Capítulo II

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Corporativo Adams, ¿En que puedo servirle?. —la voz de—probablemente—la asistente de Kwan se escucha del otro lado del auricular del teléfono de mi oficina.

Aclaro mi garganta antes de hablar y aunque se qué no me ve, enderezo mi postura.

—Si buenas tardes hablar la señorita O'Kelly de la revista Forbes. —me presento —Hablaba para solicitar una reunión con el señor Adams, Kwan Adams. —aclaré, por si acaso se encontraba otro Adams cerca.
—Permítame enlazar la llamada con la secretaria del dueño, un segundo por favor. —comenta, después de unos segundos de no escuchar nada del otro lado se la línea decido que es tiempo de colgar cuando de pronto escucho su voz.

Tan sensual como la recuerdo, tan ronca y varonil. Tan Kwan Adams, mi respiración se acelerara y mi ritmo cardíaco se ha acelerado notablemente, un cosquilleo en mi parte baja hace que me remueva incómoda en mi asiento.

Kwan Adams, ¿Con quién tengo el gusto? . —habla.

Un jadeo inesperado sale de mis labios y siento mis mejillas calentarse de solamente hacerme la idea de que él haya escuchado eso.

—Soy la señorita O'Kelly de la revista Forbes, hablaba para solicitar una cita previa a una entrevista con usted señor Adams. —dije con profesionalismo y agradecí internamente a eso.

Por unos largos segundos la línea quedó en silencio, observé el verificador para ver si la llamada seguía en curso y efectivamente, aún estaba en línea con Kwan.

Verá señorita O'Kelly, en está semana estaré de viaje y no regresare hasta detro se una semana. ¿Le molestaría vernos hoy?. —el profesionalismo en su voz, sin duda me ponía caliente. Aparte de que jamás lo había oído por medio del teléfono.
—¿Hoy? ¿A que hora sería?. —mi voz sonó totalmente ahogada.

No tenía previsto que hoy mismo lo vería, es más ni siquiera tenía previsto verlo de vuelta.

Sí hoy, ¿Tiene algún inconveniente?. —preguntó con sorna, y aunque sabía qué no me veía rodé los ojos.
—No, sólo que se me hizo muy rápido ¿Dónde y a que hora, señor Adams?. —vuelvo al profesionalismo, aunque siento mis mejillas calentarse y mis pliegues palpitar.
El único lugar que me queda cerca es Tierra los Abuelos, ¿Le parece bien a las nueve?. —pregunta del otro lado.

¿Tierra los Abuelos? ¿Qué no es un bar? ¿A las nueve de la noche?.

—¿En un bar señor Adams?. —la incredulidad en mi voz es notable y quiero que él lo noté, porque para nada iré a un bar con él y menos a tierra los abuelos.
Tengo junta en unas horas y queda cerca de ése lugar y creo poder desocuparme a esa hora vuelvo a preguntar señorita O'Kelly ¿Tiene algún inconveniente?. —el tono buslesco de su voz me molesta, suspiro exasperanda y tras pasar la mano por mi cara, por fin sedo.
—Claro que no señor Adams, ahí estaré sin falta. —sonreí nuevamente pero la borro en segundos al darme cuenta de que no me ve.
Perfecto la veo ahí entonces. —cuando voy a hablar para despedirme él me interrumpe —La puntualidad es lo mío, llegue temprano Victoria. —y sin darme tiempo a responder, cuelga.

Miro incrédula el teléfono y después lo cuelgo con algo de fuerza <¿Sabía desde un principio quién era?.> .

Enojada y no saber el motivo hizo que durante toda la tarde escribiera las preguntas, decentes y no tan decentes que le preguntaría a Kwan. Cuando observé la hora en el reloj que estaba en mi escritorio, casi caigo de trasero al suelo.

<Mierda, no llegaré en veinte minutos> Como quería verme profesional y que él notara que no  me afectaba ya, decidí que iría con la ropa de trabajo. Una falda tuvo color tinto, junto a una camisa manga larga y de cuello color coral, tacones tintos y por último una gabardina blanca que había desaparecido en el transcurso al bar, era mi vestimenta.

Cuando llegué al bar instantáneamente voltee a todos lados para ver si se encontraba el auto de Kwan, fruncí mi ceño al no encontrarlo y después de pensar que tal vez lo hubiera cambiado entré al lugar.

Como en los viejos tiempo, las luces tuenes del lugar impidió que por unos segundos no viera nada pero después de acostumbrarme voltee a todos en busca de Kwan Adams. Camine hasta la barra con la intención de ver si se encontraba ahí, pero lo único que encontré fue a Franco Lombardo un viejo amigo.

—¿Victoria O'Kelly?. —preguntó incrédulo mientras salía detrás de la barra.

Levanté los hombros para después dejarlos caer en la misma posición desinteresadamente. Los brazos fuertes, varoniles y tatuados de Franco se envolvieron en mi cintura para después levantarme del suelo tan sólo unos segundos.

—¿Qué estás haciendo por acá?. —preguntó con aún se acento Italiano marcado.

<Todo un italiano el tio que tengo enfrente, lástima que me llamó la atención el estúpido español>.

—Una cita de negocios. —hable en voz fuerte debido a la música que se empezó a escuchar muy fuerte.

Franco sonrió y volvió—conmigo siguiendolo detrás—a la barra. Unos minutos después estaba llevando a mi boca la segunda coca cola con Ron a mi cuerpo.

Empecé a abanicar mi rostro cuando con mi cuarto trago empezó a llegar el calor, moví mi cabello ondulado de un lado a otro con la intención de que el aire frío y cálido del bar llegara a mi cuello pero no lo hizo. Me levanté de mi asiento en el momento que mis oídos escucharon Reggaeton Lento de la famosa banda CNCO a dueto con las chicas de Little Mix.

Mi cuerpo se movía de un lado a otro al ritmo de la música, levantaba mis manos, las bajaba, bailaba sexy, no lo hacía, hasta que me cansé.

<Media noche con cuarenta y cinco minutos. Y Kwan nunca llegó>.

Me encamine por mis cosas a la barra donde mi buen—y sabroso—amigo Franco las cuidaba. Cuando Franco me visualizó caminando hacía a él sonrió divertido mienrtras se dedicaba a limpiar con una trapo de franela la barra.

—¡Me voy!. —le grité y bebí de un sólo trago lo que quedaba en mi vaso —¿Puedes pedirme un taxi? Lo esperaré afu....
—No llames a nadie Franco, ya la llevo yo. —su potente voz se escuchó por detrás de mi oído.

Tragué en seco cuando aún sin darme la vuelta, tomó mis cosas. Me voltee con la intención de recriminarle ése hecho, pero las palabras quedaron atascadas en mi garganta cuando lo observé muy, pero muy cerca de mí.

—Qué bonita forma de presentarse a trabajar, señorita O'Kelly. —dijo con un atisbo de sonrisa en sus increíbles y gruesos labios.

Sonreí coquetamente, apoye los codos en la barra y después de dejar a la vista mi cuello le dije;

—Qué bonitas horas de presentarse.

Kwan borró su sonrisa, y su cara de amargado volvió a él. Levanté una de mis cejas seductoramente y con paso lento—y claramente torpe—me dirigí hasta estar a sólo unos centímetros de su rostro, lleve mi boca a su oídos y dije;

—Me voy a casa, señor Adams. —finalice tirando del lóbulo de su oreja y sonríe satisfecha cuando lo escuché gruñir.
—Ya te dije que te llevo yo. —sonreí cuando escuché su voz totalmente molesta.

Cuando decidí separarme sentí su mano en la curva, donde finalizaba mi cintura y empezaba mi trasera. De un sólo movimiento de pegó completamente a su cuerpo, inclinó su cara hasta estar completamente en la cuerva de mi.cuello.

—No juegues con fuego, que puedes quemarte. —y como yo lo hice término tirando de mi lóbulo.

Ambas salimos del bar e instantáneamente mis manos fueron a mis brazos para poder transmitir un poco se calor a mi cuerpo. Sonreí en agradecimiento cuando sentí la chaqueta de Kwan posicionarse en mis hombros y utilicé toda la fuerza de voluntad para no llevarme la manga y aspirar su olor.

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