CAPITULO 2

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Una pequeña rubia entró en el dormitorio conduciendo a un hombre de la mano. La luz procedente el pasillo revelaba una figura alta, de hombros anchos. Uno noventa para ser exactos, diez centímetros por encima de la altura de Jimin.

Cuando el hombre se volvió para cerrar la puerta, un destello de color verde debajo de la garganta llamó la atención de Jimin. Sin las gafas, Jimin no podía distinguir sus rasgos desde esta distancia, pero sabía que era Jungkook. Él era la única persona que Jimin conocía que llevaba un pasador de corbata jade.

— ¿Le apetece una copa de brandy, joven Jeon? — dijo la mujer, moviéndose hacia la oscuridad de las sombras a lo largo de la pared.

—No, gracias.

La respiración de Jimin vaciló al oír la voz profunda y culta. Su erección se contrajo, presionando contra sus pantalones. Se había puesto duro en más de una ocasión solo con escuchar hablar a Jungkook. Malditamente inconveniente cuando se encontraban en una casa de juego o con White, o en un baile o... en cualquier lugar.

Y, Cristo, Jungkook estaba mirándolo directamente. Podía sentir la fuerza de la mirada del hombre. Jimin se movió junto a un cercano sillón, de manera que la luz del fuego quedaba detrás de él.

— ¿Holly?

—Oh, sí, joven Jeon. —Se puso de pie delante de Jungkook—. YuChoi no está disponible esta noche. Madame Delacroix seleccionó personalmente a otro hombre para usted. Estoy aquí para asegurarle que no va a defraudarle.

—Mmm. —Jungkook se frotó la barbilla.

Las rodillas de Jimin flaquearon. Se agarró a la parte posterior del sillón de cuero. ¿Y si Jungkook lo rechazaba? ¿Y si con una sola mirada a través de una habitación a oscuras, Jungkook lo declaraba indigno de él?

—Servirá.

Alivio inundó a Jimin, aunque Jungkook no sonaba demasiado contento. En cualquier caso, sonaba aburrido.

— ¿Hay algo más que pueda hacer por usted, joven Jeon? —Dijo ella, una invitación abierta en su pregunta. Su pequeña mano pálida acarició la manga oscura de su abrigo de noche.

—No.

Ella debía estar acostumbrada a escuchar la palabra no, porque simplemente hizo una breve reverencia en dirección a Jungkook mientras caminaba por la habitación, deslizó la yema de un dedo a lo largo del borde del vestidor. Cuando se acercó a Jimin murmuró, —Trata de no gritar demasiado alto. Así no molestarás a los otros huéspedes.

Su sonrisa de superioridad lo decía todo.

Boquiabierto, la observó desaparecer. Cuando la puerta se cerró, le vino una idea a la cabeza. Esa condenada madame había sabido todo el tiempo lo que le aguardaba esta noche. Su sonrisa secreta junto con sus palabras de despedida debería haberle dado una idea, pero había estado demasiado impaciente ante la perspectiva de estar con Jungkook.

— ¿Cuál es tu nombre, chico?

Su cabeza se volvió hacia Jungkook. Su mente se quedó en blanco. ¿Por qué no había pensado en un nombre antes? —Jae— soltó, dándole el nombre de su perro de la infancia. El que nunca había aprendido a sentarse cuando se lo ordenaba.

Con pasos largos y fáciles, Jungkook se adentró más en la habitación. —Jae, ¿por qué las velas no están encendidas?

—Lo prefiero así—, dijo, usando un tono bajo y haciendo todo lo posible para que se asemejara al acento de la criada—. ¿Es aceptable para usted? No está completamente oscuro. El fuego está encendido.

SERIE ATADOS ◂Kookmin▸ (Adapt.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora