V e i n t i s e i s

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1 semana antes de la boda.

Aún debatida -y sin más protestas- acepté la propuesta de Dietrich al matrimonio, no solo por saber la verdad y porque estaba terriblemente comprometida con él desde mis cortos meses de vida, si no, por la agencia de mis padres. Quería recuperar algo, que por ley y herencia, era mío.

También Dietrich había mencionado que quería visitar a su madre en Hoengseong, una pequeña ciudad que quedaba a un hora y veinte minutos de Seúl, a lo que no pude negarme. Tampoco podía negarle a Dietrich a no ver a su madre, quien sería mi futura suegra, por más de que odie la idea; empezaba a ver a Dietrich en su forma más dócil, más sensible, más agradable.

La larga hora de viaje y veinte minutos fueron un verdadero dolor de culo, tan así que empecé una partida de póker con Reese y Kirk en la parte trasera de la limusina mientras que Ness se divertía mientras nos veía jugar, Dietrich solo nos miraba un poco divertido por la forma en la que Kirk se enfada por perder 50 dólares solo en la primer partida y contra mí. También nos detuvimos a comprar hamburguesas y ramen, ya que yo aún no probaba el tan famoso ramen picante que tan le gustaba a Reese. En el camino, Kirk no dejaba de comentar sobre que tenerme como “jefa” sería mujer mejor que tener a Dietrich, cosa que hicimos enojar un poco al mencionado, pero luego de un par de chistes con respecto a mi poco liderazgo en la secundaria, finalmente todo se suavizó.

Cuando llegamos a una pequeña casa bien decorada y hogareña, supe que ya habíamos llegado a la residencia Hawk. Dietrich me ayudó a bajar de la limusina y nos acercamos a tocar el timbre, al instante la silueta de una mujer un poco mayor se hizo presente y está sonrió ampliamente al ver a Dietrich.

Diet, hijo. — La mujer lo envolvió en un cálido abrazo, él correspondió para luego separarse un poco de ella y besar su mejilla. — Que agradable volver a verte.

— Madre, también me alegra volver a verte. — Él parecía ser una persona totalmente distinta frente a su madre, ya no era el hombre que me había amenazado mes atrás, ya no era el grosero y narcisista Dietrich que me había tenido en cautiverio por casi dos meses, ahora se mostraba como un pequeño niño en los brazos de su madre en busca de protección y amor. Eso era tierno. — Quiero presentarte a alguien, aún que creo que ya la conoces — Yo me había hecho presente en la conversación de Dietrich y su madre cuando parpadeé —, ella es Han SuMin, mi prometida.

La mujer cubrió su boca con mucha sorpresa y lágrimas empezaron a resbalar por sus mejillas corriendo un poco su maquillaje perfectamente aplicado.

Diet, t-tú... Encontraste a la pequeña Minie. — Siendo franca, el apodo no me quedaba pero al ver la alegría de la mujer, no protesté y solo sonreí.

— Un gusto conocerla, señora. — Me incliné un poco en forma de respeto, o eso era lo que Ness me había enseñado.

La mujer solo me abrazó como su me conociera de toda la vida, y vaya que si me conocía, solo los primeros meses de vida.

— Oh, por favor, querida. Dime Julia o madre, como quieras — ella limpió sus lágrimas un poco y me sonrió —, igualmente será parte de la familia

Todo eso me asustaba, pero quería soportarlo, por más que quería salir huyendo no podía. Tenía que aceptar que me casaría con Dietrich Hawk y Han debía ser sacado cruelmente de mi corazón sea como sea.













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