Capítulo I: Taehyung

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Mi madre me está llamando. Una clienta espera y yo me he quedado embobado mirando la calle, el vaivén de coches al otro lado del escaparate.

— Taehyung, ¿cuánto tiene que pagar la señora Park por esos lapiceros?

Esa tonta de Soonshim, mi perra, está cruzando a toda prisa la calle para ir al encuentro de su viejo dueño, mi ex novio Hoseok. Él sin ninguna piedad, la habrá llamado desde el escaparate, sacudiendo la caja de sus galletas favoritas. Lo hace a menudo, el muy idiota.

— Taehyung, por favor, ¿le haces la cuenta?

Como si no supieran que cada día mi esfuerzo se centra en imaginar que la tienda de animales al otro lado de la calle no existe, que Hoseok no está allí vendiendo galletas y hámsteres, y que no hemos sido novios durante nueve años para después dejarnos porque un día él le vendió un cachorro de perro a un tipo que entró en su tienda por error, confundiéndose con la del peluquero de al lado. Al final debió de quedarse allí por su mirada, esa que te dice: «No te vayas, porque si no podríamos perder la ocasión de nuestras vidas». Conozco bien esa mirada. ¡Y tanto! 

—Taehyung, ¡haz el favor de ocuparte de la señora Park!

Claro que me ocupo de ella. Somos tres en la tienda, pero, naturalmente, cuando hay un cliente soy yo el que se ocupa. Si además esa clienta es la señora Park, que siempre tiene alguna queja sobre cualquier cosa, vamos, no hay dudas.

«Hubiera podido». Este verbo flota en mi cabeza desde que Hoseok y yo rompimos. ¡Y pensar que fue por Hoseok que empecé a trabajar! Quería sentirme independiente, vivir solo, hacer el amor con él sin tener que preocuparme por mis padres y esas paredes finísimas que separaban nuestra impagable intimidad de sus frígidas decepciones.

Antes de morir, mi abuelo dejó a nombre de mi madre un piso no lejos de la tienda, para el primer hijo que se casara. Ésa fue su voluntad. El mayor soy yo, naturalmente aún no me he casado, pero ahora vivo allí con Soonshim y, a la edad de veinticinco años, tengo los mismos problemas que un cincuentón cabreado con la vida, impuestos y recibos incluidos. En cambio a mi hermano y hermana,los cuales siguen en en crecimiento, ni se les ocurre pensar en la independencia y en todas esas tonterías: Hyerin tiene dieciocho años, es la mejor de su clase y sueña con hacerse médico; Baek, quince añitos recién cumplidos el mes pasado, y, justamente porque es un molestoso descontrolado, irá directo a la universidad sin preguntar. 

—Mientras, yo sigo aquí, en la librería-papelería de mi madre y mi tía, trabajando de dependiente. Nada más y nada menos. «Librería-papelería», eso es lo que pone en el cartel blanco y azul que da a la calle, pero en realidad vendemos un poco de todo. 

Soonshim ha vuelto a la tienda meneando la cola. Tiene una mirada de lista que huele a galleta comida en secreto. Si pienso en que acaba de lamer sus dedos, me da algo. Huyó abajo al almacén, al menos es lo suficientemente inteligente para entender que ahora mismo su presencia me molesta.

—Taehyung, ¿bajas a por dos paquetes de papel de impresora?

— Ya voy, tía.

Folios, clips, lapiceros, agendas y enciclopedias: estoy atrapado en este lugar que apesta a goma de borrar, agonizando detrás de una pared de cajas y pliegos de papel y cartulina que nadie derrumbará jamás. 

He levantado la mirada y he vuelto a lanzarla más allá del escaparate. Lo sé, me había prometido no volver a hacerlo en todo el día, pero no he podido aguantar porque sabía que me estaba mirando. Me sonríe con su cara de sinvergüenza, y yo me esfuerzo por aguantar el tipo, aunque en mi corazón quisiera que estallara la tercera guerra mundial y que los bombardeos empezaran exactamente en su tienda. 

FaceLove -《KookV》♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora