UNA SONRISA CÁLIDA (Parte II)

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―No estoy loca, si eso está insinuando. La psicología es la ciencia que estudia la conducta del ser humano ―respondió con rapidez para después retroceder y mirar al rey―, debo irme, necesito encontrar al anciano y que me regrese con los míos.

― ¿De qué anciano está hablando? ―El rey envolvió su mano alrededor de la suya, Maggy levantó los ojos encontrándose con los esmeralda y evitó a toda costa no suspirar y menos mostrar el efecto que había tenido ante el inocente roce. Ella se soltó y retrocedió―, tal vez podamos ayudarla, tal vez y la ayudemos a volver.

―Nico...lás ―titubeó ella y todos se quedaron en silencio, ella aprovechó para salir corriendo de ahí. Sostuvo el vestido y maldijo por llevar aquellos zapatos que le impedían correr. Ella debía llegar al lugar donde lo había visto, ella debía regresar con los suyos o despertar de aquel sueño.

De todos los sueños ese era el peor, parecía que ni los pellizcos la harían despertar. Eso le sucedía por comer pan y chocolate de noche, su compañera de cuarto solía decirle que cenar le traía pesadillas, y ahí estaba ella; corriendo y buscando a un anciano para que la regresara a su mundo.

Corrió y agradeció que las puertas estuvieran abiertas, cuando el rey dio una orden, ella tuvo que correr más rápido saliendo del reino y cruzando el puente. Maldijo al sentir el dolor en sus pies recordando las tantas veces que su padre le había dicho que con los tacos no huiría de una ataque y que lo más seguro es que terminara en el suelo. Se detuvo cuando se vio envuelta en una tormenta de nieve. Caminó con lentitud hundiéndose en la nieve y se sostuvo de los árboles, miró alrededor, pero lo único que veía era árboles y nada cerca. Maldijo recordando la noche anterior, la misma donde el rey la había llevado al castillo.

«El amor que tanto anhelas» Recordó las palabras del anciano, ella solo necesitaba regresar a casa, a su vida y a su departamento. No quería más.

― ¡Margaret! ¡Margaret! ―gritó Lucían corriendo en dirección a donde ella había ido, lo único que vio fue su cabello negro moverse ante la intensidad de la tormenta. Apretó los labios viendo como cada vez la tormenta tomaba paso hasta dejar a cualquiera perdido, pero no para el rey que conocía sus tierras al derecho y al revés.

Cuando era niño solía salir corriendo por alguna pataleta, su tío atrás de él riendo a carcajadas por desobedecer órdenes del rey, pero para Lucían solo sería un regaño. Él había pasado su niñez perdido en el bosque, durmiendo en rocas y cazando su propia comida, se podría decir que antes de tomar las riendas del reino de Cristal, él había sido un salvaje. Él conocía el bosque y aunque la nieve le dificultara la visión nada lo detendría.

Caminó por largos minutos hasta que a lo lejos la pudo diferenciar sosteniéndose de un árbol, caminó hasta ella y se quitó la capa, ella al verlo dio un respingo y retrocedió.

―Calma, no le haré nada ―respondió colocándole la capa en sus hombros, ella apretó los labios sintiendo el frío calar y él miró alrededor buscando la chozuela que se había hecho hace muchos años por si alguien se perdía en esa temporada―, hay una cabaña cerca, ahí nos refugiaremos hasta que podamos volver al castillo, señorita.

―Debo irme, si esto no es un sueño y es obra del anciano...

―Calme. Ya hablaremos de eso ―ordenó envolviendo sus brazos alrededor del delgado cuerpo de ella, Maggy no protestó y escondió su rostro entre su cuello viendo a lo lejos una luz roja, él supo que ahí estaba la cabaña. Se apresuró a llegar hasta ella aun con la tormenta fuerte golpeándolos. Cuando llegaron, él abrió la puerta y ella ingresó con rapidez al refugió, él pudo cerrar la puerta. Recostó su frente contra la puerta normalizando su respiración―, fue insensato lo que hizo, señorita, no sé de donde venga, pero seguro allá también hay este tipo de tormentas.

UN DESEO POR NAVIDAD (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora