XII

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- ¿¡Por qué!? ¿¡POR QUÉ!? - Cristopher me gritaba desde afuera de su casa. - ¡Esto es tu culpa; de no haber sido por ti, al menos mi hermana seguiría con vida! ¡ERES UN MALDITO HIJO DE...(!
- A ver, a ver, a ver... En primer lugar, ¿Yo qué tengo que ver en todo esto? No le dije a tu hermana que fuera a mi casa, y tampoco sabía yo que ella iba a ir...
- Vete al carajo...

Ambos se desparramaron de espaldas en la puerta y cayeron, sentados en el suelo.

Cristopher parecía dolido, demacrado, pálido... Algo débil y tenso.

- Oye, men...
- Eh.

Hice una pequeña pausa, pensando en qué iba a decir.

- ¿Te das cuenta que solamente están volviéndose locas las mujeres? Es decir, solamente he visto que ellas se transformen; es verdad que han matado a hombres, pero es distinto, porque ni tú ni yo estamos transformados y no he visto a ningún hombre así...
- Es verdad, aunque pueda que solamente sea nuestra visión.
- Puede ser.

Quedamos viendo el suelo y la pared, viendo el infinito. La Tierra entera se paró por un momento, y todo pareció tan monocromático.

"Si hubiéramos estado antes, al menos hubiésemos salvado alguna vida..."

Suspiré.

- Emmm...
- Quiero ver a mi hermana.

Ante esa sublime petición, mis ojos resaltaron.

- Oye, hay cosas que no podemos hacer porque...

Del lado extremo de la calle, se comenzaron a escuchar gruñidos, golpes, gritos, y sollozos escondidos entre gritos inmundos, provenientes de mi casa.

Volteamos a ver en esa dirección.

- No puede ser...

Corrimos hacia ahí, yo con un pensamiento que me tenía muy distraído.

Llegando, abrí la puerta...

Lo que fué de mi madre y la hermana de Cristopher estaban luchando vigorosamente, arrancándose pedazos de carne y la sangre les recorría en el cuerpo, y manchaban el suelo.

- ¡Ariadne! - Cristopher gritó.

Tuve que retenerlo, porque se iba a lanzar a la guerra, pero me fué difícil ver el panorama.

Corrimos dentro de la casa y tomamos lo que pudimos de adentro, papeles, cerillos, un botiquín...
Hasta que la victoriosa de aquella pelea hizo presencia en su territorio.

Ariadne, con furia, destrozó a mi madre.
Y estaba
Parada
En
La
Entrada.

- ¿¡Ella es mi hermana!? - Cristopher dijo, enfermizo.

Corrió hacia nosotros con la piel rasgada, sus ropas rotas y con sangre salpicando.

Iba directamente a su hermano; antes de que llegara a él, me paré enfrente...

- ¡No, Ariadne! ¡No sé qué te ha pasado, pero eso no está bien! - Le grité

Ella quedó pasmada, nos vió y examinó por un momento, y luego...

- Ariadne, soy yo, José... Tranquila...

Cristopher veía, atónito, pensante.

Ella se paró recta por un momento, luego se arrodilló con los cabellos colgándole.

Se dejó ir al suelo.

Parecía que se había desmayado.

- Vamos, rápido, antes de que pase algo más... - Le señalé a Cristopher.

Salimos...

Realmente ya no sabía a dónde ir, qué hacer...
Parecía que todo realmente se estaba yendo al carajo.

- ¿A dónde iremos?... - Preguntó Cristopher, desesperanzado.
- No tengo idea... Planeo regresar a mi casa, pero... Si todo sigue así, no solamente nosotros seremos afectados, el pueblo y estado también...
- Diablos...

PANDEMIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora