21.

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Volvieron sin tomarse de las manos, ni abrazados, ni apegados, pero mantenían una sonrisa en el rostro de oreja a oreja, Stave estaba superando poco a poco los nervios que le aprisionaban, pero al volver al campamento la realidad volvió.

Era verdad, ambos compartían la tienda, y del mismo modo, tendrían que dormir juntos.

La fogata seguía prendida, pero solo dos personas estaban sentados alrededor de ella, Error estaba con un palo sobre el fuego calentando unos malvaviscos mientras el albino tenía su cabeza en el regazo del mayor tarareando una pequeña sonata, Stave sonrió ladino.

— Lamento interrumpir su tiempo romántico, pero venimos a apropiarnos con la fogata y sus malvaviscos. 

Tal susto fue que Ink cayó al suelo y Error tratando de tomarlo se le cayó la rama al fuego.

— ¡Ah, jódete, bicho! —Se quejó Error, Stave no pudo aguantar la carcajada al cual se le unió Ink— ¿Tú también, Ink?

— ¡L-Lo siento! Ha sido divertido como pierdes tu serenidad de ese modo. ¡Parece como si estuvieras a punto de reiniciarte!

Outer se unió a las risas, y Error, fastidiado rodó los ojos.

— Vas a dormir al aire libre, Ink.

— ¡Vale, vale, lo siento! 

— Lo siento por apagar su llama, colegas. —Guiñó Outer, fue el punto límite para que más risas salieran más una de las tiendas, donde se asomó Dust.

— Te la hicieron, negro.

Error siguió maldiciendo entrando a su tienda, e Ink despidiéndose con la mano entró junto a él. 

Stave tuvo que agarrarse del brazo del mayor por llegar al punto de llorar de la risa. Y cuando la paz volvió, ambos se sentaron frente a la fogata, el rubio sacó la ramita y vio como lo que era antes un apetitoso malvavisco era solo cenizas, no pudo evitar reír un poco más.

— Se nota que amas molestar a la gente. —Comentó burlón el peliazul.

— No, para nada. —Respondió aún con su sonrisa— Aunque si quieres también te puedo molestar.

— Pf, dudo que lo logres.

— ¿Acaso eso es un reto?

— Quizás.  —Rió bajo— Aunque es verdad, si eres feliz, que me moleste como reaccionó Error es improbable.

— Eres un cursi... Pero, me gusta. —Stave desvió la mirada, las frases ajenas siempre lograban descolocarlo, pero ahora las recibía mejor, por lo menos en ese momento.

Un momento mágico donde sus rostros seguían el mismo sentido, donde las pupilas ámbar que poseía no podían despegarse de los labios del otro y el latido de su corazón, estaba tranquilo pero nervioso, solo pudo darle un pequeño golpe amistoso en su hombro para levantarse camino a la tienda que estaba desocupada.

— Vamos a domir, Outer.   

Me gustas. | OuterStaveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora