaría que mis hijos decidieran que carrera estudiar, lo importante es que sean felices.

Sydney lo tenía más claro que yo, ella deseaba ser médica y salvar vidas.
Yo era más artística, pero aún no estaba confusa con que estudiar en un futuro.

—Está todo recogido —Aviso y miro a papá por unos segundos— ¿Iremos a despedirnos de los McKagan?

—Por supuesto, son una familia muy agradable —Sonríe dulcemente mi madre— Además tú y Duff habéis hecho buenas migas estos meses —Me guiña un ojo y me sonrojo cómo una loca.

Sydney me lanza una mirada de complicidad y suficiencia, mientras que papá carraspea.

—Es muy mayor para ti —Dice papá serio.

—Es sólo un amigo —Digo irritada.

—Claro... amigos —Me defiende mi hermana— Los he visto y se tratan cómo hermanos —Justifica ella.

—¿Ves? —Digo poniendo los ojos en blanco.

—Cómo sea, recoger vuestras cosas. En una hora nos vamos.

***

Me encontraba en frente de la caseta de Duff, apreté la goma de mi coleta y sonreí al tocar el timbre.
A los pocos segundos la puerta se abrió, pero no era Duff, era su madre.

—¡Paris! Qué bueno verte. ¿Quieres pasar? —Pregunta— Michael, llegará dentro de hora, hora y media.

—¿Va a tardar tanto? —Pregunto preocupada— Quería despedirme de él, me iré en nada a Miami.

—Oh cariño, pues fue a casa de su amigo y vive al este de Palm Beach por lo que tardará en llegar —Explica y miro al suelo disgustada.

—Bueno, dile que recuerdos de mi parte, mis padres se pasarán luego para despedirse —Le digo.

Al despedirme de ella caminé hasta la arena desierta.
Mis ojos estaban apunto de humedecerse pero me negaba. Me dolía que Duff no estuviera aquí para despedirse de mí, ha sido mi mejor amigo esté verano.

—¡Mierda! —Digo enfurecida mientras lanzó una piedra al agua y luego llevó mi dedo al labio.

Él sabía qué me iba hoy y no tuvo el detalle de llamarme para despedirse.

—¡Paris! —Gritó mi padre desde la ventana de la casa.

—¡Voy ahora! —Le grité de vuelta y miré el suave mar.

Eran las seis de la tarde, los colores del cielo eran entre azul claro y gris, hoy era un día nublado y el mar estaba transparente.
Fui hasta mi casa y ayudé a mi familia a sacar las maletas.

—¿Te despediste de él? —Susurra Sydney en mi dirección.

Mi padre iba más alante tarateando una canción de Jimi Hendrix por lo que no estaba atento a nuestra conversación.

—No —Digo y me tenso.

Nunca me había sentido de esa manera. Ella toca mi brazo de forma consoladora.

—Le verás el año qué viene. Los amigos son para siempre —Me sonríe y sacudo su cabello cariñosamente.

A diferencia del mío, el suyo era de un rubio miel bien distinguido y se había aclarado más gracias al sol, mi hermana tiene una linda sonrisa con hoyuelos y unos ojos agumarina distintos a los míos qué habíamos heredado de mamá. Mis ojos tampoco era de un color distinguido, eran avellanas con un toque verdoso.

—Gracias, Syd. Papá —Llamó captando su atención y voltea a verme— ¿Y mamá?

—Aquí estoy —Dice ella detrás mía interrumpiendo a mi padre.

Papá guarda todo en el maletero del coche y nos metemos dentro del coche.

Yo tardo unos segundos más en subirme al audi de color blanco.

Cuándo me decidido a subir y sentarme al lado de mi hermana, está me sonríe compasiva. Creo que sabe que Duff es muy importante para mí.

Pero antes de ponerme el cinturón de seguridad y que papá arranqué al coche, gritó y tocó mi colgante de la rosa.

—¡Esperar! —Digo saliendo del coche.

—Paris...¿Qué demonios...? —Dice mi padre sorprendido y azoto la puerta del coche, Sydney ríe
descontrolodamente y mamá la mira confusa.

—Esta niña ha perdido la cabeza —Es lo último que escuchó a mamá decir.

Corro hasta volver a la casa de la playa.

Está aquí, lo noto.

Y no, no estoy loca. Tampoco soy una mujer loba que puede rastrear y el olor de otras personas. Pero mi instinto adolescente me dice que esta aquí. Y bueno, en esta vida hay qué arriesgar.

Con en el corazón en la garganta, corro hasta qué mis piernas duelen y mi respiración está agitada.

Veo a Duff bajando las pequeñas escaleras de madera y tocando su pelo con frustración.

—¡Duff! —Digo sacudiendo mi mano y él voltea, su expresión de seriedad cambia a una mueca alegre.

—¡Paris! Oh Cristo, ¡Pensé que te habías ido! Conduje tan rápido cómo pude, mi madre me llamo. Supuse que te ibas por la noche pero no sabía que te irías tan pronto —Justifica— Soy un idiota...

Sin decir nada me lanzo a sus abrazos y él suelta una carcajada mientras acaricia mi cabello.

—No importa Duff, gracias. Eres un gran amigo.

—Te voy a echar de menos —Susurra en mi oído y me ruborizo.

—¿Hablaremos?

—Claro, además mi casa no pilla muy lejos de la tuya. —Dice.

—¿Nos veremos el verano que viene entonces? —Pregunto esperanzada.

—No lo dudes, preciosa.


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Desde aquí se vienen los capítulos muuuuy interesantes.

Bad Decisions «Duff McKagan» ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora