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— ¡Sumin Trainor!

— ¡Emma Mackenzie!

— ¿Cuánto tiempo sin verte? —Me abrazo mi vieja amiga y ex compañera de universidad.

— No lo sé, ¿Tres años? — Respondí en forma de pregunta.

— Pero mira qué hermosa estás. ¿Aún sigues tomando fotos a la azar? — Asentí con una sonrisa.

En la universidad, era conocida por mis fotografías exóticas e curiosas. Algunas de ellas no tenían explicación y sólo era tomadas porque si, por aquel paisaje o persona me parecía arte. Aunque no era mi costumbre tomar fotografías de personas, era muy reconocida por hacerlas y excibirlas en las exposiciones de la facultad de arte fotográfica. Pocas veces había sido contratada por chicas queriendo ser fotografiadas desnudas o para un simple evento.

— Como siempre lo he hecho, Emma. — Me encogí de hombros.

— Nunca cambias, ¿No es así? — Preguntó tomando de su taza de té. Nos habíamos reunido en una vieja cafetería que no quedaba muy lejos del Central Park.

—No lo creó.

— Mujer de pocas palabras— Sonrió — Sumin, ¿Te acuerdas de Lisa?

— ¿Lisa Miller? ¿O Lisa Adams? — Bebí de mi taza de té negro.

— Lisa Adams, — Asentí conforme a lo que decía— me encontré con ella hace dos semanas. La chica se casó y tiene tres hijos, ah, y trabaja para una editorial periodística en un columna informativa.

— ¿Y que tiene que ver ella con nosotras? — Me encogí de hombros.

— Lo que quería resaltar es que está casada. Además tú eres mayor para Lisa y aún no tienes ni novio, ¿Que paso con tu juventud, querida?

Negué con la cabeza. No quería hablar del tema.

Metí mi mano en mi bolsillo derecho y saqué unos billetes para luego dejarlos sobre la mesa. Me levanté de la silla dejando mi té sin terminar.

— Lo siento. Tengo que irme. Recordé que tenía un asunto pendiente en casa. Hasta luego, Emma.

Me retiré de la cafetería dejándole todas la palabras en la boca. Y lanzando maldiciones a todo aquel se tuviera pareja y fuera malditamente feliz.






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