12.- Si solo caminas los días soleados, nunca alcanzaras tu destino.

273 42 6
                                    


Siento un desagradable vacío en el estómago. El pasillo no solo está oscuro y lleno de cadáveres, personas que hasta hace no mucho conocía. Hay una luz verdosa al final. Ningún mago que no tenga permiso puede entrar aquí. Y claramente aquí hay un intruso. Cuando llego a la puerta, encuentro un desorden de cosas regadas. Papeles regados por todos lados, frascos rotos, con su contenido esparcido por el suelo. Un ruido entre las estanterías me indica hacia donde debo ir.

— ¿No te dijeron nunca que hurgar entre las cosas de los demás está mal?— el desconocido alza la cabeza, pero trae una capa con capucha, no puedo ver nada. Hay una flama verde suspendida a un lado de donde está.

— Tsk— le veo tomar algo apresuradamente de la caja. Con un chasquido de sus dedos, la luz se desvanece. Algo me golpea de frente, algo bastante duro ¿Acaso me arrojo la caja? Esta pesada. Una corriente de aire pasa por mi lado. Aquí no se puede hacer magia de aparición o desaparición, es una sala con cosas demasiado importantes como para correr el riesgo de permitir tal cosa.

— ah, maldición— me recupero, arrojando la caja, que cae pesadamente al suelo. Salgo corriendo tras el intruso. ¿Qué fue lo que tomo? Casi tropiezo con un cadáver, ignoro todo lo demás, hasta que le vuelvo a ver, saliendo por una sala hacia la calle. Escucho un grito afuera. Alguien se ha adelantado, porque cuando intento desaparecer no puedo hacerlo. Eso explica por qué seguimos corriendo. Intento sentir la magia, buscando alrededor algo que pueda usar para detenerle. Cuando noto un arbusto, le hago crecer. Funciona, porque le veo detenerse para evitar quedar atrapado. Salto contra él y rodamos por el suelo.

— ah... siempre tan oportuno ¿no Kiran?

— ¿Hadrien?— la capucha se le baja entre el forcejeo. Su cabello está más largo que la última vez que le vi, cuando se mostró ante nosotros. Su rostro está más delgado, pero sigue siendo atractivo. Le miro, en shock. ¿Por qué Hadrien está aquí?— ¿Qué...? ¿Qué fue lo que tomaste?

— solo un pequeño presente.

— no juegues, Hadrien. ¿Acaso estás loco? ¿Cómo pudiste entrar a robar y a...?— él sonríe. Ah, cierto, Hadrien ahora es... ahora es nuestro enemigo. Levanta la mano, mostrando un amarre con listones y cristales.

— Me gustaría quedarme a charlar toda la noche, pero tengo cosas que hacer— no veo venir el golpe que me da. No un golpe con el puño, sino una corriente de energía que me lanza hacia atrás y me deja aturdido. Me repongo lo más rápido que puedo, pero Hadrien ya ha corrido otra vez.

— ¡Kiran!— veo a los guardias, a magos que conozco.

— ¿estás bien?

— si... los cristales, tiene unos cristales...— no sé de qué sean, o porque están ahí, pero sé que los cristales se usan para potencializar la magia. Algunos siguen adelante. Busco la mirada familiar de alguien— es Hadrien— digo, antes de seguir corriendo. Escucho un estallido más adelante, como si algo hubiera impactado contra madera. Casi inmediatamente las llamas surgen de algún lado entre las casas.

— Esto está mal— Jency se detiene, observando el fuego— vayan hacia allá— ordena a algunos que vienes detrás de nosotros— Kiran, debemos intentar que no pase algo como lo de la otra vez, no creo que...

— No dejare que pase— cuando giramos la calle, no hay rastros de los magos que pasaron primero. Andamos más alertas, y de pronto, algo me sujeta el tobillo— maldición...— una mano esquelética surgiendo de la tierra.

Crónicas de un villanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora