DIECISÉIS

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— Isaac...

Él sólo me miraba... pero a diferencia de mi otro encuentro desafortunado con él, esta vez, Isaac sí era Isaac. Sus ojos lo delatan.

— Ana...

Se acercó a mi y sentí pánico. Comencé a gritar.

Y algo pasó.

De repente, Isaac estaba delante de mí tapando mi boca...

¿Cómo es que en segundos llegó hasta a mí si estaba a 4 metros de distancia...?

— Ana, ¿estás loca o qué? Alguien podría venir...

Me solté de su agarre tratando de salvar mi vida.

— Ese era el punto.

Mi primera reacción fue llevar mi rodilla entre sus piernas. Vi cómo Isaac se retorcia de dolor en el suelo y salí corriendo del cuarto.

El pasillo estaba completamente vacío, corrí lo más rápido posible dirigiéndome a la vuelta del corredor.

Al dar la curva, Isaac estaba ahí parado. Me paré en seco.

— ¿Pero que car...?

— Ana, te pasaste. Eso me dolió... Solo déjame hablar contigo...

— ALÉJATE DE MI.

De nuevo, corrí en dirección contraria. Mi corazón latía a 1000 por hora. La adrenalina corría por mis venas y estaba asustada pero confundida también. No sabía qué hacer.

Y apareció de nuevo.

— Ana, basta. Déjame explicarte todo. Yo...

No escuché, solo corrí. Corría pensando que así mi vida estaría a salvo. Pero a cada lugar que iba, Isaac se aparecía.

Yo no quería escucharlo... pero quería respuestas también y el único que las tenía era Isaac.

Pero en ese momento, sólo pensar en salvarme del hombre, si es que lo es, que me perseguía...

Finalmente, de la fatiga no puede escapar.

Caí de cansancio al suelo. Al caer, sentí el frío del piso recorriendo mi cuerpo. Mi respiración agitada se aceleraba y el aire en mis pulmones me quemaba.

Poco a poco mis ojos se cerraban...

Lo último que vi antes de desmayarme, fue a Isaac acercándose a mi...

Y entonces, oscuridad total.

Cuando La Luz Se Vuelve OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora