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Despertó con dolor de cabeza, y una toalla fría en su frente acostado en la camilla de la enfermería, estaba mareado pero su noción volvió de golpe al mirar fijamente al responsable de su locura.

— Veo que despertaste.

Sonrió suavemente Outer a su lado, sonreía sin malestar en su rostro, sus labios donde el superior marcaba una forma perfecta, los propios apenas tenían forma.

Frunció el ceño antes de querer sentarse, pero un dolor punzante en la cadera interrumpió su acto con un pequeño quejido adolorido.

— No te muevas, no alcance a tomarte cuando te desmayaste y te di sin querer con el pie.

Veía su arrepentimiento, por lo que el rubio asintió y se volvió a acomodar, era primavera pero el frío era gradual, las sábanas calentaban su frío cuerpo enfermo.

— Outer... —Dijo entre dientes, desde su confesión apenas vocablos coherentes salían sin que volviera a pensar en ese día.— Quería hablar contigo.

— Ahora no, estrellita, tienes que descansar, tienes fiebre.

El apodo provocó que sus pómulos cubiertos de pecas ardieran en rubor, verse tan tímido le avergonzaba.

Outer rió gravemente y tomó el paño de su frente para cambiar el agua y dejarlo en su cuello.

— Las venas necesitan frío, acá es más rápido, tengo que ir a clases, nos vemos.

Me gustas. | OuterStaveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora