―Noche Fría es la época más esperada aquí, es ahí donde la magia cobra vida. Los niños a la espera de su regalo, las familias unidas yendo a recorrer el bosque horas antes y se dan un baño en el riachuelo Azul para ser bendecidos. Cuando la campana suena, San Nicolás pasa por cada casa y deja los regalos, ¿pero sabes cual parte es la más bonita? ―inquirió, cuando ella iba a contestar, él prosiguió―: en la mañana, todos riendo mostrando sus juguetes, todos llenando el reino de risas, esa es la parte más bonita.
―Eres un buen rey ―comentó ella, él abrió los ojos regalándole medía sonrisa―, ¿por qué no volviste a casarte?
―Porque no me he enamorado ―reveló con simpleza, poniéndose de pie para caminar hacia la ventana y ver si la tormenta había pasado; pero todo seguía igual. Él resopló escondiendo sus manos para que estas se calentaran y se giró para verla―, ¿y tú por qué no te has casado?
―Porque no me he enamorado. —Él soltó una carcajada cuando ella usó sus mismas palabras, ella se encogió de hombros y bajó la mirada―, mi familia es de pueblo y yo de ciudad, cada vez que voy a verlos me hacen la misma pregunta: « ¿Cuándo te casas, Maggy?, Maggy, ya se te pasará el tren...»
―« ¿Se te pasará el tren? » ―repitió.
―Ya no podré tener hijos; según ellas. Tengo treinta y cinco años, un poco mayor para buscar el amor.
―Yo tengo treinta y ocho años, Margaret. Gracias a Dios nadie me está diciendo que se me pasará el tren ―bromeó sentándose a su lado, ella frotó sus manos sintiéndolas frías y eso no pasó desapercibido para él, Lucían tomó sus manos y las abrazó con las suyas. Él las frotó y luego las llevó a su boca y sopló sin dejar de verla―, eres muy hermosa, ¿cómo es qué nadie ha querido desposarte?
―Porque los hombres ya no piensan en casarse, excelencia, ahora es más fácil tener una chica cada sábado ―bufó tratando de serenarse al sentir el aliento de él contra sus manos―, tal vez aquí es diferente, pero allá el amor ya murió. Ahora pesan más otras cosas, el amor ya no es importante.
― ¡Qué feo lugar! ¿Así quieres regresar a ese sitio? ―señaló horrorizado, ella se echó a reír al ver sus ojos abiertos y tres líneas marcarse en su frente.
―Es mi realidad, alteza. Y no la cambiaría por nada.
― ¿Es porque alguien te espera? ―Se atrevió a preguntar, ella sacudió la cabeza sonriendo con timidez―, ¿entonces? aquí puedes encontrar el verdadero amor, Margaret.
― ¿Y quién me asegura que lo encuentre, excelencia? ―La observó por largos minutos y cuando iba a contestar, ella lo interrumpió―: allá tengo a mi familia, yo no pudiera ser feliz si ellos no están conmigo.
―San Nicolás nunca se equivoca, Margaret. Tal vez ya encontraste al verdadero amor y no te has dado cuenta ―dijo con suavidad el rey viéndola dormida en el catre. Después de su pregunta, ella no había hablado y él lo agradeció, él no tenía una respuesta segura para todas sus preguntas. Parecía tan serena, tan hermosa y a la vez tan peligrosa. Se permitió pasar sus dedos por el contorno de sus labios, por sus mejillas y nuevamente por sus labios. Ella emitió un gemido y él se echó hacia atrás viéndola girarse y tirar del abrigo de piel. Sonrió y se puso de pie echando al fuego el último pedazo de leña.
Pronto anochecería y ambos debían estar calientes si iban a esperar tanto. Él tomó su abrigo y salió de la cabaña cerrándola, sostuvo el hacha en sus manos y se dio la vuelta viendo tres gruesos pedazos de madera atrás de la cabaña, los tomó y los puso en la piedra plana para después elevar el hacha y cortar la madera. Estuvo por largos minutos ahí hasta que tuvo listo los trozos.

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UN DESEO POR NAVIDAD (TERMINADA)
RomanceCuando naces en un pueblo y vives ahí es muy difícil salir adelante, estudiar una carrera o en todo caso ser independiente es complicado, el éxito es casarse y atender bien a tu marido, quien se casa es una mujer con mucha suerte, quien se casa es t...