1968
Era una noche helada para sentir tanto calor, "debo estas enfermando" pensó, pero al escuchar un ruido extraño inmediatamente abrió los ojos. Una gran llama de fuego comenzaba a llenar la habitación. Se levantó de la cama asustado, y salió corriendo hasta la puerta, pero ésta estaba trancada.
—¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Por favor, ayúdenme!
Forcejeó fuertemente, pero no lograba abrirla y parecía que nadie escuchaba. Sintió como si su garganta se cerrara, él gritaba, pero parecía una pesadilla donde la voz simplemente no salía.
—¡Fuego! —gritó a todo pulmón, pero la llama crecía cada vez más y empezaba a sentirla a su lado y nadie llegaba.
Su rostro se llenó de lágrimas. Estaba asustado. Pronto cumpliría la mayoría de edad y no quería que su vida acabara así.
Estaba horrorizado. Él no se merecía eso. ¿Qué había hecho para que quieran quemarlo vivo?
Y no esperó tantos años para simplemente morir. Él quería sentir la libertad, quería saber lo que era la vida de verdad, fuera de esas cuatro paredes.
Más allá de lo que había pasado con Louis, él quería vivir, con o sin Louis.
Gritó desesperadamente, pero no conseguía que alguien abriera la puerta. Corrió hasta la ventana y quien sea que haya planeado matarlo, había olvidado sellarla. Al instante, Harry recordó la escalera que aún guardaba bajo la cama y donde el fuego todavía no llegaba, pero si no se apuraba, pronto acabaría con toda la habitación y con su vida.
Mientras luchaba para sacar la escalera de abajo de la cama, el fuego estaba cada vez más cerca y ya empezaba a quemar. Se sintió más solo que nunca, pero había aprendido que debía luchar solo, porque al fin de cuentas, nacemos solos y morimos solos.
Cuando consiguió sacarla, la llevó hasta la ventana y la sacó para afuera hasta que escuchó como tocaba el suelo del balcón del tercer piso. Sentía mucho calor y dolor en los brazos, ya que estaba muy débil y no tenía fuerzas. Estaba seguro que le habían echado algo en su comida, porque se estaba sintiendo más cansado de lo habitual y los ojos se le cerraban solos. Pero él no iba a dejarse rendir tan fácil, no iba a dejar que después de conseguir que sea tan infeliz, Farrel le arrebate su libertad, su vida.
El fuego ya casi ocupaba toda la habitación y se acercaba a la ventana, pero Harry dejó de pensar y de tener miedo, y sacó rápidamente un pie hacia afuera hasta sentir el primer escalón de la escalera y luego sacó el otro. A gran velocidad, logró bajar y llegar hasta el balcón de alguno de los profesores que vivían allí. Ahora le tocaba bajar desde allí, el problema era que no podía bajar la escalera, porque se le caería encima y terminaría lastimándolo.
Se apoyó en la barandilla y miró hacia abajo. No era tanta distancia y si había logrado escapar de ese cuarto, también podría tirarse de allí sin muchas lastimaduras.
Él había aprendido a creer en sí mismo, así que estaba seguro que iba a poder. Escuchó gritos desde la habitación, supuso que era alguien que lo estaba delatando. Así que puso su mente en blanco y saltó.
Creyó que moriría, pero rápidamente tocó el suelo con sus rodillas y las palmas de sus manos. Sintió un fuerte dolor y dejó escapar un grito ahogado. Pero inmediatamente, casi inconscientemente, comenzó a correr.
Corrió y corrió.
Lo único que deseaba en ese momento era escapar de todo lo que había estado atormentándolo por años.
1972
Las manos de Louis Tomlinson sudaban por los nervios. Su corazón latía muy, muy fuerte. Pese a saber que no vería a Harry, se sentía tan nervioso como si estuviera por verlo. Harry era mayor de edad hace tres años, eso significaba que ya no estaría viviendo en el internado. Pero ahí estaba Louis, esperando en los sillones (renovados) que apuntaban a la gran ventana.
Todo parecía igual, pero los detalles eran nuevos. Se sentía otro ambiente. Y cuando una señora de unos cincuenta años se acercaba hacia él, entendió qué es lo que pasaba. Esa sería la Directora, pues tenía el traje que usaba Farrel (y que sólo ella usaba como indicio de ser la Directora). La señora tenía el cabello suelto y muy largo, y terminaba con pequeñas ondulaciones. No pudo evitar fijarse en sus cejas, y a diferencia de Farrel, eran un poco más gruesas y sin la forma de pirámide.
Louis consiguió calmar los nervios, quizás con esa Directora podría obtener lo que estaba buscando.
—Buenos días, soy la Directora Marcial. ¿En qué puedo ayudarlo?
—Buenos días, Directora. Mi nombre es Louis Tomlinson. Yo estoy buscando a una persona. Sé que él vivía aquí, pero es mayor hace tres años, y yo quería saber si usted podría saber algo sobre él.
—¿Cómo es su nombre?
—Harry Styles.
La Directora se llevó el dedo índice a la punta de la nariz, pensando. Luego de unos segundos, sacudió la cabeza.
—Veré que puedo hacer —sonrió con dulzura —. La verdad es que no puedo darte información sobre una persona sin estar autorizada.
—Yo también vivía aquí, junto a Harry. Y necesito comunicarme con él, por favor, necesito saber algo, lo que sea. Si no me cree puede buscar mi expediente —la voz de Louis temblaba, y estaba más aguda de lo normal. Estaba tan nervioso que le sudaba la espalda.
—Le creo, señor. Si quiere puede esperarme aquí, yo buscaré algo sobre...
—Harry Styles.
—Harry Styles —repitió. La Directora le pidió a una señora que le trajera una taza de café, mientras ella buscaba el expediente.
Veinte minutos más tarde, la Directora bajaba las escaleras con un sobre grande de color marrón en una mano y en la otra las hojas que estaban dentro. Se sentó frente a él y volvió a echar una ojeada.
—Aquí dice que Harry Styles falleció.
—No.
—Lo siento. Sé que no es lo que esperaba y no me gusta dar esta información. Pero dice que su cuarto se incendió.
Louis le sacó el papel de las manos con brusquedad.
—Es mentira —su labio inferior comenzó a temblar y no pudo evitar dejar salir sus lágrimas. Harry no podía estar muerto, no, no después de todo el tiempo que habían esperado para ser felices y estar juntos.
La Directora se sentía incómoda por aquella situación. Louis leía entre lágrimas y sollozos.
—Pero aquí no dice más nada sobre él —dijo intentando mantener la esperanza —. Quizás él escapó. No dice que allá muer... ah sí, lo dice.
—De verdad lo siento mucho. Es lo único que ahora mismo puedo ofrecerle, sin embargo, déjeme averiguar más sobre el tema, puedo hacerlo.
—¿Si?
—Claro, pero tendrá que volver dentro de unos días.
—Lo que sea. Vuelvo la semana que viene.
—Lo esperaré.
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Gélidos || Larry Stylinson
FanfictionLabios partidos, manos heladas, pies lastimados, pero todavía con la esperanza de tener una vida de verdad. Inspirada en la película "La princesita" de Alfonso Cuarón.