capitulo veintitrés.

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Narra Yanire
Nos quedaban apenas dos horas para llegar a casa. Santi se había quedado dormido en mi hombro, y Martín también estaba dormido. Yo no tenía nada pero nada de sueño, lo único que quería era llegar ya a casa y poder ver a Manu, y contarle lo que me ha pasado. Aunque, me va a matar cuando se enterará, pero, es mi mejor amigo, y se que va a apoyarme en todo esto, o al menos, eso espero.

–Ya estamos. –Sonrió mi padre girando la cabeza para mirarnos. –Despierta a Santi.

Asentí y coloque mi mano en la cara de Santi. Le empecé a dar pequeños golpecitos en la mejilla. Obvio no le estaba dando fuerte, pero si lo suficiente como para que se despertara y me matará con la mirada.

–Ya hemos llegado, cabezón. –Rei.

–No hacía falta que me pegarás, eh. –Se quejo.

–Lo siento. –Rei aún más fuerte.

Nos bajamos del coche, y fuimos a coger las maletas, mientras que mi madre cogía a Martín, el cual seguía dormido.
Metimos todo en casa, y cada uno fue a su cuarto a guardar la ropa, y meter en la lavadora la que estuviera sucia.

–Jesus me ha dicho que vaya a su casa, ¿vienes? –Le pregunté a Santi entrando en la cocina.

–Vamos. Quiero ver a Dani.

Nos despedimos de nuestros padres y pusimos rumbo a casa de los Oviedo. Llevaba pensando durante toda la tarde en si decirle a Eva que estaba embarazada... Está claro que ella me iba a entender, y ayudar mucho más que mi madre o que cualquier otra persona.
Llegamos a casa de los Oviedo ,y llamamos al timbre. Se abrió la puerta mostrándonos a un Jesús sin camiseta, estaba bastante sexy.

–Que guapa estás. –Sonrió dándome un pico.

–Y tú qué sexy. –Bromee.

Pasamos dentro , yo busqué con la mirada, pero no la encontré. A lo mejor, habría salido a la compra, o vete tú a saber... Lo importante es que estaban Dani y Jesús solos en casa, por una parte bien, pero necesitaba contarle a alguien adulto mi situación, y que me aconsejará.
Jesús nos indico que saliéramos al jardín, que es donde estaba Dani, mientras el iba a por algo de beber y de comer.

–¡Fea! –Grito Dani al verme.

Corrí hasta el y me subí encima de él, enrollando mis piernas en su cintura, y mis brazos por su cuello, él, rodeo mi cintura con sus musculosos brazos y me beso la mejilla.
Qué bien olía el jodió.
Me bajo despacio de encima suya y volvió a abrazarme, pero está vez, rodeo mi cabeza con sus brazos.

Jesus apareció por la puerta del jardín,con una bandeja llena de cosas, y las puso encima de la mesa, mientras que los demás nos sentábamos alrededor de esta.

–¿Qué tal estás? –Pregunto Dani poniendo su mano en mi tripa. –Quiero que lo llaméis Dani, si sale niño.

–Ese nombre es muy feo, me gusta más Adrián. –Reí.

–Mal, Yanire, mal. –Se quejo Dani. –O sea, mi nombre es el nombre de los reyes.

–Tu eres la excepción, entonces. –Rei aún más fuerte.

Me fulminó con la mirada y alzó las cejas asintiendo con la cabeza. Le saque la lengua, y le sonreí.
Sabía que no se podía enfadar , y mucho menos conmigo.

–¿Cuando vuelve vuestra madre? –Pregunte juntando con mis dedos. –Necesito hablar con ella.

–No creo que tarde, ¿qué la vas a decir? –Preguntó Jesús cogiéndome una mano.

–Creo que deberíamos contarle lo del embarazado... Estoy segura de que ella nos va a apoyar, y nos va a ayudar mejor que nadie.

–Si es lo que quieres, está bien. Mañana que nos lleve ella al médico, tenemos cita a las diez y media.

–¿Pediste cita? –Alce las cejas.

–Sí, todo va a ir perfectamente desde el minuto uno.

Escuchamos como la puerta la cerraban de un portazo, y fue Jesús a ver si eran sus padres. Y sí, eran ellos.
Suspiré al ver a Jesús desde la puerta indicándome que fuera con él, y me levanté de la silla lentamente, no sé si estaba preparada.

Narra Jesús
Yanire quería hablar con mi madre, aunque yo no quería que aún se enterase, pero tenía razón. Un adulto nos iba a aconsejar mejor que nadie.
Cogí de la mano a Yanire y nos adentramos a dentro, ¿os reiriais de mí si os digo que estoy cagado? Porque así es.
Nos sentamos en el sofá esperando ya que mi madre nos había dicho que venía en un minuto.

–¿Estás bien? –Me pregunto Yanire cogiéndome la mano. –Yo estoy cagada. –Rio.

–¿Sabes? Yo también lo estoy, pero estar contigo me hace tan feliz.

–Te quiero. –Susurro ella contra mi cuello.

–Ya estoy, contadme. –dijo mi madre mientras se sentó en el sofá de enfrente.

–Pues... –Susurro Yanire. –No sé cómo decirlo, Eva.

–A ver mamá... En Marbella paso una cosa... Y esa cosa a conllevado a otra cosa... Y ahora estamos un poco cagaditos.

–¿Me podéis contar que pasa? No soy adivina. –Sonrió mi madre apoyando sus manos en sus rodillas.

–Estoy embarazada. –Soltó Yanire así, de repente.

–¡¿Qué?! –Grito mamá. –Pero... ¿de Jesús? –Asentimos. –Joder chicos... Existen los preservativos.

–Lo usamos , pero se rompió. –Afirme.

Yanire se echó encima de mí y comenzó a llorar. Mi madre se sentó a su lado y la acarició la cara. Sin duda, la que peor salís de esta situación, era ella. Ella tenía que llevar al pequeñín dentro suya durante nueve meses, y aguantar los dolores, mareos, etc...

–Tranquila, cariño. Todo va a salir bien, ¿Vale? –Sonrió mi madre.

Continuará...
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