—¡Levántate, niño apestoso!
La Directora lo tomó del brazo y lo tiró al suelo. Louis no entendía qué pasaba, pero ella estaba tomando todas sus cosas, y las estaba haciendo añicos.
—¡No! —gritó Louis, al ver el cuadro de la foto que estaba junto a su madre, que la Directora tiraba al suelo —¡¿Qué haces?! ¡¿Por qué rompes mis cosas?!
La Directora rió con frialdad. Y Louis se sintió en una película de terror y tomó su peluche rápidamente.
—Por favor, no —sollozó Louis al ver como destruían cada una de sus apreciadas cosas.
Louis empezó a golpear a La Directora, pero ésta lo tomó nuevamente del brazo y lo llevó a las rastras hasta dos pisos más arriba y lo metió en un cuarto frío y viejo, al final del pasillo.
—A partir de ahora, tú, dormirás aquí.
—¡No entiendo! ¿Qué hice? ¡Me porté bien! ¡Tú has dicho que mi mamá paga por mí! ¿Por qué me quitan todo? —preguntó Louis atemorizado, sin dejar de llorar.
—¡Ah sí! ¡Tu madre! Resulta que a la puta de tu madre, no se le ocurrió mejor idea que suicidarse. ¿Te piensas que vas a seguir con tus privilegios de niño mimado sin pagar un centavo?
La Directora le tiró unos trapos viejos y cerró la puerta con llave.
La mente de Louis quedó en blanco.
Resulta que a la puta de tu madre, no se le ocurrió mejor idea que suicidarse.
suicidarse.
Sintió una mano en su hombro y se volteó. El niño del cabello rizado. Sin esperar un segundo más, el niño lo abrazó. Y Louis volvió a llorar desconsoladamente. Su vida acababa de destruirse por completo.
—No entiendo que está pasando —sollozó Louis.
El niño no decía nada, sólo se dedicó a acariciar la cabeza de su nuevo compañero de cuarto.
—Quiero a mi mamá.
Al cabo de un rato, escucharon fuertes pisadas subiendo la escalera. Y la puerta se abrió bruscamente. Louis cerró los ojos deseando que fuera su madre, pero era la Directora, obviamente.
—Bajen a preparar el desayuno.
—¡No! ¡Yo me voy a mi casa!
La Directora lo tomó del brazo y lo sacudió.
—¡Acomoda tus ideas, niño idiota! ¡Si sería por mí te tiraría por la ventana! ¡Así que seguirás obedeciendo sino quieres terminar debajo de un puente!
—¡Prefiero eso antes que estar aquí!
La Directora le dio una bofetada.
—No tienes idea lo que les pasa a los niños como tú. No quieres saberlo. ¡Así que bajarás y te encargarás del desayuno junto a la otra peste!
La Directora Farrel tomó de la oreja a ambos niños llevándolos hasta la cocina. Louis lloró mientras servía la comida, y se sintió humillado.
Todos los demás niños lo miraban, ¿qué había pasado?
Entonces se inventaron historias sobre Louis.
Mientras los demás tomaron un desayuno completo, él sólo tomo un té con dos trozos de pan.
Al llegar la noche, Louis se sentía agotado física y emocionalmente. Se sentó en la cama, y observó a su amigo, que aún no sabía nada sobre él. El niño estaba intentando calmar sus dolorosos pies, llenos de ampollas por los viejos zapatos, con un balde de agua.
—¿Cómo aguantas esto?
—Simplemente lo hago. Al final de cuentas, es mejor estar aquí que allí afuera, ¿sabes? Aquí tenemos un techo y algo de comida.
Louis volvió a llorar y el niño lo observaba desde su cama.
Las camas, viejas y que casi tocaban el suelo, estaban enfrentadas. La de Louis era la de la pared izquierda, y la del otro niño, la de la derecha.
—¿Cómo te llamas?
—Harry.
En aquel cuarto hacía mucho frío, y sólo tenían una cobija para taparse.
—No sé si podré acostumbrarme.
—Si yo pude, tú también. Créeme, tampoco fue fácil para mí, Lou.
Lou.
Automáticamente pensó en su madre. ¿Realmente ella lo había abandonado para siempre?
—Ya es hora de dormir, Lou. Será lo mejor. Mañana nos toca un día igual.
—Buenas noches, Hazz.
Aquella noche y la siguiente, y la siguiente, y la siguiente, Harry escuchó llorar a Louis.
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Gélidos || Larry Stylinson
FanfictionLabios partidos, manos heladas, pies lastimados, pero todavía con la esperanza de tener una vida de verdad. Inspirada en la película "La princesita" de Alfonso Cuarón.