Seize

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—Buenos días, princesa.

Iseul acababa de despertar cuando la puerta de su habitación se abrió, dejando ver a Jae recargado en el marco de la puerta. El Sol se colaba por la ventana, la chica se dio cuenta de que no había cerrado sus cortinas en la noche. Iseul talló sus ojos con cuidado de no lastimarse, ya que aún le dolía el ojo por el moratón que le había causado Jae. Además de que su antebrazo también dolía por su agarre la noche anterior.

—esto es acoso, Jae. Y también maltrato.—dijo Iseul con aspecto triste.
—perdóname, mi intención no era venir tan temprano. Pero quería ver junto contigo la lista de invitados para la boda.—dijo aún en el marco de la puerta, cruzado de brazos.
—no e de importancia por mí, invita a quien quieras y ya. Por favor, quiero dormir todo el día.—Iseul volvió a acostarse y a taparse con las frazadas de su cama. Jae se acercó a ella y se sentó en la orilla de la cama, del lado donde se encontraba su rostro.
—¿que acaso no quieres invitar a tu familia?—preguntó viendo hacia la ventana, directamente a la cálida luz del Sol que se colaba y alumbraba toda la habitación.
—tú más que nadie deberías saberlo, Jae.—dijo con los ojos cerrados y sin mirar a Jae en frente de ella.
—¿que?
—Iseul suspiró—. Yo no tengo familia.—Jae se dio cuenta entonces, que había estado más ocupado viendo su celular, que prestándole atención a Iseul.
—¿tu padre?—Jae volteó a ver a Iseul, quien aún seguía con los ojos cerrados.
—demasiado hombre como para tener como desendencia a una mujer. Me dejó cuando nací.
—¿t-tu madre?—titubeó Jae.
—enfocada a darle más amor y atención a mi hermano, esperando a que así mi padre regresara. Me corrió de casa cuando cumplí la mayoría de edad.
—¿y tu hermano?—Jae tragó salive en seco después de preguntar, estaba nervioso.
—nunca supo de mi existencia realmente. Me fui cuando era muy pequeño.—Jae suspiró. Iseul abrió los ojos por fin—. Supongo que las únicas personas a las que puedo llamar familia son Hoseok, Jimin, Yoongi y mi jefe.
—¿y por qué no los invitamos? ¿No les gustará verte tan hermosa en tu vestido?—Jae le sonrió a Iseul, quizá diciéndole lo hermosa que se vería la haría feliz. Pero no fue así.
—no puedo dejarles ver que me rendí así de fácil. Simplemente no puedo.—Iseul volvió a cerrar los ojos, estaba a punto de destrozarse y comenzar a llorar. Y lo hizo. Su mano subió hasta su cara y sus dedos intentaron secar su rostro.
—Y....¿Jin?—preguntó finalmente. Iseul volvió a abrir los ojos.
—¿Jin?....—se volvió a secar las lágrimas con sus dedos—. Supongo que a él también lo defraudé.—Iseul soltó una risa burlona, mezclada con su voz quebrada por llorar sonó muy retorcida—. He defraudado a todos los que quiero, incluso a mí. Porque desde que tengo memoria me hice una meta.—miró la fotografía enmarcada en su buró. Una imagen de la Torre Eiffel—. Y adivina qué. —sacó su brazo de la cobija y la extendió, tomó la fotografía del marco y la acostó boca abajo. Devolvió su brazo a las cobijas y cerró los ojos—. También la defraudé.
—Hey—Jae se levantó de la cama y se colocó en cuclillas en frente para ver la cara de Iseul. Por más duro que fuera con Iseul, a Jae no le gustaba verla llorar.—. No llores, no pasa nada. Aún me tienes a mí. Aún estoy aquí, a mí no me has defraudado. ¿O sí?
—no te gusta verme llorar. Lo sé muy bien—abrió los ojos y miró triste a Jae.—. ¿Que te parece que estoy haciendo?
—yo aún te quiero, Iseul. No me casaría contigo si no lo hiciera.

Iseul guardó silencio. No miró a Jae. El Sol fue desapareciendo lentamente de su ventana, el día comenzaba a verse más gris. Suspiró y aún sin ver a Jae pronunció.

—yo no te quiero nada.


[...]



—¿que es esto?—dijo Iseul mirando los sobres de papel decorados encima de la pequeña mesa del comedor. Levantó la mirada y vio a Jae colocándose su chaqueta negra y tomando sus llaves—. ¿Ya te vas?
—ah, sí. Pensé en dejarte sola. No quiero molestarte más. Al menos por hoy—dijo dándose la vuelta para mirarla.

Jae seguía recogiendo sus cosas mientras Iseul revisaba los nombres de los invitados en los sobres de las invitaciones. Todo normal, familiares de Jae. Hasta que se percató de un nombre que no esperaba ver ahí. Volteó a ver a Jae con ojos brillantes.

—¿Kim Seok Jin?—preguntó Iseul. Jae se volteó lentamente para ver a Iaeul.—. ¿Por qué lo invitaste?
—bueno, supongo que a él sí le interesa verte así de hermosa en tu vestido. Además...digamos que si quiere robarme a la novia el día de la boda, no los perseguiré.—dijo relajado.

Iseul no podía creer lo que estaba escuchando. Una sonrisa se formó en su rostro junto con sus ojos llorosos.

—¿D-De verdad?—preguntó incrédula Iseul.
—De verdad.—dijo Jae. Se encogió de hombros y con una leve reverencia se despidió, tomó sus llaves y sus demás cosas y salió del apartamento de Iseul.

Yellow | K.sjDonde viven las historias. Descúbrelo ahora