SERIE ATADOS ◂Kookmin▸ (Adapt.)

CAPITULO 3

Un constante ruido sordo, pum, pum, pum penetró en la adormilada mente de Jimin. Con los ojos cerrados, se concentró en el sonido reconfortante, arrastrando los labios sobre un puñado de suave y corto vello. La mano grande masajeando su culo se sentía increíblemente bien, suave y posesiva al mismo tiempo. Habría sido fácil de volverse a dormir, pero su polla estaba regresando a la vida, ansiosa, necesitada y demandando atención. Bostezando, se estiró contra el cuerpo sólido debajo de él, las pieles desnudas frotándose entre sí seductoramente. Luego gruñó cuando un dolor recorrió cada uno de los músculos de su cuerpo.

—¿Dolorido?

Esa voz culta y profunda era tan familiar. Sonaba como...

Jimin se incorporó con un respingo, con las manos presionando contra un musculoso pecho mientras se erguía sobre sus rodillas.

—Tranquilo. Ten cuidado o causarás daños considerables.

Sobresaltado, Jimin se quedó mirando a la cara velada de JungKook. Estaba en la cama con JungKook, y había estado durmiendo encima de él, tendido sobre su cuerpo como un tonto enamorado. Y JungKook le había dejado.

JungKook empujó la pierna de Jimin que estaba atrapa entre sus poderosos muslos salpicados de vello.

—Cuidado, —repitió.

Infiernos. Casi había clavado la rodilla en las pelotas de JungKook. La vergüenza lo inundó, el calor corriendo a sus mejillas. —Lo siento. — Murmuró, apartándose hasta sentarse en el borde de la cama. Se pasó ambas manos por el cabello. La habitación estaba casi oscura. El fuego de la chimenea se había consumido hasta no dejar más que brasas. Los olores de sudor masculino y el sexo flotaban pesados en el aire.

¿Por qué JungKook seguía aquí? Debería haberse ido en el momento en que Jimin se quedó dormido. Jimin no recordaba haberse desmayado encima de Jungkook. ¿Había hecho o dicho algo más que no debería? El miedo frío se deslizó por sus entrañas. —¿Por qué no me ha despertado?

—Necesitabas descansar.

—¿Cuánto tiempo estuve dormido?

El colchón se movió. —No mucho. — Cuando la mano de Jungkook le sostuvo por la cadera, se encogió, sorprendido por el ligero toque. —¿Dolorido?

—Un poco— dijo, ahogando un gemido cuando Jungkook acarició su espalda en círculos lentos, calmando sus maltratados músculos y su piel sensible. No había pasado por alto el hecho que Jungkook apenas lo había tocado horas antes. Sin embargo, ahora, Jungkook  se comportaba como si hubieran despertado juntos en la cama muchas veces. Estaba teniendo dificultades para adaptarse a esta nueva versión relajada e íntima de Jungkook, y aunque Jimin sabía que estaba siendo más que estúpido, su corazón golpeaba en su pecho, pidiendo más.

—¿Dolorido cómo? ¿Bueno o malo? — preguntó Jungkook.

Jimin sintió el comienzo en el vientre. Un dolor sordo recorrió su piel, recordándole cada uno de los brutales besos del látigo. Y eso no era lo único que dolía. Todavía podía sentir la polla de Jungkook enterrada profundamente en su culo. Pasarían días antes de que pudiera sentarse sin pensar en Jungkook. —Bueno. —Admitió, bajando la barbilla, agradecido de que estuviera oscuro y Jungkook no pudiese ver la sonrisa en su rostro.

Pudo sentir el calor del cuerpo de Jungkook mientras se acercaba. Tenía que ser todos esos músculos, porque el hombre generaba más calor que una hoguera. Un temblor de necesidad sacudió a Jimin. Sus puños se crisparon en las sábanas arrugadas en un intento de resistir el impulso de volverse y presionar sus labios contra los de Jungkook. Deseaba tanto besarlo, pero se contuvo. Si Jungkook lo rechazaba, si mostraba desagrado como sospechaba que lo haría, entonces el corazón de Jimin se haría añicos. Una cosa era joder a un hombre y otra muy distinta besarlo.