Las manos de Hadrien me abrazan, no es como era más chico y Hadrien corría a abrazarse a mí. Hay tanto diferente ahora.
— ¿Qué se supone que molesta al grandioso Kiran?— siento sus labios moverse contra los míos.
— ¿siempre eres tan desinhibido con todos? Incluso con Lou...
— ¿esa chica? Kiran, tu más que nadie sabe que las chicas no me van. Y más bien, yo debería estar diciendo eso— ya estoy negando.
— no puedo, realmente ¿Qué fue lo que hiciste, Hadrien? Que no puedo dejar de pensar en ti— escucho su risa.
— ¿Quién sabe?— le beso otra vez. Hadrien me empuja, pero sin separarse, nuestros pies tropiezan, y así, entre trompicones llegamos a la cama. ¿Alguien podría entrar? Me lo alcanzo a preguntar momentos antes de caer en la cama— ¿acaso te has rendido a mí?
— ¿Quién sabe?— respondo. Quiero preguntarle si no piensa en que pasara si entra alguien, pero sus labios besan mi cuello, presiona tan fuerte que sé que dejara una marca.
— Deja de mirar la puerta— me dice, sus manos impidiendo que me mueva— te dije que es lo que tenías que hacer ¿no?— recuerdo un poco.
— lo siento, pero no diré eso, porque no puedo pedirte permiso. Solo voy a desnudarte— no le pediré que se desnude, no le pediré por favor si puedo hacerlo. Mi cordura se ha ido, y no la echo de menos. Hadrien a no trae el saco puesto, me tomo mi tiempo para desabotonarle la camisa.
— ¿no te vas arrepentir? Estamos haciendo algo indudablemente malo— me dice, poniendo sus manos en mi pecho. Se sienta, pero aun sigue cerca, sus manos no se despegan de mí.
— ¿y tú?
— soy el villano, Kiran, se supone que haga cosas malas— me besa de nuevo— hare solo cosas malas— eso solo despierta mas mi deseo. A tirones logro sacarle la camisa, sus manos bajan al borde de mi pantalón— tsk, esto es una molestia justo ahora— sigo su mirada hasta su mano, la que he vendado.
— Bueno, todo tiene solución— desabrocho el botón. Él solo sonríe, sus ojos brillan con malicia, lujuria... tomo su rostro entre mis manos y le beso. Me arrastra hacia atrás, cayendo sobre la cama. Me apoyo en mis manos, comienzo a besarle el cuello, bajando más. Hadrien me detiene, se inclina hasta mí y me besa otra vez.
Ese beso es fuego.
Sus manos me sujetan del cabello, me muerde suavemente, en una claro desacorde con sus manos, que comienzan a tirar de mi camisa. Yo busco quitarle los pantalones, sin dejar de besarnos, Hadrien termina sobre mí. Subo mis manos por sus piernas, suspiro cuando hecha la cabeza hacia atrás. Ya no existe nada más en este mundo.
Es él quien logra quitarme primero los pantalones, sin despegar la mirada de mis ojos. Le veo subir de nuevo hacia mí, hago el intento de girar, pero él no me lo permite. Mientras me besa, baja su mano sana por mi pecho, hasta dar con mi miembro, le veo sonreír, una sonrisa malvada, cuando comienza a acariciarme, haciendo más presión de la necesaria.
— ¿acaso eso es un gemido?— dice, igual con tono malicioso.
— ¿Siempre tienes que convertir todo en una lucha?— no sé si le tomo desprevenido o solo se deja hacer, porque le detengo, y hago que caiga en la cama. Le sostengo con una mano las suyas, alzándoselas sobre la cabeza. Deslizo la otra desde su rostro hasta la cadera, donde me detengo solo por el pantalón— ¿dejaras tus manos quietas?
— Quien sabe— murmura. Cuando las suelto, se quedan ahí. Desabrocho su pantalón, de pronto le tengo otra vez cerca, me muerde el hombro. Eso lo descontrola todo, nos besamos otra vez. El cuerpo de Hadrien se siente helado, como si hubiera estado un buen rato en un lugar muy frio. Sus piernas me rodean la cadera. Sus manos de nuevo se aferran a mi cabello, me levanto un poco, mirándole a los ojos, su mirada se clava en la mía, bajo mi mano por una de sus piernas, moviéndola para buscar una posición mejor— Kiran, por más que esto me guste, no estamos para amabilidades ahora.
ESTÁS LEYENDO
Crónicas de un villano
FantasyEn este mundo existe la magia, hay magia en todo. En el aire, la tierra, el fuego, el agua... en la luz, y en la oscuridad. Algunos humanos pasaron su vida intentando controlar esa magia... y lo lograron. Ahora muchos años después, todavía nacen pe...