14. Escritos secretos

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}|{Paul}|{

Sentía como Lucy se agarraba fuertemente a mí para no caerse de la moto.

Sonreía debajo de mi casco, me sentía genial con esa chica. Ella era un todo para mí. Aún no me creía que ella también me quisiese tanto como yo a ella.

Llegamos a la sede y bajamos del vehículo.

Cuando Lucy se quitó el casco pude observar que estaba un poco verde.

–¿Estás bien? –pregunté preocupado.

Ella asintió con la cabeza y se apoyó en mi brazo.

–Es la primera vez que monto en moto –dijo.

Me reí levemente y después le dí un suave beso en la frente.

Lucy me sonrió y después me encaminé a la sede con Lucy colgada de mi brazo.

–Lucy –la llamé mientras entrabamos–, ¿te gustaría venir a una fiesta este finde?

Ella se encogió de hombros.

–Me da igual. ¿Qué tipo de fiesta es? –preguntó.

Sonreí de medio lado y aceleré un poco el paso.

–Una fiesta que celebra una amiga de la universidad con sus amigos.

Lucy se sonrojó y miró al suelo.

–Oh... –suspiró-, una fiesta universitaria...

Solté una carcajada y asentí.

–Sí, universitaria. ¿Te vienes, princesa?

Ella me miró a los ojos y asintió.

–¡Lucy, Paul! –nos llamó lord Montrose– Hoy tenemos que dar las explicaciones. Vamos, nos están esperando en la sala del dragón.

Lucy y yo asentimos y le seguimos hasta la sala del dragón. Esa era mi habitación favorita desde que era niño, ya que las esculturas y pinturas me parecían muy fantásticas y místicas.

–Ya estamos aquí –dijo lord Montrose al entrar.

El adepto del otro día, mi hermano y otro adepto nos esperaban sentados en los sofás.

–De acuerdo, empecemos —comenzó el primer adepto.

Mientras contábamos la historia el primer adepto apuntaba todo en una libreta, el segundo observaba sus uñas y mi hermano veía mi mano entrelazada con la de Lucy con un rostro neutral.

–Aún me queda una duda, ¿cómo salisteis del sótano? –preguntó el primer adepto.

Los tres nos miramos sorprendidos, no habíamos pensado en eso.

–Un día nos encontramos la puerta abierta –dije rápidamente–. Entonces Lucy y yo decidimos salir y nos encontramos con lord Montrose. Empezamos a hablar y al final quedamos en que él nos iba a ayudar con nuestras tareas y que hablaríamos. Nosotros no pensábamos que eso fuera un problema –dije sonando inocente.

–Y no lo es —intervino lord Montrose–, bueno, ustedes dos váyanse a elapsar ya. Nosotros ya seguiremos hablando de esto.

Lucy y yo le obedecimos y fuimos a la sala del cronógrafo.

–Por los pelos –suspiró cuando llegamos–. Buena intervención...

Sonreí de medio lado y comencé a programar el cronógrafo.

–¿Nos vamos?

Lucy asintió con la cabeza y elapsamos.

Abrí la puerta con la llave que teníamos y fuimos al despacho de Lucas.

Lucy y PaulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora