Capítulo 28

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      -¡William!-grité al pie de las escaleras

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      -¡William!-grité al pie de las escaleras.

      -¿Qué?-respondió él, desde su habitación.

     -¡Apúrate! Después nos dicen que las mujeres nos demoramos en prepararnos-le reproché.

     Sam rió. Mientras me ponía un abrigo, por las escaleras venía bajando William, poniéndose también su chaqueta.

     -Al fin mujer-bromeé.

      -Sh, callate impertinente mocosa-dijo, buscando las llaves de su auto.

     Reí y tomé una mochila que estaba sobre el sillón. Luego fui hasta la mesa y tomé dos paquetes que tenían lindos envoltorios. Uno estaba algo mal pegado con cinta adhesiva. Reí para mis adentros, ese era el regalo de Will para Luke...fácilmente se podía notar que él lo había envuelto y eso me encantaba, siempre queriendo hacer las cosas a su manera, sin ayuda.

     -¿No olvidamos nada?-preguntó Sam-. ¿Me veo bien asi?

     -Genial-sonreí, mirándolo.

     -¿Y yo?-preguntó William, poniendo cara de galán.

     -Mmmm-dije, mientras caminaba hacia él, examinándolo-. Si te cambiaramos la cara por una más bonita...

     -Que envidiosa-se apresuró a decir-. Ya quisieras tener mis ojos celestes.

     -Te ves bien asi torpe-reí-. Siempre te ves bien..no sé como lo haces.

     -Sabrosura natural-dijo, tocando su cabello.

     -Ay si...me derrito William Moseley-dije sarcástica.

     Salimos y nos dirigimos hacia el auto de William, no sin antes cerrar bien la puerta con llave. Al llegar, cerca ya de las 6:30 de la tarde, bajamos rápidamente y toqué a la puerta. Esperaba que abrieran lo más rápido posible ya que hacia demasiado frío. Luego de unos pocos segundos apareció el padre de Luke, parado bajo el marco de la puerta. Al vernos una amplia sonrisa se formó en su rostro.

     -¡Los Moseley!-exclamó-. Pasen, pasen, no tomen frío-dijo abriendo aun más la puerta.

     A medida que fuimos pasando, ibamos saludando al señor Butcher. Cuando ya estuvimos dentro, comenzamos a saludar a un par de familiares de Luke que ya habían llegado, como sus abuelos, que vivían lejos y siempre lo visitaban temprano para irse antes de anochecer.

     -¡Querida!-dijo el señor Butcher-,ya llegaron los Moseley.

     Y de la cocina, con su típico delantal y un guante para horno salió la madre de Luke, también sonriendo.

     -¡Llegaron!-exclamó, contenta.

     -Y traje lo que me pidió-dije sonriendo, sacando algo de mi mochila y entregándoselo.

Un amor alocado (Skandar Keynes y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora