Neuf

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La chia se había puesto un pijama que le había prestado el chico. Se sentó en la orilla de la cama para acostarse. Jin Se sentó en la orilla de igual forma. Señaló su rostro herido.

—¿puedes decirme?

Iseul suspiró y bajó la cabeza. Todo su cabello cayó a su cara, tapándola. Recargó su cabeza en la palma de su mano y le mostró la otra a Jin. Mano donde se podía notar muy bien el anillo en el dedo anular.

—estás comprometida...

Bajó su mano y asintió con la cabeza. Se podían oír unos pequeños sollozos de su parte.

—no fue su intención...sólo fue un accidente.

Decía más para convencerse a sí misma que para decírselo a Jin.

—te golpeó...
—sí, pero no fue a propósito—levantó su cabeza.
—Iseul, eso no se logra en un accidente.
—está bien, quizá sí estaba un poco enfadado.
—¿un poco?
—ya, por favor. Estaba molesto. No pensó en lo que hizo.
—¿es la primera vez que pasa esto?
—bueno...no, pero...
—Iseul.
—no se que hacer.
—déjalo. No quiero volverte a ver así.
—no puedo dejarlo. Nadie entiende. Estoy a punto de casarme con él y ya no hay vuelta atrás.
—¿te obligó?
—me obligué a mí misma.
—¿que...?
—suspiró—. Necesito casarme con él. No, si es lo que piensas, no es por su dinero. No soy de esas.
—¿entonces?
—abrazó sus rodillas con un suspiro pesado—. Es complicado.
—Tenemos tiempo. Tengo insomnio y no duermo.
—él estuvo ahí.
—¿donde?
—cuando yo más lo necesité. Cuando yo quise, cuando lo necesité, todo el tiempo. Es mi forma de agradecerle.
—¿y Ahora?
—¿ahora que?
—¿a que se deben los Golpes?
—tengo sueño, buenas noches.

Se acostó y se cubrió con las sábanas de la cama. Jin hizo lo mismo. Estaba de lado, dándole la espalda a Jin. Lloraba en silencio. No se escuchaba nada en la habitación. Cuando no pudo más, se dio la vuelta. Miró la gran espalda del chico en frente suyo, lo pensó dos veces y rodeó el tronco del chico.

Jin Se dio cuenta de el acto de Iseul, volteó un poco su cabeza y la vio llorando. Su cara pegada a su espalda amortiguando sus lágrimas. Jin se sonrojó un poco y se giró para quedar en frente de Iseul. Una vez frente a frente la rodeó con sus brazos.

La acurrucó en su pecho y besó su frente. Después de muchas noches de insomnio, finalmente pudo dormir esa noche.

[...]

—te dejo aquí. Te veo en la noche. Adiós.
—gracias, Jin—hizo una reverencia—. Adiós.

Su coche arrancó y se fue, la cabeza de la chica siguió al auto hasta que estaba lejos. Giro hacia su izquierda y comenzó a caminar hacia su trabajo. Oía pisadas detrás de ella que la hicieron caminar con más rapidez.

—Iseul—dijo una voz masculina reconocida para ella.

Su voz le heló la sangre y la hizo casi comenzar a correr.

—déjame en paz—dijo al ver que no dejaría de seguirla.
—tenemos que hablar.
—yo no tengo nada que hablar contigo.
—Iseul—logró alcanzarla y tomó su brazo dándole la vuelta.—. Perdóname.
—eso ya no funciona conmigo, Jae—se soltó del agarre del chico—. Un simple "perdóname" con ojos de cachorrillo ya no me hacen perdonar y volver a tus brazos como antes así que ni lo intentes.
—¿que pasó con nuestra promesa, linda? ¿Donde quedó nuestro "para siempre"?
—pregúntaselo a tu puño.

Iseul siguió caminando sin hacer caso a Jae. Este se quedó perplejo ante las palabras de la chica.

—siempre estuve a tu lado ¿y ahora me haces esto?

Iseul se detuvo. Frunció el ceño y tensó su mandíbula. Se dio la vuelta enojada.

—¿que siempre has estado a mi lado...?—se acercaba a él lentamente—. Siempre a mi lado...
—siempre.
—pero yo no fui la que te golpeó cuando tuvo un mal día en el trabajo. Yo no te mentí y me fui a divertir con alguna amiga. Yo no hice cosas indebidas a tus espaldas. Y sobre todo yo no fui quien rompió esa promesa.
—querida, lo hice sin pensar. Estaba mal, yo...
—¡nada haces pensando! ¡Esa es la misma excusa que dices siempre! "Li hici sin pinsir"—arremedó—. ¿Alguna vez has pensado entonces?—se veía terriblemente enfadada.
—¡tú también haces cosas indebidas a mis espaldas!
—¿ah, sí? ¿Se puede saber que hice?
—ayer dormiste en casa de ese estúpido. ¿Sabes como me siento?
—sí, sí lo sé. Lo siento todos los putos días.—Jae no contestó—. Y para que veas. Jin no me tocó ni un pelo. No como tú lo hubieras hecho apenas nos conocimos si no te hubiera detenido.
—¿que estás insinuando?
—insinúo que te vayas mucho a la mierda—se quitó el anillo del dedo—. Ten, quédatelo.

Le lanzó el anillo al chico, este lo recogió del suelo y lo miró con detenimiento.

—¡ah y..!—dijo Iseul antes de irse—. Te mentí, Jin es un Dios en la cama.

Se dio la vuelta y siguió con su camino a la cafetería. Eso último había sido una mentira pero quería hacerlo sentir como ella siempre se sintió en su compañía inexistente.

Yellow | K.sjDonde viven las historias. Descúbrelo ahora