― ¡Lucían! ―exclamó ella abriendo los ojos de golpe. Estaba en su habitación y el único que la tenía abrazada era su hermano Omar. Ella estalló en llanto ocultando su rostro entre sus manos, su llanto asustó a todos que terminaron en la habitación cuando la vieron en ese estado; solo Omar pudo consolarla. Él la sostuvo en todo momento mientras ella lloraba y gritaba pidiendo volver, que ella debía regresar con él.
―Estoy aquí, hermanita, estoy aquí ―murmuró con voz temblorosa, viendo a su hermana hecha trizas entre sus brazos. Maggy siempre había sido una mujer fuerte, pocas, muy pocas veces lloraba y siempre se enfrentaba a los demás. Sus padres pensaban que ella había tenido una pesadilla, pero Omar sabía que había algo más; algo que había roto el corazón de su hermanita―, ¿qué pasó, pequeña?
―No me creerías ―comentó ella con voz rota, cubriéndose su rostro. Él se inclinó besando su frente para después abrazarla con más fuerza.
―Entonces, cuéntame.
Ella dudando le contó. Él no la interrumpió ni cuando volvió a llorar, él la sostuvo hasta que nuevamente la vio derrumbarse, creía que era sueño, pero también creía que su hermana había vuelto con la mitad de su corazón.
Ese día no salió de su cama y sus padres lo entendieron, trataron de animarla, pero ella se mantuvo distante y decaída, envuelta en sus sabanas y chocolate. Lo único que hizo fue pensar en él y terminó dibujándolo por todos lados. Al otro día todos se levantaron emocionados, gritando que era navidad, que el Niño Jesús había nacido y que todos debían estar felices.
El ánimo de Maggy mejoró un poco, estuvo con sus sobrinos decorando el árbol y en la tarde fue con sus hermanas por los regalos. A las siete de la noche, ella estaba terminándose de arreglar porque saldría con sus hermanos como era normal todos los años, darían una vuelta en la plaza o irían al bar por unas bebidas, a las once ya deberían estar en casa. Cuando todos estuvieron listos partieron hacia el bar con media sonrisa en sus rostros, sus cuñados bromeando y Omar hablando sobre su Fernanda, su prometida que llegaba esa noche.
―Estoy creyendo que él solo fue un sueño ―murmuró Maggy, llevándose la copa a los labios. Su hermano sostuvo su mano con suavidad mientras escuchaba a su hermana hablar―, tal vez solo estoy así por un sueño tonto.
―No hables así, hermanita ―suplicó con lentitud, inclinándose para besar su frente con suavidad, ella dejó la copa de vino en la mesa y se giró regalándole una sonrisa falsa a sus hermanas que bailaban con sus esposos. Envidiaba eso; tener alguien con quien compartir cada momento, ella añoraba tanto eso que ahora su mente le estaba dando una mala jugada―, no quiero verte así.
―Estaré bien, lo prometo.
―No dejes de creer en el amor, por favor.
―¿Amor?, ¿te estás escuchando? ―preguntó ella con voz quebrada, él se inclinó cuando vio sus ojos cristalizados―, por años he buscado el amor y no ha llegado, no puedo confiar ahora, no cuando él parece solo en un sueño.
―Eres una estrella que siempre brilla, no apegues tu brillo porque no has logrado encontrar a aquella persona que te haga feliz, Maggy.
―Ellas lo han encontrado y eran muy jóvenes, Omar ―señaló llevándose nuevamente la copa a los labios para dar un sorbo largo, cerró los ojos y a los segundos los abrió encontrándose con los ojos tristes de su hermano.
―Tú eres especial, y lleva su tiempo que encuentres a alguien tan especial como tú, si el amor ha tardado tanto en aparecer es porque la vida te tiene deparado algo grande ―contestó su hermano, tomando su mano para besar sus nudillos, ella observó ese gesto recordando las veces que Lucían lo hizo―, así que sonríe, que aún no se acaba la noche y mucho menos el niño Jesús ha nacido.
―¡Un brindis! ―exclamó Yurian, tirando de su esposo, Maggy forzó una sonrisa tomando su copa imitando a sus hermanos y cuñados―, ¡Por los hermanos Fabri!
―¡Por los hermanos Fabri! ―repitieron todos riendo para después llevarse la copa a los labios.
Estuvieron un rato más hasta que Micaela tiró de ella haciendo que botara su copa.
―¿Pero qué te pasa, mujer?
―Hay algo que no te hemos dicho ―respondió ella, mordiéndose el labio inferior, Maggy frunció el ceño confundida―, mamá lo hizo porque te quiere mucho.
―No estoy comprendiendo.
―Hace unos días, mamá visitó a la familia Rivera ―respondió Yurian, jugando con su anillo de casada, Maggy asintió dando un sorbo a la bebida de su hermano―, y pues..., conocimos a su hijos, déjame decirte que Arturo esta guapísimo, pero sin duda el mayor gana en belleza.
―¿Y quién es Arturo?
―¡El segundo de los Rivera! ―exclamó Yurian, su esposo le hizo una mueca y ella le lanzó un beso―, pero tú eres más guapo, bebé.
―No hay que salirnos del tema, muchachas ―forzó una sonrisa viendo que ambas se miraban con miedo―. ¡Hablen!
―Bien, mamá te hizo una cita con el mayor de los Rivera ―susurró, ambas vieron como Maggy abrió los ojos para después sentir como la ira se apoderaba de ella. No podía creer que su madre hubiera hecho eso ¡Claro que lo creía! su madre era capaz de eso y más―, él ya llegó y está en la barra, luce nervioso. Maggy no seas mala, él no tiene la culpa.
―No puedo creer que ustedes sean parte de esto.
―¡Lo sentimos!
―Yo no iré, claro que no, eso sería darle el gusto a esa mujer que se le ocurre emparejarme con desconocidos ―siseó Maggy molesta, tirando de su kimono de flores, sus hermanas se miraron y luego empujaron a Omar que ocultaba su sonrisa tras su copa.
―Vamos, Maggy, el tipo no tiene la culpa de las locuras de nuestra madre ―apuntó Omar con una sonrisa―, mira, te propongo un trato
―Te escucho, Omar Fabri ―masticó las palabras robándoles una sonrisa a todos.
―Ve y habla con él, dile que no te sientes cómoda y que tú ignorabas esta cita y ya. ―Ella mordió su labio y asintió, se puso de pie para caminar hacia la barra bajo la mirada de sus hermanos. El hombre estaba ahí, era el único en la barra.
«Tiene una buena espalda.» Pensó ella frunciendo el ceño.
Soltó el aire contenido y golpeó con suavidad su hombro. Rápidamente se dio vuelta y ella se quedó pasmada. Él esbozó una sonrisa nerviosa haciendo que sus hoyuelos se resaltaran de una manera preciosa, sus ojos esmeraldas se fijaron en la mujer que lo miraba con sorpresa, Maggy tuvo que sostenerse para no caer.
―Hola, tú debes ser Margaret, ¿verdad? ―preguntó dudoso, su voz era ronca. Estiró la mano y ella se acordó de respirar―. Soy Luke Rivera.
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UN DESEO POR NAVIDAD (TERMINADA)
RomanceCuando naces en un pueblo y vives ahí es muy difícil salir adelante, estudiar una carrera o en todo caso ser independiente es complicado, el éxito es casarse y atender bien a tu marido, quien se casa es una mujer con mucha suerte, quien se casa es t...