VEINTITRÉS

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— ¡Isaac! ¿Si eres tú, cierto?...

— Si, Ana. Soy yo — dijo sobando su mejilla — vaya que tienes mano dura...

Si... definitivamente era él.

— Lo siento, no se me ocurría otra forma de despertarte. Pensé que habías muerto o algo así — respondí en tono preocupante.

— Está bien. Me alegra que estés a salvo — llevó su mano a mi rostro acariciando mi mejilla con su pulgar — ¿Qué fue lo que pasó? — apartó su mano de mi cara llevándola a su nuca.

— El demonio. Se volvió a meter en ti... O... — me quedé pensando un momento en silencio.

Empecé a recordar lo que dijo aquella aparición:

"No permitiré que me saques de éste cuerpo."

— ¿O... qué, Anna?

— O ya lo tenías dentro.

— Espera... ¡¿Qué?!

— Ven.

Sin dudarlo, tomé se muñeca y le obligué a levantarse y, a paso apurado, lo llevé de regreso al hospital conmigo.

Cuando La Luz Se Vuelve OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora