13 |Me deseas, Duff McKagan

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Narra Paris

Cada toque es cómo fuego, el sabor de sus labios estimula un hambre divino. Nunca nadie me había besado de esa manera. Era demasiado surrealista.

No esperaba para nada que Duff me tomará por sorpresa y me besará, era mejor que cómo me lo imaginé.

Enrededo mis dedos en su cabello, mientras él respira con fuerza. Sus manos caen de mi rostro a mi cintura, presionándome más cerca. La sesión de besos continúa, y creo que ninguno tiene la intención de apartarse.
Hasta que Duff lo hace por la falta de aire.

Paso mi mano por los labios hinchados.

Duff se pone de pie y comienza a dar pasos tocando su frente y su pelo con frustración sin quitar la vista de mí.

—Mierda —Maldice— Olvida esto Paris. Yo eh... lo siento. No es que me arrepienta pero no tendría que haber pasado simplemente...—Se calló de golpe sin acabar la frase. Yo estaba igual o más sorprendida que él.

Sé perfectamente lo que piensa, ha besado a una menor y ya se lleva las manos a la cabeza.

—Joder —Murmuró pasándose las manos por el cabello— Jodida mierda.

Se quedó mirándome un instante más; Duff era pura indecisión.

Lo siguiente que supe es que la puerta que daba a las escaleras se estaba cerrando detrás de él y yo me encontraba sola. También una sonrisa salió de mis labios, va a ser un largo y duro camino él que me espera con él.

Me deseas Duff McKagan.

***

Mientras cocinaba unas tortitas para mis amigas, mamá salía de su cuarto con una maleta.

—¿A dónde vas? —Pregunto confusa.

—Tengo que volver a casa, cariño. Ayer me llamó mi padre y tenemos que arreglar unas cuántas cosas. —Explica.

—¿Y Sydney? ¿Nos vamos a quedar aquí solas? —Pregunto con emoción.

—Sí, te dejé dinero. Tu hermana vendrá dentro de tres días. Cuídala Paris, os dejo la casa en vuestras manos, chicas —Dijo y se despidió de todas con un beso y un fuerte abrazo. — Y nada de fiesta, ni chicos. ¡A menos que sea el joven McKagan!

Cuándo ya se acabo de preparar, explicarme algunas cosas y dejarme dinero para estos días indefenidos, salió por la puerta.

—¿Creéis que se arreglarán? —Pregunto.

—Yo creo que sí —Sonríe Nat honestamente— Pero ahora hablemos de lo que ocurrió ayer entre tú y Duff.

Se lo comenté ayer al llegar a casa, pero les voy a explicar todo con detalle. Todavía estaba en shock con lo que había ocurrido anoche.

—Entonces, ¿vas a ir a hablar con él? —Me pregunta la pelinegra.

—No lo sé, creo que debería venir él a hablar conmigo. —Opino y ambas asienten.

Después de eso, dejé que mis amigas fueran a la ciudad más cercana para hacer la compra con Andrew, y así el rubio tuviera la oportunidad de ligarse a April.

Fui hasta la orilla de la playa y coloqué la toalla, me apliqué la crema sola y me puse a tomar el sol.
Después de unos minutos, mi móvil comenzó a vibrar y mientras que lo buscaba en mi mochila de playa, me di cuenta que Duff me estaba observando desde la pasarela de madera de su bungalow.
Me ruboricé cuándo él no aparto su mirada de mi cuerpo.
Quería ir en su dirección y hablar con él.

Todo era tan confuso.

Después desapareció para entrar a su bungalow y cerró la puerta con un golpe brusco. Me gustaría saber que está pasando por su cabeza.

Narra Duff

No tenía permitirle mirarla así. Joder, tan sólo tiene diecisiete y yo, veintidós. ¿Era un degenerado o que me pasaba? ¿Por qué me está costando tanto rehacer mi vida?

Aún seguía cabreado con Paris por las carreras. Pero joder, me había fascinado su habilidad para conducir el condenado coche.

No quiero saber lo que me está pasando.

El día que conocí a Paris, lo primero que pensé; está chica y yo tendremos una gran historia. Me puse cómo un loco al ver su belleza, pero cuándo supe que tenía cinco años menos que yo... fue una decepción. Quería a Paris, antes cómo una amiga casi una hermana para mí, pero ahora... no lo sé. No sé porque la besé, la tensión o el odio apasionado. Siempre supe que Paris Ren era especial pero no sabía conciliar con mis deseos.

Después de comer con mis padres salí de la casa y me paseé por la pasarela de madera, no puedo evitar quitar mi atención de la ventana del cuarto de Paris.

Una suave melodía se oye y miro descaramente.

Ella está ahí, con una coleta desañilada y unos shorts deportivos mientras baila una coreografía de lo que parecía baile contemporáneo.
Ella bailaba jodidamente bien, su elasticidad era asombrosa, y debo dejar de mirar porque me estoy poniendo duro de sólo pensarla conmigo en la parte trasera de mi moto.

***

Izzy me recogía a la media hora en el estacionamiento para ir a su casa.

—Así qué... entre Paris y tú...

—No pasa nada —Miento, le conté lo de ayer, omitiendo lo del beso. No quería que mi mejor amigo me llamase asaltacunas.

—¿Y por qué mencionas a Sarah O'Grady? — Pregunta alzando una ceja.

—Ya sabes, ella fue mi primera novia. Me ayudo tanto. Pero sabes lo que paso luego...

—Sí, se fue con aquel pijo de Boca Ratón —Interviene.

—Así es, no quiero que me vuelva a pasar. Sé que Paris es especial, pero no quiero enamorarme de nadie, no quiero que me vuelvan a utilizar cómo a un tonto, sé que no estaba enamorado de Sarah, pero joder, nunca había sentido algo tan fuerte por algo y ella se fue... de todo lo que hice por ella —Digo disgustado e Izzy le da una calada a su cigarro.

—Es una situación jodida amigo, todo se pasará. Sarah fue una tonta por no saber valorarte, luego tuviste a Gwen. Pero la morena y tú no teníais nada que ver —Opina y asiento— Yo si fuera tú, iría a hablar con Paris e intentar ser amigos de nuevo —Aconseja.

—Quizás tienes razón... pero no sé, no quiero ilusionarla ni hacerle daño.

Cuándo volví a Sanibel Beach, fui hasta la caseta de color azul cielo. Toqué la puerta repetidas veces, pues nadie me abría y se oía ruido desde dentro. Suspiro profundamente enojado y volví a llamar a la puerta.
Oí la cerradura abrirse, pero no era Paris. Era su amiga Nat, la chica que estaba en las carreras.

—¿Duff? —Pregunta la chica de ojos verdes sorprendida que tan sólo vestía una sudadera negra que le llegaba hasta las rodillas.

—Necesito hablar con Paris —Digo serio.

Ella esboza una pequeña sonrisa para luego borrarla rápidamente —No puede —Hace una pausa mientras juguetea con el pequeño aro de su nariz— No está.

De repente oí una risa provenir de su cuarto; era Paris.

—Lo peor que puedes hacer es mentir a un McKagan. Es urgente, avísala —Respondo frunciendo el ceño.

—No...

—Iré yo mismo —La cogí de los hombros y la aparté suavemente de mi camino.

En este bungalow siempre era bienvenido y no creo que esté haciendo algo demasiado importante para no poder hablar conmigo.

Lo sé, era un arrogante de cojones pero necesitaba hablar con Paris inmediatamente.

La puerta de su cuarto estaba entreabierta.

—¡Espera, Duff! —Pide la pelinegra.
Abrí la puerta sútilmente.

—Qué mierda...—Musito.

Paris estaba sentada en su cama, pero no sola. Había un chico de cabello castaño muy cerca de sus labios apunto de besarla.

Bad Decisions «Duff McKagan» ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora