PANDEMIA

XIII

Pasaron solamente unas dos semanas desde que nos encontramos con Ariadne dentro de mi casa.
Ya todo el pueblo estaba infectado, inclusive algunas estaciones de radio dejaron de funcionar. Aún habían partes que no estaban infectadas, ya que la TV aún tenía señal.

No podía aguantar el sufrimiento de tener a mi hermana dentro de mi casa, no tuve la suficiente valentía...
Con ayuda de Santiago y Cristopher, logramos hacer una caja de madera del tamaño de mi hermanita, cosas que sacamos de una ferretería y carpintería cercanos, donde no había nadie.
Ambos se encargaron de sacar el cuerpo, y lo metieron en la caja, la cerraron con clavos e hicimos un agujero en el suelo.

Moría de tristeza, moría...
Cristopher sabía qué sentía, pero su hermana no murió, recientemente no sabemos nada de ella, solamente salió de la casa y se fué.

Actualmente me es difícil estar bien, con todo lo que ha estado sucediendo. Las calles se llenan en la tarde, en la noche se despejan un poco.
Estamos viviendo en mi casa, ya que las casas de: Cristopher está hecha trizas, Santiago está sumergida en infectados...
Francamente, me llama mucho la atención ver cómo se pelean entre ellos, hablando de los infectados.

Debo decir que tengo miedo, ya todo se fué a la mierda. Las mujeres son parejas del hombre, hombre de las mujeres. Me preocupa que la humanidad sea extinta culpa que TODA mujer ya haya sido infectada, y las infectadas son muy... ¿malas?

Atacan, a muerte, a cualquier persona, otra infectada o un hombre.

Pensando en otras situaciones, antes de dormir, recordaba a amigos de infancia...
Cuando una imagen vino a mi mente...
"Mónica"

¡Diablos! No sabía ciertamente si seguía con vida, pero debía buscar...
Ella haría lo mismo por mí.
Pero, por ahora, en la noche, no puedo salir. La oscuridad cubre la mayor parte, los autos hacen bulto en las calles y los pasos de infectadas se hacen notar.

Todos dormimos en la misma habitación, tiesos, pero algo separados.

Aún extraño a mi hermana, cuando pienso en ella y la veo frente a mí, abrazándome, mis ojos se llenan de lágrimas...
Nunca supimos el por qué de todo esto, nunca supimos la verdad, nunca supimos si hubo alguna cura.

Esta noche Santiago está algo inquieto, pero tengo fe en que pronto se reponga, porque parece cansado y abatido, aunque un poco más que los demás.
Se la pasa en su cuarto, cerrado, sin que deje entrar a nadie, me preocupa un poco.
La última vez intentó suicidarse, así que no me sorprendería algo así nuevamente.
Lo necesitamos, tiene un gran cerebro en lo que viene siendo la electricidad y el plasma, y lo que pueda apoyar en su aplicación, por eso mismo aún no nos quedamos sin luz.

Cristopher, por su lado, es el más aventado, valiente, temerario. Pero también muy estúpido.

Y yo... Pues soy yo.

Esta noche no ha salido Santiago de su cuarto, lo que me preocupa un poco. Iré a ver qué sucede, si es que me deja entrar...

- Santiago, ¿Estás bien?
- Ajá.
- ¿Ya vendrás a dormir?

Abrió la puerta y salió.

- Ya vamos.

Nos recostamos los tres, y tapados, cerramos nuestros ojos y nos transportamos al mundo de nuestros propios sueños...