capitulo veinte.

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Narra Yanire.
–Jesús. –Susurre. –Jesús despierta.

–Dejame un ratito más... –Se quejo.

–Esta bien, yo voy a hacerme ya el test, tú verás.

Salió de la cama dando un salto y me dio un beso de buenos días. Cogi el test dirigiéndome al baño, mientras Jesús me esperaba afuera de este.
Cuando había acabado de hacerme el test salí junto a jesus, dejándolo dentro del baño, eso tardaba unos minutos. Joder. Estaba que me moría de los nervios.

–¿Entramos ya? –Pregunto Jesús.

Mire dudosa hacia la puerta del baño asentí no muy segura de mi respuesta y cogí su mano.

–Espera. –Me detuvo tirando de mi brazo. –Si estás embarazada o no, voy a estar contigo, ¿vale? Es cosa de los dos. No te dejaré sola no un segundo.

Me tiré a sus brazos llorando, y me cogió enrollando mis piernas en su cintura. Nos estuvimos besando durante unos minutos, aunque parezca una tontería, se me quitaron un poco los nervios.

–Vamos. –Susurré cuando me baje de encima suyo.

Cogió mi mano de nuevo, y abrió la puerta del baño. No quería mirar hacia arriba, no estaba lista aún para saberlo. Era demasiado joven.

–Está rosa. –Informo Jesús sin saber lo que significaba. –¿Eso es que es niña? –me miró abriendo los ojos muchísimo. –¿Yanire?

–Estoy embarazada.

Puse mis manos alrededor de mi tripa, y mire a Jesús asustada. El imitó mi gesto, y puso sus manos en mi tripa. Ahí dentro , se estaba formando una vida. ¿Y ahora que íbamos a hacer?

–Tranquila. Ven, vamos a sentarnos.

Justo cuando dijo eso, llamaron a la puerta. Me suponía que eran Santi, y Lucas, y así fue. Al ver nuestra cara pudieron imaginarse lo que acababa de pasar, y Santi vino a abrazarme.

–Voy a estar contigo en todo esto, ¿vale? –Susurro dándome un beso en la frente.

–No sé que hacer ahora mismo. –anuncie.

Narra Jesús
Me acababa de enterar que iba a ser padre. Por una parte, me alegré, porque ella era la mujer de mi vida, y tener esto con ella iba a ser realmente bonito, pero, no a esta edad. Ella es muy pequeña aún para sufrir todo esto del parto, es mucho dolor.

–Si quieres abortar, estás en tu derecho, cariño.

–¿Tu quieres tenerlo? –Me preguntó.

–Hombre, pues sí. –Sonreí. –Pero eres tú la que tiene que aguantar todo, tienes que decidir tú.

–Lo vamos a tener, que sea lo que Dios quiera. –Dijo echándose en la cama.

–Voy a llamar a Dani, ¿Vale? Ahora vuelvo.

Los tres asintieron, pero ninguno me miró. Era un momento, un tanto incómodo.

–¿Qué tal todo? ¿Seré tío? –Preguntó Dani nada más descolgar el teléfono.

–Ajá , lo vas a ser.

–Joder, no sé si darte el pésame o la enhorabuena. ¿Qué tal está ella? ¿Qué tal estás tú?

–En realidad, no es algo que me desagrade del todo. Ella está jodida, lo normal. Yo bien. Si estoy con ella, estoy bien.

–¿Cuando vais a venir? Tengo ganas de abrazarla.

–no lo sé, ¿quieres hablar con ella? Seguro que le viene bien escuchar tu voz.

–¡si! Pásamela.

Sonreí.
Entre de nuevo a la habitación,y le di mi móvil a Yanire. Ella lo cogió con una medio sonrisa. Se notaba que también lo echaba de menos ella a él.

–Hola feo. –Rio ella saludándole.

Después de estar un buen rato hablando con él, estuvimos los cuatro pensando en como decírselo a sus padres. Los míos no es que me preocuparan mucho, en un año me había mayor de edad, y podía trabajar, y darle todo lo necesario a mis dos princesitas,o a mi príncipe y a mí princesa.

–En cuanto volvamos a Sevilla, vamos al médico, ¿vale? Quiero que todo vaya perfecto desde el minuto uno.

–Vas a ser un buen padre. –Sonrió ella acariciándome el pelo.

–Y tú la mejor madre. –La aseguro acariciando su mejilla.

–Yanire , tenemos que ir a comer a casa, ya sabes que hoy comemos todos juntos. –Aviso Santi.

–Jesus, vente con nosotros.

–No quiero que tus padres me maten. –Rei.

–¡No te van a matar! Buen,o de momento. –Bromeo.

Accedí a ir a comer con ellos, a pesar de las consecuencias con su padre.
Una vez listos Yanire y yo, cogió ella su mochila, y fuimos a su casa. Decidimos ir andando, para que nos diera un poco al aire, que es lo que más necesitábamos ahora mismo.

Narra Yanire.
La verdad, estaba mucho más tranquila, por varias razones: hablar con Dani era una de las cosas que más me tranquilizaba; Jesús estaba a mi lado, algo indispensable en mi vida ; mi hermano me apoyaba respecto al embarazo, y bueno, lo único que fallaba ahora mismo era que mis padres se iban a pillar el cabreo más grande de la historia, espérate tu, que o se monte la tercera guerra mundial.

–Aqui es. –Mire a Jesús nerviosa.

A saber que decían mis padres al verle entrar por la puerta de la casa de mi abuela. Me reí de solo pensar en la cara que van a poner.
Si no aceptan a Jesús, tampoco me aceptan a mí.

–Hola. –Saludamos Santi y yo a la vez.

Solté una carcajada y me eche a un lado para que pasaran después Lucas y Jesús. Llamé a mi abuela para presentárselo, y sí, lo iba a presentar como mi novio. Porque, era mío, solo mío.

–Este es Jesús. –Sonreí. –Mi novio.

–Si que es guapo, sí. –Soltó una carcajada mi abuela.

Jesús me miró avergonzado pero acabo soltando también una carcajada. Sí, mi abuela era la hostia, la verdad. Me echaba millones de risas con ella, para mí, básicamente, era mi segunda madre.

–Ven, pasa, que ya está la mesa puesta y todo.

Volvimos al comedor donde ya estaba toda mi familia sentada, y cogí una silla y la puse junto a mi. Mis padres miraron asombrados al ver a Jesús salir de la cocina. Menuda cara. Me estaba descojonando por dentro.

–¿Jesús? ¿Qué haces aquí? –Preguntó mi padre mirándonos a los dos.

–He venido a ver a un amigo, mañana ya me voy.

–¿Tú solo? ¿No ha venido Dani? –Intervino está vez mi madre.

–Em...sí, yo solo.

–Que raro, ¿Lo sabe tu madre?

Continuará...

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