OCHO

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De repente reacciono.

¿Por qué me está besando Isaac cuando apenas hace unas horas le empecé a hablar? 

Sostengo sus hombros y lo aparto de mi.

La adrenalina que me recorría ahora está mucho peor.

— ¡¿Qué rayos te pasa?!

Isaac parecía sorprendido por lo que acababa hacer. Después su expresión cambio a una de pena.

— Mierda — dijo finalmente después de largos segundos. — Mierda, mierda, mierda — ¿soy yo o éste está hablando solo y no sabe que estoy junto a él?

Casi me sobresalto por su reacción.

Respiró y me miró. Supe al instante que esos ojos pedían disculpas.

— Perdón, Ana. No se qué me pasa. Juro que no volverá a pasar.

Su disculpa fue muy fría, fue como si un robot me hablara.

De repente se levanta del suelo y me tiende su mano para ayudarme a levantarme. Le hago caso y después de unos segundos y de un fuerte tirón ya me encuentro parada en el suelo. Me seco las lágrimas y empiezo a caminar hacia la camioneta. Hacia la escena que tanto me aterraba.

Caminamos durante mucho tiempo, la verdad era que yo no quería correr, me sentí muy cansada después de haber creado ese show de hace rato. Sentía la mirada de Isaac sobre mí.

— ¿Por qué me miras así? — decido preguntarle antes de que siguiera.

— Es que... para mi eres... — ¿Se detuvo? ¿Por qué se detuvo? — Olvídalo. Ven, vámonos.

Lo único que hizo fue tomar mi mano y sólo comenzamos a caminar de regreso. Mientras camino, tomó la manga de mis suéter y me limpio mi desastrosa cara.

Intento disimular mi expresión desilusionada

Después de eso lo único que oía era las fuertes respiraciones combinadas de ambos por la caminata desenfrenada.

Esto era incómodo. Finalmente, se detiene sin siquiera voltear me a verme y decide hablar.

— Oye, perdón por lo del beso. 

Creo que hubiera preferido que se callara.

— No te preocupes, ya pasó. Sólo... olvidemos eso ¿si?

Apartó su mirada de la mía para mirar hacia abajo. Metió sus manos a los bolsillos de sus jeans. Finjí no haber notado eso.

— Por cierto — veo como su mano se desliza a través de su cabello oscuro — besas muy bien Ana.

¿Es enserio? Después de no hablarme durante los últimos minutos, ¿me sale con esto?

Pero... no me lo esperaba y mi única reacción a ése comentario fue una sonrisa agachando mi cabeza, es decir, me sonrojé.

— Aprovechando de que estamos hablando de esto... — me habla después de unos largos segundos. — ¿Qué tal beso yo?

¡Mierda!

La verdad es que el besa, en mi opinión, bastante, bastante bien. Pero obviamente no se lo iba a decir así. Traté de disimular lo más que pude.

— Nada mal para una persona como tú. 

Su reacción, inesperadamente, fue la misma que la mía.

En el camino, alcanzo a ver que ahí seguía nuestra camioneta, estacionada a lado de una tienda de ropa. Al parecer mis amigos la movieron al ver que estaba en medio de la calle estorbando a los demás autos así como también veo que la escena ha sido limpiada completamente, era como si no hubiera pasado nada, pero obviamente para las noticias esto no iba a pasar por alto. 

Al llegar al automóvil, decido tratar de olvidar lo ocurrido y abro la puerta del copiloto. Encuentro mi celular y decido sentarme para ver las notificaciones. Veo 5 llamadas perdidas de mi padre y 11 mensajes sin leer.

Abro el Whatsapp y veo que diez de esos mensajes eran de mis padres, pero el último... era de un número desconocido.

Lo veo... y lo que dice me hace quedarme paralizada.

NÚMERO DESCONOCIDO

Te dije que tuvieras cuidado niña. Ahora los tuyos están en peligro, pero... no te asustes... yo estaré observándote. El accidente de la chica solo es el principio. A la próxima... ten más cuidado con quién te juntas, aunque claro... tal vez ya no haya próxima vez...

Las manos me tiemblan y siento un horrible escalofrío a travesando todo mi cuerpo. Imagino que mi cara esta más blanca que nunca. 

Salgo del auto, y encuentro a Isaac hablando con los otros. y lo primero que digo es...

— Isaac — susurré de forma casi inaudible.

Siento mi celular deslizarse a través de mi mano y escucho como se estrella contra el duro pavimento.

En eso, siento como mi cuerpo es jalado por la gravedad y de repente me encuentro en el suelo.

Lo último que vi, fue a Isaac viéndome petrificado y corriendo hacia mí ya en el suelo.

Escucho mi nombre siendo hablado por la voz de él.

— ¡¡¡ANA!!!

Finalmente, cierro los ojos y...

Oscuridad total.

Cuando La Luz Se Vuelve OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora