Ya nos encontrábamos de vuelta en mi habitación.
Isaac estaba sentado en la silla que se encontraba a lado de la cama dónde yo me senté.
— ¿Qué esta pasando, Ana?
Me miraba con sus ojos marrón... preocupado.
— El demonio, me dijo que no iba a permitir que te sacará de tu cuerpo. Pensé que tal vez ya lo llevas dentro un rato.
— ¡¿Cómo...?! Pero... ¿por qué ahora se empezó a aparecer?
— Talvez porque nos tiene dónde él quiere. Talvez la casa que vemos en nuestros sueños esté aquí, en Londres. Talvez se metió en nuestros sueños para traernos aquí. Pero... no sé para qué.
Volteé a ver a Isaac. Tenía la mirada perdida en sus pensamientos.
— Ana... — dijo sin despegar sus ojos de la ventana. Su rostro comenzó a ponerse pálido.
Mi único impulso fue voltear a ver la ventana. Me levanté de la cama y me dirigí más de cerca para poder ver mejor lo que había del otro lado del vidrio. Isaac me siguió.
Al llegar frente a la ventana, vimos a un hombre alto con un largo sacó negro y gorro del mismo color quién nos observaba desde el medio de la calle frente al hospital.
Mi corazón comenzó a palpitar rápidamente. Intenté enfocar mi mirada en el rostro de aquel desconocido para poder descubrir su identidad pero... pronto descubrí que no había un rostro. Sólo era un hoyo negro.
Detrás de él, se hallaba la chica que falleció ateopellada, Luna Lili Dill.
Ambos, parecían mirarnos detenidamente. Parecía una guerra de miradas entre ellos y nosotros.
Parpadeé y, de pronto, ya se habían ido.
Sin pensar más, volteé a ver a Isaac quien también me miraba aterrado.
— Ana... ¿Qué fue eso?
"¿Crees que soy el único?"
Recordé las palabras de aquél demonio.— Creo que saben de nosotros. De que intentamos ganar la verdad detrás de todo esto. Sólo intentan intimidarnos para renunciar pero... Isaac...
Comenzó a caminar en toda dirección por la habitación con su mano es su frente y la otra en la cintura en señal de preocupación.
— No, Ana. Ya no quiero esto. Estoy harto de que me use como su marioneta.
— Lo sé, pero es por eso que prometí ayudarte. No te rindas porque eso es lo que él quiere.
Isaac dudó, pero por lo que vi en sus ojos, pude lograr lo que quería.
— Está bien.
— Ok... — me acerqué a él para poder calmarlo — todo va a estar bien. Lo prometo.
Estaba parada frente a él. Alcé mi mirada hacia la suya y, de un momento a otro, él ya sostenía mi rostro con sus manos. Sin pensarlo si quiera, sin dejarme decir algo... Me besó. Pero ésta vez era un beso apasionado y desenfrenado que me hacía sentir una sensación que jamás había experimentado.
Una cosa llevó a la otra. Yo comenzaba a quitarle la camiseta. Aquella prenda ya iba a la mitad de su torso cuando escuchamos una voz que nos hizo alejarnos y parar.
— Ana, hija. Por Dios... estás bien...
— ¡¿Papá?!
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Cuando La Luz Se Vuelve Oscuridad
Mistério / SuspenseImagina que estas en medio de una habitación, una muy oscura. Lo único que tienes es una vela a punto de apagarse por la fuerte brisa del aire entrando por alguna parte de ese cuarto. Finalmente, se apaga. ¿Ahora que harás? No tienes a nadie quien...