Capítulo XXI

10.8K 750 29
                                    

-Buenos días, vengo a saber la situación del señor Kwan Adams. -hablé apenas llegué a recepción.

Ayer me encontraba realmente cansada y enojada al mismo tiempo que decidí venir por Kwan a primera hora de la mañana. Así que estoy aquí para ver si hay algo en lo que pueda ser útil, de lo contrario lo dejaré otro día más.

-Kwan Adams fue traído aquí por peleas en la vía pública, se le piden quinientos dólares para salir bajo fianza.

Abro mi boca sorprendida por la cantidad de dinero que piden para que Kwan salga de aquí. Quisiera dejarlo aquí más tiempo, pero sé que podría llamarle a Nathanael para que lo saqué.

-Bien. ¿Qué tengo que hacer?

-Llenar unas formas, el pago lo hará en ¿Efectivo o tarjeta de crédito?

-Tarjeta de crédito.

-¿Cuál es su nombre?

-Victoria O'Kelly.

-¿Parentesco con el señor Adams?

-Pareja.

No sé porque dije eso, pero respire aliviada cuando la chica mostró enojo.

-Bien, aquí están las pertenecías del señor Adams. Él saldrá por aquella puerta de allá. -señaló una puerta a mis espaldas -Pero tiene que espera ahí. -ahora señaló unas sillas a un costado de la puerta.

Tomé las cosas de Kwan y tomé asiento en las sillas donde me ubicó la chica. Suspiré aliviada cuando mi trasero tocó lo frío de la silla.

«Estaba realmente demasiado cansada»

Media hora después observé salir a Kwan esposado de manos por la puerta. Él observó a su alrededor y cuando mirada cayó en mí, sonrió dulcemente.

-Qué bueno es verte por.....

-Cállate.

Tanto el cómo el oficial me miraron sorprendidos, pero raramente Kwan obedeció y se quedó callado. Ambos observamos cómo el Oficial le quitaba las las esposas.

-¿Victoria O'Kelly?. -preguntó el oficial.

Con mi entrecejo fruncido volteé a verlo y sonreí cuando observé bien de quien se trataban.

-Leonardo Valdés. -le dije sonriendo.

Leonardo había sido compañero mío en la secundaria. Habíamos sido mejores amigos en aquellos tiempos, siempre era bueno pasar el rato con él, aunque en algunas ocasiones terminarás con algo roto o en otras circunstancias en la delegación. Como ahorita.

-Qué raro se siente entrar a una delegación, y no ser tú al que saqué de aquí. -dije burlesca y ambos reímos.

Nunca había entendido el poder de Leo en mí, pero siempre encontraba la manera de hacerme sentir mejor de mi situación. Como ahora, estaba molesta, lo estaba porque ahora me sentía de muy buen humor.

-La pequeña, pero no tan pequeña Vicky.
Blanqueé los ojos molesta por el pequeño apodo que el me había puesto, pero la sonrisa nunca se fue de mi rostro. Sin esperar a más, caminé los poco pasos que nos separaba y abrace su cintura, instantáneamente el olor a hierbabuena como en aquellos tiempos llegó a mis fosas nasales.

Respire profundo, y sentí sus manos devolviéndome el abrazo. Sentí las tremendas ganas de llorar y separandome de él, limpie todo restó de llanto.

-Me da gusto verte.

-A mí también, deberíamos quedar un día y ponernos al día.

-¡Me encantaría! Pero ahora tengo que ir al trabajo, y hacerme caso de el señor Adams.

-Bien. Pásame tu número, y nos ponemos de acuerdo.

Ambos nos pasamos los números y al girarme observé a un muy molesto Kwan. Él tomó su pequeña maleta y emprendió camino conmigo detrás hasta afuera.

-¿Qué se supone fue todo eso?. -preguntó molesto
-¿Qué? Es un bueno amigo de antes.

-Pues parece que estaban coqueteando.

-Pues parece, pero no por dos muy buenas razones. La primera es que éramos mejores amigos en la secundaria y la segunda, es que tiene más de cinco años casado con su novia de secundaria y probablemente ya sea padre. Ultimadamente no tengo porque darte explicaciones a ti, no somos nada Kwan.

-Pero quiero que seamos todo. -dijo abrumado

-Pues yo no. Lo nuestro se terminó, para siempre Kwan. -dije.

Ambos nos miramos y después emprendí camino hacia la parada de taxis cerca de ahí. En silencio Kwan también lo hizo detrás de mí.

Llegando a la oficina, Kwan subió al ascensor y bajo al mismo tiempo que yo. La diferencia fueron los lugares a los que nos dirigimos, él al despacho de Nathanael y yo a mi Oficina. Dónde Jeremy ya me esperaba.

Sin esperar más comenzamos a trabajar, realmente el modelo Derek era un hombre interesante que hacia que me absorbiera por completo y el tiempo se me hiciera demasiado rápido.

-¿Pueden pasar un momento a mi oficina?. -preguntó Nathanael desde la puerta.
-Claro, pasamos enseguida. -contesté.

Jeremy y yo caminamos hasta su Oficina hablando de la comida que iríamos a comer apenas salgamos de ahí. Llegando ahí, observé a Kwan sentado en la sillas giratorias de frente al superior.

-Quiero presentarles al señor Kwan Adams, a partir de hoy es socio mayoritario de la empresa.
-¿Qué?
-¡Eso es genial!. -articulamos Jeremy y yo al mismo tiempo.

.......

Un mes después.

Iba saliendo de mi ecografía, está era la segunda en lo segundo mes de embarazo. Sí, cuando la primera la doctora confirmó que mi bebé tenía un mes una semana de gestación, atacando cuentas todo apuntaba a la primera vez que Kwan y yo nos acostamos en los primeros en Londres.

Caminé sin prisas a la sede, Jeremy siempre me había cubierto y está más que agradecida con él en estos dos meses. Habían sido pocos los mareos o náuseas pero los antojos, eran realmente diarios y él siempre los cumplía.

-Buenos días, Jer. -lo saludé apenas lo observé.
-Buenos días, preciosa. -me saludó entregandome mi té, porqué el café me lo habían prohibido estrictamente -Están dos personas esperándote en la oficina.

Asentí, y tomando de mi té entre a mi cubículo.

-Fiorella, que gusto verte. -habló Jayson.

Al mismo tiempo que él y Kwan se ponían de pie. Me había acostumbrado a encontralo de vez en cuando por los mismo lugares que yo frecuentaba, y los mismo lugares en los que Jeremy y yo comíamos. Incluso en ocasiones llegábamos a comer juntos.

-¿Qué pasa? ¿Porqué están aquí?.

-Seremos breve, Victoria. -habló Kwan.

-Hoy fuimos al médico porque desde hace tiempo Kwan se siente mal.......

Observé a Kwan y en verdad a veía terrible. Sus ojos no traían el brillo de siempre y traía unas horribles marcas negras bajo los ojos. Su cabello parecía nunca haberse lavado, y sus labios parecían secos. Se encontraba fatal.

-Sólo quiero saber si estás embarazada. Porqué si es así, los síntomas son terribles.

Abrí abruptamente los ojos ante sus palabras. Pero sonreí ante la situación, yo no había sufrido ningún síntoma del embarazo más qué los antojos. Él los estaba sufriendo.

¿Podría ser el karma?

-No es necesario que me lo digas. Tú sonrisa confirma todo.

FollameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora