CAPITULO 4

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Con la cabeza inclinada y el abrigo negro empapado, su lacayo abrió la puerta del coche. La lluvia goteaba por la punta de la estrecha nariz del hombre, su corbata blanca empapada alrededor de su cuello.

Un coche de alquiler tendría que bastar para el viaje de regreso esta noche. Jungkook no podía dejar su coche esperando en este tiempo. La lluvia había comenzado unos diez minutos antes, y basándose en el golpeteo constante contra el techo, no iba a parar por un buen rato.

Se abrochó el abrigo, cogió la cesta de mimbre, y agachándose para pasar por la puerta, salió del carro. ¾Eso es todo por esta noche.

El conductor hizo restallar las riendas de cuero. Los arneses sonaron cuando los cuatro caballos saltaron hacia adelante, salpicando en los charcos en el camino de tierra.

Jungkook se apresuró a entrar y subió los tres tramos de escaleras poco iluminadas. Al detenerse en la puerta de la derecha, dejó escapar un suspiro, aliviando la tensión de sus hombros, deshaciendo el nudo en su estómago. Simplemente saber que Jimin estaba al otro lado lo tranquilizaba como ninguna otra cosa podía.

No podía definir cuándo exactamente, pero en algún momento durante los últimos trece años, desde que se habían hecho amigos en su primer día en el internado, había llegado a asociar a Jimin con la tranquilidad. Y en este momento, lo necesitaba desesperadamente.

¾Buenas noches, Jimin ¾dijo cerrando la puerta detrás de él. Después de la austera y fría atmósfera de la casa de su padre, con sus antigüedades de valor incalculable y todo en perfecto orden, incluyendo el tintero de plata perfectamente centrado en el escritorio de su padre, la pintoresca y desordenada sala de Jimin era una vista agradable.

Sentado en el sofá de cuero marrón, Jimin no levantó la cabeza del libro abierto en sus manos. Un par de periódicos estaban esparcidos en los cojines llenos de bultos junto a él, había un vaso vacío en el suelo junto a sus pies. ¾¿Dónde has estado?

Sus pasos vacilaron mientras cruzaba la habitación para dejar la cesta en la pequeña mesa del comedor en la esquina. ¾Tenía que gestionar un asunto.

¿Jimin acaba de gruñir?

Maravilloso. No necesitaba esto. Ahora no. No esta noche. Necesitaba la versión sencilla, sin pretensiones de Jimin. El que siempre estaba ahí para él. No esta versión irritable. De nuevo.

Al pasar la mano por la parte posterior de su cuello, Jungkook miró al reloj de la chimenea. Por el amor de Dios. Sólo treinta minutos de retraso. No era como si lo hubiera dejado esperando dos horas.

Se quitó el abrigo y lo dobló sobre el respaldo de una de las dos sillas de la mesa. ¾Mis disculpas. No tenía la intención de hacerte esperar.

Ese resoplido condescendiente hizo que su estómago se tensara de nuevo. Se abstuvo de ofrecer una explicación detallada de su tardanza. De ninguna manera podría decirle a Jimin acerca de la reunión con su padre, no cuando el hombre se comportaba así. Semejante actitud no estimulaba la confianza.

Tomó dos vasos del armario junto a la mesa. ¾¿Te apetece una copa de vino?" ¾preguntó forzando un tono amistoso.

Dí que sí, Jimin.

¾No.

Al menos había obtenido una palabra como respuesta, aunque el hombre no había mirado en su dirección todavía. Jimin levantó un pie, apoyando el talón en el cojín y el codo en la rodilla, claramente acomodándose. No se había molestado con una copa, y Jungkook pudo distinguir su piel dorada por debajo de las mangas de la camisa blanca. Sus dedos se morían por apartar el mechón ondulado del pelo que caía sobre un ojo.

SERIE ATADOS ◂Kookmin▸ (Adapt.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora