Capítulo XVIII

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-¿En serio tienes que irte?. -le pregunte a Kwan.

Nos encontramos ambos acostados en la cama, mi pierna pasaba alrededor de su cintura y su mano yacía en el inicio de mi trasero.

-No es que yo quiera. Pero ahora si tengo que estas allá. -dice -Han llegado unos socios chinos con quiénes tengo contrato, pero se venció y me gustaría renovarlo. Son buenos clientes. -añade.
-Ya veo. -digo adormilada -¿A que hora te vas?. -pregunto después de un momento en silencio.
-A primera hora.

Volvemos a quedarnos en silencio. Y soy tan cobarde, que no puede realizar la pregunta que he tenido en la cabeza desde hace unas minutos atrás.

-¿Kwan puedo preguntar algo?

-Claro.
-¿Me pediste matrimonio porqué en verdad me amas o por otra cosa?. -suelto.

La duda ha aparecido en mi cabeza desde empezamos a tener sexo. Y es que parece ser que él necesitaba más de eso que yo, y me aterro la idea. Soy una paranoica, no puedo hacer mucho.
Kwan se incorpora sorprendido y dolido para ver mi rostro. Pero hay algo en él que dice, «Voy a mentir ahora».

-¿Pe.. Pero que tontería estás diciendo?. -pregunta alterado y saliendo de la cama.

De un momento a otro, siento demasiado grande la cama y la falta de alguien en ella.

-¿Crees que te propuse matrimonio por el buen sexo que tengo contigo?. -gritó y después río amargadamente -Pues estás muy equivocada. -dijo.

Kwan empezó a recoger su ropa y después lo vi entrar a la ducha, muy enfadado.

Kwan.

Tomé mis cosas realmente molesto, y entre a la ducha. Abrí el grifo y sin esperar que el agua estuviera a la temperatura que siempre deseo, me metí bajo la lluvia artificial se aquel pequeño apartamento.

¿Proponerle matrimonio por el buen sexo? ¡Dios ya ni siquiera tengo sexo con ella! ¡Hago el amor con ella!. Suspire frustrado, ni siquiera el agua podía calmar esto que ahora mismo siento en mi pecho. De hecho ya nadie puedo hacerlo, salvo ella. Sólo ella.

Escuché la puerta del baño abrirse y después ser cerrada, para después sentir sus pequeñas y sedosas manos sobre mi cintura y su mejilla en mi espalda.

-Lo siento. -la escuché susurrar.
-¿Porqué?. -cuestione borde -¿Por hacer la pregunta o dudarlo?.
-Ambas. -contestó bajando un poco sus manos.
-No me vas a sobornar con sexo ahora. -hablé ridículamente agudo.

Ambos reímos al mismo tiempo, pero guardé silencio abruptamente cuando sus manos tomaron a mi miembro entre ellas.

-Tampoco con una paja. -sentencie empezando a sentir sus suaves movimientos.
-Bueno. -habló ella cantarina, después apareció frente a mí.

El espacio entre la pared y yo, ahora era totalmente inexistente. Victoria tapaba ese espacio entre ellos, y lentamente ví como ella lentamente bajaba y se posicionaba de rodillas frente a mí.

-Tendré qué hacer mi último recurso. -habló desde su posición, para después tomar mi miembro y besar la punta.
-Dios. -susurre con los ojos cerrados al sentir ese pequeño toqué.

Abrí nuevamente los ojos y observé hacia abajo. Victoria se encontraba sonriendo viendo mi reacción, con mi miembro aún en sus manos. Las suaves caricias que brindaban sus manos, hacían que viera el mismísimo paraíso.

Tuve que sostenerme de la pared con ambas manos, mi cabeza la lleve hacia atrás y un gemido salió de mi garganta. Cuando sentí, que mi verga tocar hasta el fondo de la garganta de Victoria. ¡Dios, se la había metido entera!.

Volví a sentir sus movimientos en mi mano, y su boca en mi glande.

-La tienes durísima, amor. -dijo, sonriendo.
-No es para menos. -dije, tomando un mechón de su cabellera.

Victoria volvió a sonreír, y de un momento a otro, volvió a meter mi verga entera en su boca. No sólo quedó ahí, ahora era continuó ese movimiento y estaba a punto de correrme. Sé que ella se dio cuenta, cuando con sus manos empezó el movimiento del principio pero ahora más rápido.

¡Era una diosa con la boca!.

Lo único que podía escucharse ahora mismo en la habitación, serían mis continuos gemidos y el sonido de la boca de Victoria.

-Ca....Cariño. -Susurré gimiendo, estaba a punto de correrme en su boca si es que no se retiraba en ese momento.
-Lo sé. Correte para mí. -susurro aún de rodillas a mí.

Justo cuando sus movimientos se hacían más rápidos, el primer chorro de mi semen saltó y ella tragó de inmediato mi verga. Lo cierto es que cuando estuvimos juntos hace un par de años, nunca habíamos practicado esto. Y ahora no entiendo el porqué, me gustaba tener el poder y ahora veo que las cosas han cambiado.

-Victoria. -Gemí su nombre en último y cuando acabé -Voy a castigarte. -susurré mirando hacia abajo.

La imágen que ví, puso de nuevo erecto mi miembro. Y es que Victoria se encontraba lamiendo sus dedos con una chulería, para después hacer lo mismo con la comisura de sus labios.

-¿Porqué?. -preguntó desconcertada, tranyendome de nuevo a la realidad.
-Porqué con una mamada no vas a hacer que olvidé que dudas que te di ese precioso anillo por el sexo contigo. -dije aparentando estar molesto.

Victoria toda coqueta, dio media vuelta se apoyó en la pared de azulejos y restregó su culo en mi sexo haciendo que esté diera un respingo.

-Vuelves a estar duro, Kwan. -susurró.

Sentí sus culo moverse de arriba abajo. Mi vista estaba nublandose de la excitación que empezaba a sentir, pero fui consiente cuando tomó mi miembro y la dirigió a su entrada. Entonces la frene. Con toda intensión, la pegué de llenó a la pared, moví mis caderas haciéndola jadear y me detuve.

-¿Te gusta?. -pregunté tirando del lóbulo de su oreja.
-Sí. -jadeo.
-Lástima. -dije separándome -Porqué esto es tener sexo, y yo contigo hago el amor. -dije saliendo de la ducha.

La escuché maldecir en voz baja, y sonreí internamente. Quería dejarle en claro, que la amaba locamente. Y nada, ni nadie iba a cambiar eso.

-Bien, lo entiendo. Hagamos el amor. -dijo saliendo del baño.
-Hace media hora lo acabamos de hacer. -dije sorprendido.
-Lo sé. Pero estoy tan cachonda. -dijo acercándose totalmente a mí.
-Pareces una mujer con hormonas alocadas. -dije riendo.
-Eso me recordó a Martha en sus primeros meses de embarazo. -río ella.

Ella lo hizo, pero yo no. Y ella se dio cuenta de algo en ese momento. Salió corriendo a la sala, y le di el tiempo suficiente mientras yo me vestía y tomaba mis cosas.

Al salir ella estaba sentada en su sola con un calendario en las manos.

-¿Tomaste la píldora aquella última vez verdad?. -pregunté directo.

Sentí el enojo fluir por mi cuerpo, cuando la observé negar.

-Espero no estés embarazada, Victoria.

-¿Qué? ¿Qué tendría de malo?

-No lo entiendes.

-¡Entonces hazme entenderlo!

-¡Un bebé destruiría todo lo que tengo planeado, para ambos. Para tí!

-¡Por supuesto que no! ¡Puede disfrutarlo al igual que nosotros....

-¡No lo hará! ¡Y tú tampoco, porqué vas a estar más al pendiente de él! ¡Vas a amarlo más a él!

Y sin más, salí de su casa dando un portazo. Dejándola con los ojos cristalinos, y también con lo más preciado para mí.

Mi corazón.

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Chan, Chan, Chan.

¿Creen que Victoria este embarazada?

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