Capítulo XVI

13K 763 54
                                    

Habían pasado exactamente siete días, desde la última vez que ví y hablé con Kwan Adams. Desde entonces me he dedicado a hacer realmente mi trabajo y no distraerme con algo más, incluso he negado dos salidas a antros.

Mi madre me dijo que Kwan había aparecido por su casa preguntando por mí. También me dijo, que parecía que movía cielo, mar y tierra por buscarme. Pero entonces ella le dijo que no, que su reacción no había sido la mejor cuando "alguien" Había filtrado esa información en casa de Kwan.

Cambié de número, corté y pinté mi cabello. Pero el recuerdo de él seguía ahí, a todas horas en todo lugar.

-¿Victoria?. -habló Jeremy.

Jeremy era un increíble chico, bueno en realidad era el chico perfecto para otro chico perfecto.

-Dime, ¿Qué sucede?. -pregunté desconcertada.
-El jefe quiere hablar contigo. Ha hecho que suban el desayuno a su despacho, así que suerte. -dijo subiendo y bajando sus cejas.

Jeremy era demasiado, pero demasiado pervertido.

«Pero no le llegaba a Kwan»

-Claro, voy enseguida. -contesté mientras bloqueaba el ordenador -Por cierto, me llegaron unas flores hoy ¿Sabes quién las envía?. -le pregunté -No trae tarjeta ni nada. -señale.

Mientras salíamos de la Oficina, el negó. Era demasiado extraño, no había conocido a suficientes personas aquí para que me enviaran flores. Y muy familia no sabía la dirección de mi trabajo.

Subí al ascensor y marqué el número quince, y enseguida este empezó su ascenso hasta ese piso. Había notado a Nathaniel coquetear conmigo desde el segundo día que llegué aquí, y aunque seguía utilizando a Kwan como pretexto al parecer eso no le importaba a él.

-¿Puedo pasar?. -pregunté con la cabeza asomada por la puerta.

Observé a un hombre de espaldas a mí, su porte era demasiado relagado y parecía reír de algo que mi jefe había dicho.

-Por supuesto, querida. -habló Nathaniel -Tú no necesitas permiso. -digo con picardía.

Observé al hombre ponerse rígido ante las palabras de él. Entré con mi característico andar, y porte. Había estado trabajando demasiado en mí autoestima, o temor de hablar en público por una simple razón. Nathaniel había dicho, que a partir de ahora, tendría que asistir a lugares con personas de importancia o incluso a una que otra alfombra Roja.

-Mira, te presentó a mi primo. -señaló al hombre, quién enseguida se puso de pie -Kwan Adams. -sonrió al mismo tiempo que él se daba la vuelta para observarme de frente.

Abrí mi boca para hablar, pero volví a cerrarla. Kwan traía el labio roto y al parecer un hematoma casi inexistente en su pómulo izquierdo.

-¿Victoria?. -preguntaron ambos al mismo tiempo.
-Pero... ¿Qué te paso?. -pregunté, él sonrió y después negó con la cabeza -¡Me vas a decir que aparecieron por arte de magia!. -grité señalandolo -Lo siento. -me disculpe dando la vuelta ante la mirada de ambos hombres sorprendidos.

Empecé a caminar hacia la puerta, cuando una mano intersecto mi camino.

-Espera Victoria. -habló Nathaniel.

¡Nathaniel no Kwan! Gemí interiormente, una parte de mi deseaba que Kwan fuera la persona que impidiera que yo saliera de aquí. Pero me equivoqué.

-¿Porqué no me dijiste que mi primo era tu novio?. -pregunta desconcertado.
-Porque ya no lo somos. -respondí sin pensarlo -Terminamos el día que yo me mude aquí. ¿Algo en lo que pueda servirle jefe?. -pregunto con empatía, al fijarme en la mirada de Kwan.

Todos en la sala nos quedamos callados. La mirada de Kwan era tan penetrante que ya empezaba a incomodarme, no sabía que pasaba por su mente, pero sabía que era algo terriblemente mal. Si mirada lo decía.

Nathaniel parecía procesar todo, se mostraba entre molesto, sorprendido y parecía asimilar todo. Y yo, yo no tenía ni la más mínima idea de que Kwan era primo de mi actual y nuevo jefe.

-Bien.-habló Nathaniel rompiendo el incómodo silencio que de había formado -Kwan quería hablar con la persona encargada del artículo dónde se habla de él. -nos observó a ambos -Iré por un café, vuelvo en unos minutos. -y salió por la puerta.

¿Kwan quería hablar sobre su artículo? ¿En serio quería eso? Lo observé parada desde la puerta, observé su aspecto detenidamente. Su espalda se encontraba encorvada, incluso parecía cansado, su cabello parecía más despeinado de lo normal, y cuando volteó las profundas bolsas negras en sus ojos, me asustaron.

-Nunca.-tragó en seco mirándome -Nunca nadie había hecho que volará a otro país por ella. -sonrió cuando me miró -Pero me alegra que seas la primera. -caminó hasta detenerse frente a mí.

Mi corazón pálpito fuertemente antes sus palabras. Mis manos empezaron a sudar y temí que Kwan sintiera el palpitar de mi acelerado corazón cuando se acercó a mí y tomó mi mejilla.

-Es... Esa fue una estúpida decisión. -habló susurrando, tocando ligeramente mis labios con los de él -Lamento haber actuado de esa manera. Pero... Por favor, apenas te había recuperado. No quería, y no quiero perderte. -su mano recorrió el contorno de mi cuello para quedar donde se encontraba mi corazón -Sé que estás igual de nerviosa que yo. Pero créeme yo lo estoy más. -susurró.
-Te diste por vencido a la primera. -hablé -Pasaron siete días y de ellos sólo trataste de comunicarte sólo un jodido día.....
-Kwan Adams es una persona totalmente, ¿Cómo podría decir? ¡A si, una edición limitada!. -empezó a citar mi artículo sobre él -Claro, tiene su parte arrogante pero podría decir que también su parte sentimental. Es un hombre de palabra, de honor. Su días de basan en ir y venir del trabajo.....
-Cállate. -susurré -Dime que quieres, después me iré. -lo miré a los ojos.

Levanté mi ceja al notar que él no decía nada y después me di la vuelta. Todo intención de irme quedaroquedaron atascadas en eso, en pura intención cuando la voz de Kwan resonó en la solitaria Oficina.

-Te amo. -susurró -Amo tu alegría, amo tus tristezas. Amo tus caricias, tus ofensas. Te amo en tu cielo, en tu infierno. Amo lo que amas, yo te amo. Porqué para amarte yo he nacido. Te amo. -dijo a mis espaldas.

Mi respiración y mis ojos se llenaron de lágrimas al notar a Kwan arrodillado frente a mi, en una sola pierna.

-Cásate conmigo. -dijo, para después abrir la caja de terciopelo negro y mostrar un hermoso anillo de compromiso.

FollameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora