Yellow | K.sj

Huit

—¡Jin, espera!

Aún llovía afuera, no diluviaba pero caían gotas delgadas. Jin volteó únicamente su cabeza, vio a Iseul con la cabeza gacha y mojándose, entonces volteó todo el cuerpo.

—¿podría...puedo ir contigo? No quiero volver a mi departamento.
—claro.

Jin se quitó el suéter rosa que tanto le gustaba traer puesto y abrigó a Iseul. La ayudó a entrar a su auto y empezó a conducir.

—¿me puedes decir que...te pasó?
—no es algo de lo que quiera hablar.
—entiendo.

Jin miraba varias veces de reojo a Iseul. Desde que entró a la cedería no había visto su rostro. Siempre estaba agachada y lo tapaba con su mano, además del detalle de que ya era tarde y por lo tanto estaba obscuro y no se veía nada.

Jin estacionó su auto y ayudó a Iseul a bajarse. Subieron las escaleras y Jin insertó la llave en la cerradura de su departamento para después abrir la puerta.

—bienvenida. Lo que es mío es tuyo.

Jin fue a su habitación por una toalla y una cobija para que Iseul no enfermara y ella, ella estaba admirando toda la casa de Jin. Era un departamento en el que vivía, pero era de cuatro pisos. Cuatro familias o bien personas viviendo ahí. Era una de las zonas más lujosas de Seúl e Iseul nunca había estado tan cerca de esas casas.

—ten, sécate.—Jin le entregó la toalla.
—gracias.—levantó la cabeza para seguir viendo los detalles de la casa.
—por Dios, Iseul. Tu cara...
—¿eh?

La chica tenía dos rasguños en una de sus mejillas y el ojo rojo y morado. No estaba hinchado como un moratón, estaba rojo vino y llegando a morado. Jin posó su mano en una de sus mejillas.

—no me puedes decir que no te ha pasado nada porque el viento no hace esas cosas.
—estoy bien, Jin. Lo juro.—quitó la mano del chico.
—Iseul...me preocupo por ti. No te habría esperado si no me importaras.
—solo fue un accidente. Te dije que no quería hablar de eso.

Pero, no había sido solo un accidente...

«Rewind...

La chica corrió la cortina de la cocina y entró en ella. Los tres chicos y su jefe la miraron con los ojos como platos al ver su cara.

—buenas noches.—hizo una reverencia y dejó sus cosas en el perchero de la cocina.
—¿como que buenas noches, Iseul?—dijo su jefe con manos en la cintura.
—lo siento, llego tarde, lo sé. Solo un accidente, un desacuerdo y ya.
—¿Iseul, ya viste tu cara?
—¡Sí, ya la vi! ¡No tiene que recalcarlo!—gritó molesta.
—suspiró—. ¿Que pasó?
—ya le dije, solo un accidente. No fue nada, en realidad.
—¡Iseul parece que un tren te pasó por encima y vas a decir que no pasó nada! ¡Por favor, no nací ayer!

La cocina se qjedó en silencio. Los tres chicos y su jefe esperaban la reosesta de la chica impacientes, tensos e incómodos.

—peleamos...
—¿por qué?
—no-no lo recuerdo, todo pasó tan rápido y...
—te golpeó.
—sí.
—suspiró y se pasó la mano por la cara—. Iseul, tienes que dejar a ese muchacho.
—¡no!
—sí, lo tienes que dejar. ¡Por tu salud! No puedes seguir con él, te demacrará la cara.
—¡pero estoy a punto de casarme con él!
—perfecto, déjalo antes de que sea más difícil dejarlo.
—no me puede decir que hacer, ¿sabe?
—no, pero es un consejo. Déjalo.
—no puedo...—abrazó sus rodillas, empezó a llorar—. No puedo.
—escucha, Iseul—se puso de cuclillas frente a ella—. Déjalo, es lo mejor. Allá afuera, ese chico de suéter rosa. Podría ser alguien mejor, se ve que amistad no es lo único que quiere de ti.
—apenas lo conozco.
—no importa. ¿irás con él o lo corro?
—no, yo...

Su jefe se levantó y salió de la cocina.

«¿que no oíste? Vete, está cerrado.» se oía del otro lado de la cortina de la cocina. «ella no saldrá, vete.» volvió a entrar a la cocina.

—¡no puedes correrlo!
—es mi negocio, sí puedo.
—¡yo me voy con él!

»Now..