3. ¿Una limusina?

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~*~Lucy~*~

Me desperté por los gritos de mi tía Glenda. Esa mujer chillaba demasiado por las mañanas, otra de las cosas de las que tendría que acostumbrarme...

Al parecer mi padre y lady Arista hicieron un acuerdo (de hecho lady Arista dijo algo y mi padre la obedeció como un perro a su amo). El acuerdo era que cuando yo viajase por primera vez en el tiempo, me iría a vivir con ellos. Y todo esto sin consultarme, era como para decirles "Eo, estoy aquí, ¿sabéis?" Realmente no lo soportaba, ellos nunca contaban conmigo.

Bajé después de haberme aseado y ponerme el uniforme del instituto. Iba a la escuela Saint Lennox, uno de los más prestigiosos de Londres y al que iban todas las Montrose. Allí yo era la típica nerd, pero con amigos. Yo iba más avanzada por las clases de misterios que me daban la tía Glenda y lady Arista. De vez en cuando venía Grace y alegraba todo. Desde que empezaron mis mareos me visita cada vez más, ya que las clases se me vuelven más difíciles.

–¡Por fin estás aquí, jovencita! –exclamó mi abuela– Llevamos más de cuarto de hora esperándote para desayunar. Una de las normas que tienes que aceptar para vivir en esta casa es que aquí todo el mundo debe de ser puntual en las comidas.

Miré la mesa del comedor, allí les ví a todos menos a la tía Maddy.

–¿Y la tía Maddy? –pregunté mientras me sentaba.

–A ella nunca le ha gustado levantarse pronto –respondió poniendo mantequilla en su tostada.

Nadie más habló durante el desayuno. Genial. Me encantaban los silencios incómodos (sarcasmo).

Terminé de desayunar, me despedí y fui al instituto en autobús.

Llegué a la escuela con diez minutos de antelación y se acercaron tres de mis amigos preguntando por qué desaparecí ayer. Claramente no les puedo contar sobre mi don de los viajes en el tiempo, ya que estaba prohibido, además muchas otras cosas más. Como no podía decirles la verdad les mentí diciendo que me sentía mal y por ello me fui en la hora de comer.

–Eso es mentira –dijo mi amiga Hannah–, seguramente habrás salido con algún pibón de esos que siempre te encuentras cerca de tu casa, ¿verdad?

Larry me miró mal, no lo entendía, nuestra relación acabó hace un año y aún se sigue poniendo celoso. Includo cuando fue él quien cortó conmigo.

Él para mi fue como mi príncipe azul, una personalidad increíble, cabello castaño, ojos azules, nariz perfecta..., pero un día dejo de ser esa persona tan amable y dulce a ser un adolescente descerebrado e insensible como lo era en aquel momento.

–¿Fue con el chico ese rubio supermono? –dijo Rachel, otra amiga mía.

Ella y Hannah tenían los mismos ojos de color verde, el mismo tono de piel y casi la misma estatura (Hannah era más alta que Rachel por pocos centímetros). Lo que las diferenciaba era que Hannah era rubia casi alvina y Rachel tenía el cabello de un color miel un poco apagado, más bien castaño. Además que en personalidades eran muy distintas. Hannah era más atrevida y ligona y Rachel era más tímida y soñadora.

–Ahm, no es eso, no he salido con nadie –dije mirando al suelo–. Además, me he mudado, ahora vivo en la casa de mis abuelos.

–¿Donde está la loca de tu tía? –dijo Hannah aterrada.

Asentí con la cabeza y comencé a caminar hacia el instituto. Mis amigos me siguieron y todos me dieron su pésame, menos Larry que seguía mirándome extraño.

Entramos a clase y cada uno ocupó su lugar. El profesor de inglés e historia, mister Loya entró en clase con sus andares de casi jubilado. Él ya hacía unos muchos años que trabajaba en este colegio, era uno de mis profesores favoritos, ya que era muy amable y explicaba todo muy bien.

Lucy y PaulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora