Quattuordecim

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—¿que tienes?

Dae se encontraba acostada como una estrella encima de la camilla de Chanyeol.

—me siento extraña.
—¿es por el cabello?
—sip—asintió con su cabeza.
—solo es cabello, si se cae vuelve a crecer.
—eso lo dices porque estás acostumbrado a tener poco pelo. O a que este no se caiga.
—claro que no. Solía teñir mucho mi pelo. A veces se caía.
—bueno, de todas maneras tú ya ibas a estar calvo y por eso no te sientes raro. Yo sí.—Chanyeol le dio un pequeño golpe en la cabeza—. Perdón.
—ya pasará, cuando salgas de aquí tu cabello crecerá normalmente.
—¿quien dice que saldré de aquí?
—yo lo digo.

Dae se levantó de su posición y se sentó en la silla. Giró sobre el eje de la silla.

—¿en qué trabajan tus amigos?
—la mayoría son músicos.
—oh, ¿son famosos?
—realmente no lo sé.
—¿por qué se fue tu novia?
—supongo que no estaba dispuesta a atender a alguien enfermo, y menos si la enfermedad es cáncer.
—sí, suele pasar. No solo con chicas—Dae frunció el ceño y miró hacia abajo—. ¿Donde está tu familia?

Chanyeol no respondió. Tensó su mandíbula y respiraba sin hacer movimiento alguno. Dae se dio cuenta de que no debió preguntar.

—perdóname, yo...
—ellos no son mi familia. No se merecen que los llame mi familia, porque no lo son.—su mirada estaba perdida en la nada.
—Chanyeol...
—la familia no te abandona. Ni ellos, ni esos tontos, ni ella son mi familia.—parpadeó varias veces cuando reaccionó—. No tengo familia simplemente, Dae.
—no quería que...perdón, no debí preguntar.
—no pasa nada. Solo quieres verme sonreír—la miró para después sonreírle genuinamente. Era una sonrisa cálida y sincera, no mostraba los dientes pero se sentía su propósito.

Dae se sentía feliz de haber hecho sonreír a Chanyeol. Esa sonrisa no la borró hasta que le ganó el cansancio y el chico se durmió. Dae sonrió y regresó a su camilla. Tomó el libro que estaba leyendo desde hace unos días que se encontraba en la mesilla de noche. No pasó mucho tiempo cuando Jimin apareció en la puerta, se acercó a Dae y se sentó en la camilla e frente de ella. Dae bajó el libro y lo abrazó.

—¡Jimin!—miró el reloj de la sala del hospital que marcaba 6:34 de la tarde—. ¡Saliste temprano!
—sí, mi jefe sabe que tengo que verte.
—que amable.
—mira—sacó un álbum de fotografías—, lo traje de la casa. Pensé que podríamos hojearlo mientras cenamos.
—¿me dejan bajar?
—por supuesto. Le acabo de pedir permiso a Nina y ella aceptó.
—¡en serio!—exclamó feliz—. Espera un segundo, yo no tengo ropa para salir.
—te equivocas.—de una bolsa que traía consigo sacó un par de prendas de Dae.
—¡eres el mejor mago y novio del universo!—dijo mirando las prendas que Jimin le había traído.
—cámbiate y me buscas en el pasillo para ir a cenar.
—vale.

Jimin se llevó sus cosas y salió al pasillo. Dae llamó a Nina, la desconectó de los cables que no necesitaba y le ayudó a cargar la medicina conectada al catéter al baño para ayudarla a cambiarse. Un pantalón negro ajustado y una blusa blanca junto con una hoodie verde opaco.

Dae ya podía caminar mejor que hace unas semanas. No realizaba actividades que necesitaran esfuerzo pero ya podía caminar libremente. A una esquina, casi justo al lado del hospital había un restaurante italiano donde irían. Dae salió a buscar a Jimin en el pasillo y ahí estaba. Nina dejó las cosas de Jimin a lado de la camilla de Dae y ambos se fueron al restaurante.

Con el álbum fotográfico en una mano y con la otra entrelazando los dedos con Dae caminaban al mismo ritmo directo al restaurante. Se sentaron en una mesa y pidieron su orden. Cuando llegó ambos comieron y acabando comenzaron a hojear aquel álbum de fotos.

Enfermedad Se Escribe Con C | P.jmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora