Capítulo 8

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   Esa noche estuvieron solo caminando por ahí, intentando alejarse lo más posible. Para cuando comenzó a amanecer, ellos estaban muy cansados y necesitaban dormir. Así que buscaron la plaza de vuelta y se acostaron en el pasto colocando una frazada para lograr una especie de cama.

—Incluso dormir aquí es más cómodo que en esas camas —dijo Louis con odio a su anterior dormitorio.

—Te quiero, Lou.

Harry pasó su brazo por la cintura de Louis y apoyó su cabeza en su pecho. Louis le dejó un beso en la frente.

—Yo también te quiero, y mucho.

Durmieron con un poco de frío pero incluso, estando en medio de una plaza y con un viento muy fuerte, nunca habían estado tan abrigados, ya que tenían la ropa y frazadas que Niall y Liam les habían dado.

Ellos tenían casi todo. Tenían el mundo a sus pies, sólo para ellos, porque por fin ya nadie les diría qué hacer, ni cuándo, ni cómo.

 Estaban solamente ellos y deberían aprender a vivir. Deberían aprender el arte de ser libres, porque ahora sin nadie más, tendrían que trabajar.

Sin embargo, no tuvieron tiempo de hacer muchos planes.

A la mañana siguiente, la policía los había empezado a buscar y ellos se dieron cuenta por los sonidos de la sirena. 

—Vienen por nosotros, estoy seguro. Vamos, Lou, levántate y vamos.

Los jóvenes intentaron fingir que no pasaba nada raro y guardaron sus cobijas en la mochila y marcharon. Intentaron no caminar tan rápido para no llamar la atención. Louis miró a Harry, quien se había puesto un beannie gris, y aunque no era la ocasión perfecta, sonrió.

—Estoy enamorado de ti, Harry.

—¡Allí están! —se escuchó la voz de la Directora. Ambos se dieron vuelta y la vieron correr hacia ella, con dos policías detrás.

—¡Corre! —gritó Harry, y tomados de la mano comenzaron a correr.

Pero los policías los encerraron y ya no tuvieron escapatoria. Tenían que volver al internado.

—¿Cómo pueden hacer esto? —preguntó Farrel fingiendo que le importaba y los abrazó. Los dos sintieron repugnancia y rechazo.

Cuando entraron al internado y la Directora pudo deshacerse de los policías, lo primero que hizo fue escupir a los dos chicos y tenerlos encerrados en distintas habitaciones por dos noches enteras.

Al sacarlos de las habitaciones, los castigó con la picana eléctrica y luego volvieron a la rutina en el viejo y apestoso cuarto.

Después de dos días sin verse, los chicos se abrazaron y después de tantos años, Louis vió llorar a Harry.

—Creí que esto se terminaría, Lou, pero estamos de vuelta.

—Lo importante es que lo intentamos, ¿recuerdas que con intentarlo no perdíamos nada? Nos tenemos a nosotros, así que estaremos bien. Sólo aguanta dos años más, y podremos salir sin ningún problema. Pero aguanta, por favor.

Harry se aferró fuertemente a Louis y cuando pudo calmarse lo miró a los ojos.

—Yo también estoy enamorado de ti.

 Harry acercó lentamente su rostro al de Louis, las respiraciones chocaban. Louis no podía resistir un segundo más, así que cortó la pequeña distancia, y se unieron con un cálido beso. Un beso que pudo construir alguno de los pedazos rotos de sus corazones. Un beso lleno de inocencia y amor. 

Gélidos || Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora