V e i n t e

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— Mientes. — Murmuré muy bajo. Estaba impactada por la noticia. No quería creer lo que está persona estás diciendo de mis padres, las únicas personas a las cuales les podía decir familia— Estás mintiendo.

— Sumin, yo no te mentiría.

— Cállate. — Mi cabeza comenzó a doler, quería gritar y llorar. — ¡Que te calles!

— ¡Pero no he dicho nada! — Dietrich se defendió.

— Lo siento. — Mi tono fue bajando poco a poco para finalmente termine sollozando como una bebé en el sillón.

— No te disculpes. — Él intentó abrazarme pero lo alejé. No quería creer nada de lo que él me decía.

— Mi madre se llama Shiraoka Hana, de descendencia japonesa y coreana. Mi padre se llama Jones Trainor de descendencia cien porciento americana, ambos se enamoraron en en la Universidad de Tokyo, se casaron y concibieron a una bebé llamada Sumin Trainor, esa soy yo. Soy su hija de sangre, Dietrich. — Estaba un poco traumada por la confesión del hombre. No quería creer lo que él me decía.

— Sumin, no. No te mientas. — Su mano se apoyó sobre mi hombro. — ¿Quieres saber la verdad?

No sabía qué hacer. Porque los pocos recuerdos de mi infancia conectaban con las palabras de Dietrich, un cordial ejemplo son las fotos familiares, las visitas a la casa de mi abuelos y el despreció de mis tías japonesas.

— Sí.

— Pues iremos la próxima semana a Corea del sur.














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