Viginti quinque

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Sin razón aparente, y para la mala suerte de Jimin, la mañana siguiente no fue como él podía esperar. Dae había despertado con cierta tristeza y desgano. Porque la ansiedad y el insomnio atacan al mismo tiempo. Había tenido casi la mitad de la noche para pensar y no resultó bien. Dae despertó llorando como un niño que acababa de tener una pesadilla.

Se sentía existir solamente. Estaba ahí pero no estaba presente, su subconsciente se fue a otra parte y sus pensamientos se profundizaron provocando llanto. Materializando el hecho de que iba a morir pronto y nada ni nadie lo podía evitar. Sin embargo lo que la ponía así no era el hecho de abandonar el hermoso mundo donde había podido estar una décima de Segundo si es que de tiempo hablamos, sino a la idea de dejar a lo que más quería ahí.



A Jimin.



Porque como muchas chicas pudieron haber aprovechado ese día para sobrepasarse con su novio y pedirle caprichos para mejorarse. La simple idea de que no volvería a ver a Jimin, y que probablemente su falta le haría daño era devastador.
Que lo que pensaba Dae era que al morir se convertiría en una Estrella y Jimin la buscaría cada que el cielo le dejara. Pero no tenía la más remota idea de lo que en realidad podía pasar y si iba a estar ahí para ver a Jimin superarla o bien, lamentarse hasta la eternidad.
Mientras Jimin trataba de hacer caras graciosas para ver a Dae sonreír, o acariciar su cabellera para que se tranquilizara, Dae lloraba más pensando en que extrañaría esos momentos.

—¡basta, Dae!—exclamó Jimin tomando con ambas manos las mejillas de Dae—. Relájate, ni siquiera me has dicho lo que te pasa.
—Jimin, no quiero morir—dijo Dae sollozando y posando sus manos encima de las de Jimin en su rostro.
—no te vas a morir, Dae.—dijo Jimin tratando de contener sus lágrimas. Dae sólo siguió con su llanto y negó con la cabeza varías veces—. ¿Que pasó cuando sabías llevar este asunto?
—antes podía, ahora me carcome por las noches—su voz sonaba cada vez más rota—. No quiero seguir esperando, Jimin. Duele más.—dijo negando con la cabeza.—. Tenía la esperanza de que todo saldría bien, pero ahora se que no y...

No supo que más decir. Pasó la lengua pos sus labios mientras le sonaba en algo para seguir hablando y dejar que el llanto la consumiera y la hiciera explotar.

—te dije que te amaría hasta la muerte...pues sí, te amo. No hay más explicación.
—D-Dae—tartamudeó Jimin comenzando a llorar junto con ella.—. Mi intención era que te olvidaras por un momento de todo y pasarás tiempo conmigo y ahora...lo arruiné.
—no, no hiciste nada, Jimin. Eres maravilloso. Me hiciste pasar los mejores años de mi vida.

Después de ese comentario de parte de Dae no hubo más. Sólo respiraciones agitadas, lágrimas manchando la ropa de ambos y bueno, rostros salados y rojos por llorar.

—¿por qué no...regresar el tiempo?

Jimin miró a los ojos a Dae mientras esta terminaba de secar sus lágrimas.

—¿qué?
—¿que te parece si regresamos a esa noche...?
—¿esa noche...?






Throwback time...




—¿Ves a ese chico?
—¿el de cabeza gacha?
—sí. Pues te presento a Park Jimin. Ve y háblale.
—¿que? No lo conozco.
—es de tu generación. Es amigo mío y de los chicos.
—¿y por qué no está bailando "el pasito perrón" con ustedes allá?
—porque Chim Chim es tímido y necesita que alguien lo mime.—inhalé—. Por favor, háblale. Es un buen chico.
—lo pensé, no perdía nada—. Está bien.

Me levanté de la silla, Eunbyul celebró y se fue a seguir bailando. Jalé una silla y me senté a lado de él. Este me miró y rápidamente volteó. Sí, era muy tímido.

Enfermedad Se Escribe Con C | P.jmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora