Capítulo XV

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—¿Qué?. —articule anonadada. 

Justo cuando iba a responder, la puerta sonó pero sin importarle su mirada seguía en mí.

—Quiero que te mudes conmigo. Quiero que seas la última persona antes de dormir y la primera al despertar. Quiero hacerte de desayunar, mientras tú te bañas o no sé qué. Quiero hacerte el amor sin importar el momento, la hora o el lugar. —respiró profundo, el timbre volvió a sonar —Sé que hemos vivido demasiadas cosas, tanto buenas como malas en este lugar. Si eso implica que no quieras mudarte aquí, está bien. ¡Dios puedo vender el departamento y comprar uno nuevo!. —sus brazos están en mis hombros.

Al no obtener respuesta de mi parte, decide ir a ver quién era la persona que tocaba la puerta. Trato de asimilar todo lo ocurrido, y aunque en este departamento fue donde me engaño con Antonella, no es motivo para no querer pasar aquí por lo que duré nuestra relación.

Camino a paso lento hasta la puerta de entrada, donde observo a Kwan con la mirada perdida y las manos hechas puños. «Algo anda mal»

—¿Kwan?. —lo llamó pero él no parece escucharme —¿Cariño, pasa algo?. —parece despertar porque ríe amargamente.

Es entonces donde observo que trae un sobre en las manos. Cuando voy a tomarlo, él se aleja, como si mi tacto lo quemará. 

—¿Es cierto lo de tu ascenso?. —la voz fría y calculadora de Kwan resonó por el apartamento vacío —¡Maldita sea Victoria es sólo una simple pregunta!. —vocifero gritando.
—Quería decírtelo, iba a hacerlo...
—¿Cuándo? ¿Cuando mi estúpida entrevista te hubiera dado vía libre a Nueva York?. —aunque parecía que gritaba, sus acciones no lo demostraba —Te dije que te amaba, te invité a vivir conmigo. —susurró dolido —Te amo, pero no quiero una relación a distancia. No soy de esas personas y tampoco tú, lo lamento pero quiero estar solo. —y sin más se metió a la ducha.

Permanecí en el sofá durante un largo rato, tiempo para que Kwan tomara una ducha.

—¿A dónde vas?. —pregunté cuando lo observé salir arreglando de la habitación.
—A otro lugar. Necesito pensar. —articuló saliendo del departamento con una maleta de deporte en la mano.

Él se iba, me dejaba. Más bien me dejó.

¿Bueno?. —contesté el teléfono, desde hace más de media hora que Kwan de había ido y no sabía nada de él aún.
—¡Me encantó!. —gritó mi jefe del otro lado de la línea —¿Cuándo te darán el alta? ¡Les he mandado tu trabajo a los jefes en Nueva York y están emocionados de que viajes inmediatamente hacía allá! Claro le dije de tu accidente y comprendieron. —vociferó entusiasmado.

Suspiro mientras metía otro prenda a la maleta. Observé a mi alrededor y después hablé, «Si Kwan había terminado conmigo y no quería verme. No iba a permanecer ningún minuto más aquí».

—De hecho el alta me lo dieron hace dos días. —mentí —Puedo presentarme ahora mismo si quieres, con maleta y todo. —traté de bromear conmigo misma, pero fue un fracaso.

Escuché a mi jefe reír de otro lado, y después gritó algo en algún idioma que aún no comprendía.

¡Perfecto bella! ¡Perfecto! Hablaré con los de Nueva York, para que vayan buscando tu hospedaje, para que más o menos a las ocho de la noche emprendas viaje para una nueva oportunidad. ¡Felicidades y me encantó tenerte de empleada y amiga! ¡Nos vemos pronto!. —gritó para después colgar.

(.......)

—¿¡Estás demente!?. —pregunta mi madre gritando —¡Acabas de salir del hospital, no puedes irte ya! ¿Qué pasará con Kwan? ¿Has hablado con él?. —grita de nuevo.

Suspiro cansada, mamá no tiene ni idea de lo que ha pasado hace un par de horas en casa de Kwan y prefiero que quedé así. Ella yo somos totalmente iguales, nada de juegos.

—Él está de acuerdo en todo. Dice que es. Una gran oportunidad para mí. —le miento a mi madre —A parte es una decisión que ya tomé, voy a volar q Nueva York quiera quién quiera. —sentencio levantándome.

Me despido de todos y tomó un taxi para ir a las instalaciones de Forbes. La idea de viajar a Nueva York hace unos meses, sonaba estupendamente bien. Ahora lo odiaba.

—¡Preciosa, preciosa!. —grita mi jefe apenas entró por las puertas —Ese trabajo fue estupendamente perfecto, no era lo que yo esperaba pero te superaste a ti misma. Nathaniel, el dueño de la cede en Nueva York, ha pedido inmediatamente la publicación era tu artículo y claro tu traslado. Todo listo, sólo tienes que firmar algunas cositas y serás una nueva chica de la revista Forbes en Nueva York. —habla con entusiasmo.

Quisiera compartir el mismo entusiasmo que él tiene, sin embargo no lo logré. Durante alrededor de media hora, estuvimos ocupados sin fin. Tenía que firmar esto y aquello, para después ir al aeropuerto y tomar mi vuelo.

Justo a las doce de la noche, aterrice en Nueva York, no traté de buscar a nadie de la agencia en el aeropuerto por la hora. Pero me sorprendió ver a una persona, alto, piel clara, ojos negros, y cuerpo realmente tonificado. Y es que se apreciaba desde ese traje azul.

Sonreí mientras me acercaba —Hola, yo soy.....
—La chica del artículo. —sonrió mientras me tendía su mano, gustosa la acepte—Nathaniel Dallas, tú nuevo jefe. —dijo.

Lo único sorprendete, es que apesar de la hora el mantenía aún su hermosa sonrisa. Que hacía sin duda que una apareciera en la mía.

—Bien. Te llevaré a tu hogar temporalmente. —habló tomando mi maleta —Puedes presentarte mañana en la Oficina, como a eso del medio día ¿Está bien?. —preguntó y asentí.

Justo en ese momento, mi teléfono sonó.

¿Dónde estás, cariño? -Kwan 12: 04 am.

—¿Tu novio?. —preguntó Nathaniel, sin pensar mucho mi respuesta asentí.
—Sí. Bueno ahora mismo no sé en que términos estamos, discutimos antes de que yo viajara. —contesté.

Internamente golpeé mi frente, era mi nuevo jefe y ya estaba contándole mis problemas personales. Nuevamente sonó mi teléfono, ahora una llamada.

Dime dónde estás, mi amor. Voy por ti en este instante. —la voz entrecortada de Kwan, se escuchó del otro lado de la línea.
—¿Estás ebrio?. —pregunté confundida, él sólo río.
—¡Ebrio de amor por tí! Por favor, dime dónde estás. —suplicó.
—Me fuí. —suspiré —No me diste tiempo de nada, tomé mis cosas y me marché así como lo hiciste tú. Adiós Kwan. —dije.
¡Pero amor!...

Después de ahí, no escuché nada más. Corté la llamada.

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