Capítulo 47

702 42 11
                                    

Tosí por milésima vez, agitándome levemente. Me encontraba acostada en mi cama, enferma y débil.

-Aquí te traigo un té caliente...tiene miel y limón-murmuró William, entrando a mi habitación con una taza de té-. Sam dice que te aliviará un poco.

-Gracias-respondí con un hilo de voz.

Él se sentó en el borde de la cama y me miró, algo apenado.

-Decidimos llamar a Chase-soltó-. Es raro que te enfermes así de un día para el otro.

-No hacía falta-me apresuré a decir, para luego tomar un sorbo de té.

-Al menos así nos aseguramos de que no sea nada malo _____-contestó él.

-Está bien-dije resignada, acomodándome un poco en mi cama.

-Quizás tomaste frío el día que obtuviste tu licencia de conducir-comentó pensativo-. ¿A dónde fuiste luego?

Me puse nerviosa al recordar todo lo que había sucedido hacía a penas dos días. Desde entonces mi mente me torturaba todo el tiempo, no podía evitar pensar en Skandar y lo que tenía que hacer. 

No lograba dormir bien y ánimo estaba tan bajo que ya empezaba a comer menos.

-Sólo...fui a tomar un café, ya te lo dije-contesté, tratando de parecer segura.

Él se limitó a mirarme, sospechando de lo que acaba de decir.

-Bien-murmuró, elevando una ceja.

Parecía que iba a volver a hablar pero alguien tocó a la puerta. William volteó y me dio paso para ver de quién se trataba. Era Chase. 

Venía con un maletín y su típica e imborrable sonrisa de amabilidad. Detrás apareció Sam y ambos entraron a la habitación.

-Llegó nuestro doctor preferido-soltó Sam, poniendo una mano sobre el hombro de Chase, sonriendo.

-Vaya, llegaste rápido-comentó William, dirigiéndome una mirada burlona.

Sólo atiné a patearlo disimuladamente por debajo de mis sábanas.

-Siempre para servir a los Moseley-respondió Chase, ladeando su cabeza.

Luego se dirigió directamente a mí, clavando sus ojos en los míos.

-¿Cómo te sientes?-me preguntó, sacándose su chaqueta.

-¿Tú qué crees?-respondí irónica, tratando de acomodarme para sentarme bien.

-Bueno-suspiró William, levantándose de mi cama -. Te dejaremos para que revises tranquilo a la paciente -terminó por decir, palmeando el hombro de Chase.

Dicho esto salió con Sam y cerraron la puerta.

-Vamos a tomarte la temperatura, ¿sí?-se apresuró a decir Chase, sacando lo necesario de su maletín.

-Está bien-respondí algo indiferente.

Él procedió a colocarme el termómetro debajo del brazo y luego dirigió una mirada rápida.

-¿Te encuentras bien?-preguntó de nuevo, sacando el estetoscopio y colocándoselo en el cuello.

-Ya te dije que...

-No me refiero a eso-me interrumpió él, pidiendo permiso para poder levantar un poco mi remera para poder revisarme-. Te curé un corte en la pierna y no perdiste tu sonrisa ni por un segundo. ¿Resfriarte te pone triste? Respira hondo...

Lo miré, mientras él estaba concentrado escuchando los latidos de mi corazón. ¿Era tan obvia?

Luego se sacó el instrumento.

Un amor alocado (Skandar Keynes y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora