Capítulo 44

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Cerca de las 22:30 de la noche Skandar comenzó a ponerse en marcha. Quienes quisieran podrían venir a seguir la fiesta donde sea que Skan había conseguido lugar. Digo esto porque no quiso decirme a dónde iríamos, poniendo la excusa de que un regalo sorpresa.

Sam y los padres de Skandar se quedarían en casa. Se habían hecho muy amigos y era lindo ver cómo Sam se relacionaba con los demás siempre siendo él mismo y marcando su amabilidad.

Subí al auto de Skan, mientras que Logan y Ezra se subieron con William en su coche. Ya habíamos cargado todo lo necesario. Skan subió, abrochó su cinturón y encendió el estéreo.

-¿Lista, preciosa mía?-preguntó antes de arrancar el motor.

Me volví a mirarlo y sonriendo le contesté:

-Lista.

Y puso en marcha el auto.

La noche aún era joven, como nosotros, dispuestos a divertirnos, a brillar, a ser alguien, a soñar. La ciudad brillaba radiante como siempre, el viento entraba por la ventanilla baja y el volumen de la música estaba alto. No tenía la menor idea de a dónde iríamos, pero Skandar parecía entusiasmado por llegar. Ambos cantábamos a dúo la canción que sonaba y nos reíamos solos, mientras las personas de los demás autos se detenían a mirarnos, algunos como si estuviéramos locos, otros se reían, nos miraban con ternura. Simplemente lo amaba, lo amaba profundamente con todo mi corazón.

Llegamos a una entrada con rejas negras, que se abrieron automáticamente y nos dejaron pasar. A partir de ese momento todo parecía dominado por árboles, plantas y flores de todo tipo. El lugar se iba iluminando por faroles en los costados del camino y el perfume silvestre comenzaba a sentirse, mezclándose con el aire fresco del ambiente. Y la emoción iba en aumento. Sobre algunos árboles habían pequeñas luces distribuidas y, casi al final del camino, se hallaba una cabaña muy bonita y rústica, adornada también con luces amarillas tenues y, con lo que parecían, algunas flores artificiales, pero muy bellas.

Skan paró y estacionó su coche, para luego desabrocharnos ambos el cinturón. Los demás ya habían bajado y se dirigían hacia la cabaña, cargando cajas de bebidas y comida.

Miré emocionada a través de la ventanilla, cuando Skandar posó su mano en la mía. Dirigí mi mirada hacia él y planté un beso en sus labios. Era un momento perfecto que sé que no olvidaría jamás.

-Este será nuestro refugio-dijo él, tomando mi mano entre las suyas-. Es nuestro, mi amor. No existirán rencores, ni enojos, ni discusiones en este lugar. Será nuestro lugar de paz y del aislamiento de la inminente crítica de la sociedad.

-Sabes que me encantan los lugares así-dije con voz emocionada, sonriendo de punta en punta, sintiendo en mi pecho un amor que no paraba de crecer.

-Por ese mismo motivo hice todo lo posible por conseguirlo y, quiero que sepas, que aún así me parece menos comparado con todo lo que me das día a día.

Nos sonreímos y luego nos besamos, como si nada, como si nadie más en el mundo existiera y era simplemente perfecto.

-Te amo-solté, casi en un susurro, cuando nos separamos.

-Y yo a ti-respondió él.

Posteriormente bajamos del coche, junto con algunas cosas que habíamos cargado.

El lugar era increíblemente bello. Subimos unas escaleras de madera y llegamos hasta la puerta de la pintoresca casa, que ya estaba abierta. Dentro, los chicos ya estaban poniendo las bebidas sobre una mesa, mientras yo observaba con atención cada detalle de la casa. Todo era hermoso.

Un amor alocado (Skandar Keynes y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora