VEINTINUEVE

1 0 0
                                    

— Bueno... es un poco difícil de explicar... — le dije intentando pensar cómo iniciar la conversación más complicada de mi vida con mi papá.

Me tardé un poco pero le expliqué todo, desde el sueño que tuve y hasta lo que acababa de pasar. Esperaba que me apoyara pero...

— ¡¿Estás loca?! — expresó. — Fantasmas, sueño raros, mujer muerta... ¿Qué pasa contigo, hija? ¡Todo eso no existe!

— Yo también pensaba que no existía nada de eso pero... todo esto es real, papá. Si no lo es, explícame entonces lo que hace un momento te acaba de pasar.

— Pues... — dudó — em...

— ¡¿Ves?! — dije probando mi punto.

— Bueno... está bien. No tengo como responder a eso pero no quiero discutir ahora contigo — dijo firme y luego intentó cambiar de tema. — ¿Dónde está Isaac?

¡Isaac!

¿Dónde rayos se metió?

— De hecho... no lo sé... — dije intentando pensar en algún lugar. — Solo recuerdo que dijo que iba a buscar a la doctora como pretexto cuando... tú o esa cosa o quien haya sido me atacó.

— Deberíamos ir a buscarlo. Vamos, Ana. — tomó mi mano dirigiéndome a la salida del cuarto — No debe estar lejos.

Salimos y comenzamos a recorrer el pasillo en busca del chico perdido.

Todo estaba oscuro. Al parecer en el hospital ya todos estaban dormidos y las luces ya habían sido apagadas. Pero entonces veo una luz, era luz de una linterna y sabía que pertenecía a uno de los guardias que vigilaban el edificio para verificar que ningún paciente se haya salido de su habitación.

Rápidamente tomé a mi padre de su mano y lo jalé a la puerta del sótano que estaba cerca la cuál, por alguna razón, estaba abierta. Y no debería estarlo ya que se suponía que las enfermeras ya lo habían cerrado.

Entramos a toda prisa y cerramos la puerta. Pegué mi oreja a la madera vieja de esta y escuche al guardia alejarse.

Volteé y me di cuenta que la luz estaba encendida. Veo al suelo y me doy cuenta que hay papeles y folders tirados por todo el cuarto.

Miro a Isaac que está parado checando un folder amarillo. Me acerqué a él esperando que estuviera bien o... esperando que fuera él.

— ¿Isaac? — digo.

— ¡Ana! — dijo mirándome al percatarse de mi presencia. Decido verle los ojos para corroborar que sea él y si lo es pero... está alterado. — Sabía que me encontrarías aquí. Debemos irnos pero tenía que buscar mi folder del hospital pero... Ana... ¡no lo encuentro! — Su voz y respiración estaba agitada — ¡NO ESTÁ! DESAPARECIÓ Y DE SEGURO FUERON ELLOS...

— Isaac... Cálmate — dijo mi padre en tono pacífico. — Ana me contó todo y... — volteó a verme y bajó la mirada pensativo para después volverla a enderezarla viendo a Isaac a los ojos, quien era un completo desastre — le creo y por eso, también te creo a ti. Vamos a encontrar las respuestas que buscas.

— Lo haremos — agregué. — Te lo prometo.

Isaac solo nos miro a ambos y nos sonrió.

— Perdón por tanto alboroto. Es que yo...

— No te preocupes — dije dándole una sonrisa — no pasa nada. Pero, ahora, hay que irnos o los demonios volverán a buscarnos. Al parecer, quieren llevarme. Desde que llegué aquí, han intentado capturarme. Me necesitan pero, no se para qué.

— Entonces, con más razón hay que movernos — dijo papá. Tomó mi mano y ya todos nos dirigíamos a la salida del sótano cuando recordé...

— Esperen.

Me dirigí al archivero metálico y busqué el folder que necesitaba encontrar.

Por fin lo hallé.

Leo el nombre de la persona para estar segura de llevar el indicado.

NOMBRE: Luna Lili Dill

— Listo. Vámonos.

Cuando La Luz Se Vuelve OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora