5. El baile

625 19 7
                                    

~*~Lucy~*~

No me podía creer que llevase puesto aquel hermoso e increíble vestido del siglo XVIII.

El vestido era como el de las princesaa. La parte de arriba ceñido al cuerpo y la de abajo voluminoso. El vestido no tenía mangas y era verde con varios adornos con forma de flores pequeñitas en el escote de corazón y otras más esparcidas en la falda.

–Madame Rossini –la llamé mientras miraba mi reflejo–, es precioso... no me puedo creer que haya un vestido tan hermoso como este...

Toqué con la yema de los dedos la tela del vestido.

–¡Ay!, mi sirenita, me alagas demasiado.

–Lo digo en serio –Dí una vuelta mirándome en el espejo–, deberían darla un premio por lo que ha hecho.

–En eso sí tienes razón –dijo soltando una risita–. Ahora date la vuelta para darte los últimos retoques.

Hice lo que me dijo y ella empezó a maquillarme, ponerme la peluca y un lunarcito falso en la esquina superior izquierda del labio. Me miré en un espejo pequeño el rostro y me quedé asombrada, no me reconocía para nada.

–Esto es increíble –dije girando mi cabeza para ver mi cara en distintos ángulos.

Un hombre tosió desde la puerta. Me giré y allí le ví, tan increíble como siempre. Paul aún tenía la ropa de calle, no se había cambiado, cuando solo quedaba media hora para elapsar.

}|{Paul}|{

–Aquí está por fin –se quejó madame Rossini–, llega muy tarde señorito.

No la hice caso. Tenía todos mis sentidos centrados en aquella chica con peluca y vestido verde. Ella estaba realmente hermosa...

Sentí algo caer sobre mi cabeza tapándome la vista. Lo quite de mi cara y lo miré, era la ropa que debía llevar para el baile.

–Y dese prisa –me ordenó Rossini– ya sabe que a Giordano no le gusta esperar.

Asentí con la cabeza y eché un último vistazo a Lucy.

–Estás muy guapa, princesa. –Ella se sonrojó rápidamente y miró al suelo.

–Gr-gracias –tartamudeó.

Yo me fui soltando una risa, me encantaba esa chica. Tímida a veces, dura cuando estalla y siempre tan... ella.

–Ya era hora –se quejó el papagallo (apodo que le habíamos dado Lucy y yo) nada más entrar– vístase rápido, que aún tengo que maquillarle, ponerle la peluca, perfumarle...

Dejé de escucharle y me fui a cambiar, realmente Giordano siempre me había caído fatal, y me gustaba menos desde que le gritaba a Lucy, ¿quién se creía para hablar así a mi princesa?

En ese momento ella y yo estábamos mejor, se nos había olvidado los asuntos del intento de tratado de paz y el casi beso. La verdad es que era mejor así, prefería tenerla más como amiga que como una desconocida.

Terminé de vestirme y Giordano empezó a maquillarme, odiaba esa parte, me hacía sentir mal, ¿por qué esconderme tras esos polvos y lunares falsos? Puede que se vean bonitos, pero me parecían un sobreexceso en mi.

–Ya está, perfecto –dijo Giordano mientras admiraba su creación.

–¿Me puedo ir ya? –pregunté impaciente por irme de ese lugar.

No aguantaba estar tanto tiempo con él. Me hacía sentir miedo, ya que pensaba que se me iba a pegar su idiotez algún día de esos.

Él asintió con la cabeza y yo me fui hasta la sala del cronógrafo donde ya todos me estaban esperando.

Lucy y PaulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora