T r e s

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De nuevo estaba en mi departamento. Comiendo helado en tarro y viendo películas de los 80's. ¿Porque mi vida se había reducido a esto? No lo entendía.

Había sido la mejor graduada en la universidad. Tenía futuro. Y ahora heme aquí: tomando fotografías por diversión, viviendo en un departamento que si apenas puedo pagar con lo poco que mis padres me mandan desde Japón y sin tener vida social. ¡Por favor! ¡Tengo 24 años y el único logro que he tenido desde que salí de la universidad fue pasar toda una tarde viendo doramas coreanos!

Simplemente, me había convertido en lo que más odiaba; una persona sin personalidad y aburrida.

Vaya, vida la mía.

— Debe ser miserable, ¿Verdad? — Giré mi cabeza al propietario de la voz con ascento extraño. Era él, el chico misterioso.

Estaba sentado junto a mi, en el sillón. Llevaba su particular tapabocas y su gorra. Nada nuevo para ser sincera.

— ¿ A qué te refieres?

— A tu vida. — Se acercó tomó la cuchara que había estado utilizando en mi helado. — Puedo notar en tu mirada que eres una chica solitaria y sin empleo. Vives de lo que tus padres pueden enviarte y no tienes un anillo en el dedo, a lo que se deduce a que eres soltera.

— ¿Como sabes que soy soltera? — La curiosidad me mataba. Él era muy observador.

— Es sencillo, ves películas ochenteras que solo son vistas por ancianas nostálgicas; tu refrigerador está semi vacío, solo tienes sopas instantáneas, pizza podrida y arroz chico que seguro es de hace dos días, también hay un tomate y un plátano negro; otro punto es que nunca he visto a un hombre entrar por esa puerta — Señaló la puerta de mi departamento con su dedo índice —. Es curioso, ya que viéndote bien, no eres tan fea.

— Espera un segundo... ¿Como sabes todo eso? ¿A caso trabajas para el gobierno? ¿O para un servicio secreto? ¿La S.I.A? ¿El F.B.I?

— Tienes mucha imaginación, Sumin. — Negó burlándose de mi.

— ¿Entonces que eres?

— Tu vecino.







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