EL SONIDO DEL CASCABEL (Parte II)

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―Hola, Maggy ―susurró una voz suave y amigable. Ella bajó las manos con lentitud encontrándose frente a un hombre mayor de larga barba blanca y de ojos chispeantes. Atrás del anciano había trineo dorado, siendo tirado por dos leones grandes, el hombre soltó una risita y caminó nuevamente hasta el trineo para segundos después regresar con su carta, la misma que ella había escrito.

―¡Debo estar realmente loca! y eso es irónico, ¿sabe por qué? ¡Soy psicóloga!

―Calma, Maggy, ¿eres Margaret Fabri? ―Ella asintió, él se balanceó tirando de su saco de piel roja, miró alrededor para después introducir su mano dentro de su saco y sacar una pequeña bolsa negra de piel―, creo que me he tardado mucho, ¿verdad? Debes disculparme, hay tantos niños pidiéndome un regalo que terminé olvidando tus cartas.

―¿Qué?

―Hoy cuando revisaba las cartas encontré un recipiente celeste donde habían muchas, todas con el mismo remitente: Margaret Fabri.

―No sé de qué habla y no me importa. Lo único que quiero es despertar en mi cama y luego abrir los regalos, nada más.

―Me has pedido cada año encontrar el amor de tu vida, pero buscando las cartas de los dos años anteriores no las encontré. Seguro uno de los duendes la confundió, son tan traviesos ―señaló riendo, ella solo pudo retroceder con desconfianza.

―No envié. Dejé de hacerlo cuando supe que era una pérdida de tiempo ―vociferó tirando de la chaqueta para cubrirse ante la intensidad del frío―, mire, usted solo debe ser producto del pan que me comí temprano, un sueño bonito, pero debo despertar, ya no me está gustando esto.

―¿Una pérdida de tiempo? ―Inquirió el anciano cuando ella se giró buscando una salida―, ¿es por qué no te mandé ese amor que buscabas?

―¡Sí! ¿Sabe lo que he pasado? he sufrido tantas veces pensando que él era el hombre indicado, ahora con treinta y cinco años sigo soltera y con mi cama vacía ¡Eso pasó! ―exclamó cansada, pasando sus dedos por sus mejillas con rapidez. El anciano bajó la mirada con tristeza y ella giró su rostro con molestia.

Ella volvió a tirar de la chaqueta y ocultó sus manos dentro de esta, la chaqueta aún tenía el perfume de su hermano; irritante y escandaloso. Sus ojos rápidamente viajaron alrededor viendo como la nieve caía y ocultaba los árboles, y eso solo lo había visto en películas. Nada era cierto porque en Perú no cae nieve, porque nadie en su sano juicio saca a los leones a pasear con tranquilidad.

―Me he tardado porque debía encontrar al ideal. Tú deseabas un hombre que te amara con la misma fuerza de tu alma y con la misma nobleza de tu corazón, he pasado muchos mundos para encontrar a ese hombre que llene tu soledad ―explicó en un susurro, ella torció los labios al escucharlo―, yo siempre cumplo los deseos, pequeña Maggy.

―Este deseo llegó muy tarde, ya no lo quiero.

―Entiendo que estés molesta, Maggy, te pido disculpas. Hace eones hubo un niño que no recibió su regalo, la carta se confundió y yo no supe qué quería para noche buena. Desde ese día nunca más recibí sus cartas hasta que una noche encontré una muy vieja, ese día fui en su búsqueda y aquel niño era un adulto envuelto en tristeza y amargura, yo le había negado la esperanza y la magia, desde entonces he buscado la forma de reparar mi daño.

»Sé que es muy tarde, Maggy, sé que estás molesta, pero te propongo un trato. En cuatro noches será noche buena, si hasta las once y media no has encontrado al amor que tanto anhelas; volverás a donde perteneces.

―Eso es solo un sueño.

―¿Crees en la magia, pequeña Maggy? ―El anciano dio pasos torpes hacia ella. Sus ojos eran azules y su barba brillaba, sus facciones delicadas tal y como lo pintaban en las películas y comerciales. Él tomó su mano y con una sonrisa le entregó una cadena con un colgante de estrella―. En cuatro noches te buscaré, si no has encontrado el amor que tanto anhelas te llevaré de aquí.

UN DESEO POR NAVIDAD (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora