IX

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Ya me era difícil abrir la puerta.
Se me hacia tan lejana...
El mundo se movía de mis pies, comencé a temblar.

Pensaba que sería fácil una vez visto todo lo que pasé.

Era como el momento en que me hicieron la operación para extraer mis muelas del juicio...
Estaba tan mentalizado de que iba a quitármelas, que me iba a doler y que iba a estar bien.

Estaba sentado en el consultorio, y el cirujano no llegaba, comenzaba a ponerme nervioso; pero cuando dió la hora en la que iba a ser mi operación, y ver que el hombre no llegaba, me tranquilicé. "No va a llegar". Pensé.

Un chirrido precipitado se escuchó de la puerta, y se me salió el corazón.
Un hombre mayor con una bata blanca y un pequeño maletín negro entró.
"Joder", pensé.
Mi cuerpo comenzó a temblar demasiado, mis nervios subieron, casi no podía caminar...
"Solo son dos muelas, va a salir bien y no va a doler..."
Entré.
"Si, si va a doler, va a doler mucho, va a doler y me voy a desmayar, va a doler, va a..."
Una voz apacible, pero graciosa, del médico cirujano me dijo...
"Vamos campeón, calmado, no queremos que esto dure más de lo debido."

La puerta estaba frente a mi, y recordé ese momento...
Oh, mis ángeles ya no estaban en ese momento conmigo...
Tomé aire, tomé fuerza, y entré al hogar que fue mío.

Caminaba con cuidado de no hacer mucho ruido...

"Vamos campeón...

Fui directamente a mi habitación...

"...Calmado...

Miraba a todos lados, furtivo, pasando por el baño entreabierto, logré llegar a mi pieza...

"...No queremos que esto dure...

Tomé mi antigua mochila, saqué todo rastro de libretas de cualquier institución y metí mis cosas más importantes...

"...Más de lo debido."

Finalmente, metí el encendedor Zippo negro de mi padre, cerré la mochila y tomé una vaso entero de agua de la cocina.

Todo se veía despejado, sin discrepancias. Sin embargo, algo estaba mal...
Algo no cuadraba...

Tomé unas tres botellas de agua del refrigerador y las metí en mi mochila.
Al voltear, caminé lentamente a la puerta de la entrada de la casa, temblando un poco, tapando mi rostro de la parte del baño en donde había perdido a mi hermanita...

Pero, al llegar a la puerta...
Había una notita pegada, una hojita de papel junto a la perilla.

"I am unarmed...
I lay my weapon down for you... Either pick me up or you can shoot me down...
You are my pilot please don't let me drown...
I am unarmed...
But i'm arm in arm with you...
'Cause when you pick me up, you never let me down...
You are my captain in these waters now..."

Conocía esa letra, pero sobre todo, conocía ese pequeño poema...
En secundaria, a los 15 años, conocí, por accidente, a la hermana de Cristopher.

Para ser sincero, me enamoré de ella en el momento.
El cabello bailando al son del viento, sus ojos grandes, una sonrisa encantadora, y gracia al caminar...
Hicieron que me acercara poco a poco a ella, como un amigo...

Después, descubrí que ella tenía el mismo sentimiento que yo por ella...

PANDEMIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora