UNA SONRISA CÁLIDA (Parte I)

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Día uno.

El reino de Cristal era uno de los más grandes en esas tierras, uno de los más bellos que se podía ver a lo lejos. Cerca del reino estaba aquel riachuelo mágico que cumplía deseos, ese mismo donde más de uno se había bañado buscando el amor. Los pobladores amaban a su rey, lo cuidaban y le agradecían todo lo que él había hecho, y aunque en más de una ocasión él pudo dejar aquel reino en manos de su hermano: nunca dejó de luchar por su gente. Cristal siempre era mencionado entre otros reinos y reyes, por sus colores vivos y por la naturaleza que lo rodeaba tanto fuera y dentro, aquella naturaleza que permitía que los pobladores cosecharan su comida.

Cristal siempre había contado con la bendición de los Dioses, el amor de los pobladores y la tranquilidad que un reino debería tener. Él había tomado las riendas cuando era joven y su padre había declinado por su enfermedad, desde entonces él había jurado ser un rey que velaría por su bienestar y alguien que los protegiera, con el tiempo todos pedían un heredero y él se rehusaba a casarse porque a diferencia de los demás; el buscaba el amor.

Se casó hace mucho tiempo, una princesa maravillosa que hizo sus días de colores, ambos estaban enamorados, pero cuando ella salió embarazada las pesadillas comenzaron. Ariana era una mujer débil que no podía avanzar con el embarazo, le dijeron que más adelante podían ser padres, que era mejor que ese bebé no naciera, que su salud era importante y ella se rehusó, ella quería que su pequeño Hudson naciera y tomara las riendas del reino de su padre y Lucían así lo decidió. Él niño nació fuerte y sano, minutos después Ariana murió con su hijo en brazos.

Lucían no pudo reponerse fácilmente de aquella perdida, el reino entero sufrió. Él no hacía más que recorrer los lugares que su reina había recorrido, miraba las pinturas y en todo momento veía su imagen y escuchaba su risa, todo parecía repetirse y dañaba su corazón con lentitud. Su padre le dijo que lo más adecuado sería que buscara una esposa, así habría una reina y una madre para su hijo, pero él rechazó eso; él quería mantener fresca la presencia de su reina y madre de su primogénito. Desde entonces había permanecido con la llama encendida esperando aquel amor que lo hiciera sentir que pertenecía a ese lugar, un amor que lo hiciera sentir libre.

Hudson cumpliría los quince años en diez noches, un muchacho amable y preparado para llevar las riendas de un reino en el futuro. Ahora Lucían estaba con los años encima y con una alegría única, un hombre benevolente que ayudaba a todos y que secretamente buscaba el amor; volver a sentir la llama en su interior.

― ¿Padre? ―preguntó el muchacho. Lucían se giró terminándose de poner la capa roja para después pasar sus manos por su cabello arreglándolo, su fiel Gastón se inclinó colocándole la corona en su cabeza para después hacer una referencia―, ¿se encuentra ocupado?

―Adelante, Hudson ―respondió el aludido girándose para sonreír hacia su hijo, él sonrió llevando consigo la corona de laureles y encima su armadura dorada obsequió del hermano de su padre―, ¿a qué debo tu visita? hasta donde tenía entendido irías tras la princesa de Esmeralda.

― ¡Padre! ―chilló el muchacho con las mejillas coloradas y los ojos llenos de brillo, Lucían soltó una carcajada ruidosa golpeando con suavidad su hombro para guiarlo a la salida seguido de él―, te dije que era un secreto.

―Pero nadie nos ha escuchado, no seas tímido, hijo. Vamos, que seguro y la muchacha cae ante tu poesía Apolo. ―Se burló su padre viendo a su hijo cambiar de colores y sonreír con nerviosismo. Hudson era un muchacho envuelto en libros y poesía, un gran don que heredó de su madre y que constantemente él lo decía. Era joven, pero con una madurez única, esa que carecía el príncipe Arthur ―su hermano segundo―, Arthur prefería conquistar a las princesas de los reinos vecinos, las llenaba de poseía, pero a ninguna desposaba, él decía que el reino sería de Lucían o de Hudson, que él no quería una corona tan pesada―. Bueno, ¿para qué me buscabas?

UN DESEO POR NAVIDAD (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora